Por Víctor Hugo Moreno Abril 27, 2018

Un sector de la Democracia Cristiana se lo pidió y algo a regañadientes hizo el intento de presidir la DC, partido que tras la derrota electoral del año pasado entró directamente a la UTI. Más allá de la avalancha de renuncias de históricos militantes, y de que pocos se atrevan a dirigir al histórico partido, el senador Francisco Huenchumilla reflexiona sobre la falta de identidad y claridad que observa en la interna y que finalmente lo hizo desistir en su aventura por comandar la tienda de la flecha roja. Huenchumilla habla de agonía, aunque todavía ve cierta luz para que la DC recupere ese lugar que alguna vez tuvo en la política chilena.

—¿En qué momento se jodió la DC?

—La DC perdió los consensos internos en tres grandes puntos. Primero, se perdió el consenso interno de nuestra visión no del pasado, sino del Chile del siglo XXI, de cómo el mundo cambió tras la caída del muro de Berlín, de los socialismos reales, después  se globalizó el mundo y se impuso el capitalismo neoliberal. En ese minuto, se perdió el consenso sobre la visión que la DC tenía de Chile y de los procesos mundiales. Varios fueron incorporándose al neoliberalismo. El segundo consenso que se perdió fue el de los procedimientos internos, en virtud de los cuales muchos pensaban que lo importante era sólo tener el control de la maquinaria, entonces se quedaron en las fuerzas internas que les permitían estar en el gobierno y desde ahí controlar los cargos, y eso hizo crisis cuando se perdió el gobierno y vino la derecha. El tercero es que todo eso desembocó en el deterioro total de la convivencia, con faltas de respeto, juntas nacionales en las que no había diálogo, sólo vociferaciones. Se perdió la fraternidad.

—¿Cuál es la oferta que se le puede mostrar a la ciudadanía sobre lo que significa la DC en la política chilena?

—Es el dilema que tiene hoy día la DC. La pregunta es cuál es la postura que tiene la DC frente al tipo y al modelo de desarrollo del capitalismo neoliberal que impera en Chile. Ante eso, no tenemos nitidez, ni identidad, lo que se graficó con la derrota estrepitosa que tuvimos en nuestra candidatura presidencial (Carolina Goic). Eso no fue por falta de trabajo, ni de dedicación de nuestra candidata, ni empeño; sino por falta de claridad sobre qué representaba exactamente esa candidatura. Fue un problema político del partido, no personal de la candidata.

—Pero entonces, ¿cuál es la identidad que debe mostrar la DC con nitidez?

—Yo sostengo que nosotros como DC somos partidarios de una economía social y ecológica de mercado, con justicia social que lucha contra las desigualdades y abusos. El mercado no resuelve todo en la vida.

—¿Eso se contrapone con la visión de la “otra alma” de la DC que hoy escapa acusando justamente que el partido viró a la izquierda y que se alejó de los valores del socialcristianismo?

—Las discrepancias profundas están en lo que pasa con el modelo capitalista que hizo sentido común, y tanto la DC como otras democracias europeas no tienen una alternativa frente eso. Muchos camaradas nuestros se subieron a ese sentido común y algunos se sentaron en los directorios de las sociedades anónimas; pero la DC es otro partido: es de gente sencilla, modesta. Y allí están las diferencias entre nosotros y esos otros camaradas.

 —¿Cómo observa, desde su puesto en el Senado, la construcción de la oposición que es donde la DC dice estar?

—Hay que tener claro que la Nueva Mayoría como coalición se terminó el 11 de marzo; la gente nos mandó a la oposición. Por lo tanto, hoy se debe hacer una coordinación de los partidos que forman esa oposición. Tiene que existir un diálogo mínimo para entendernos y ver cómo se enfrenta el proceso legislativo con un gobierno de derecha. Si aquí se produce una dispersión y cada cual hace lo que quiere, entonces la oposición se debilita y se fortalece la derecha y su gobierno.

—¿Deben estar todos: el PC, el FA, la DC?

—La oposición incluye a toda la gente que es oposición; no estamos haciendo una nueva coalición, es una simple coordinación para las leyes, porque ahí se dará el debate con el gobierno y de esa forma podremos tener claridad para decirle al país qué nos diferencia con la derecha.

—¿Por qué pareciera que nadie quiere dirigir al partido?

—Respondo por mí: señalé y abrí una ventana a quienes me pidieron dirigir la DC, pero con un par de condiciones: entre ellas, que la gente tuviera conciencia de que estamos en crisis y que debe haber una voluntad de salvar el partido, y para ello se requería un acuerdo entre los sectores progresistas y los moderados. Eso no pasó y estimé que no quería ser un candidato para más de lo mismo, para unas elecciones que no van al fondo de los problemas del partido.

—¿Por qué no se llegó a ese acuerdo?

—Porque predomina la lógica de lotes internos. Mucha gente sigue pensando que el problema es quién conduce el partido y yo no estoy de acuerdo con eso.

—Esto profundiza la crisis.

—Creo que los partidos viven largas agonías. Esto continuará en un creciente deterioro, porque si seguimos así nunca vamos a tener una identidad para que la gente nos vea como una alternativa para dirigir el Estado.

—¿Se trata del comienzo del fin de la historia de la DC?

—Para que desaparezcan los partidos debe haber un proceso largo que termine en la pérdida de su importancia. Cuando ya empieza un deterioro tal, al sistema político le da lo mismo que ese partido exista o no, y que tenga diputados o un par de senadores es irrelevante. Cuando el partido pasa a ser irrelevante para la toma de decisiones, significa que ese partido deja de existir políticamente, aunque tenga unos miles de seguidores.

La DC hoy no tiene ideas, disciplina ni estrategia común, y eso hace que se torne irrelevante su actuación política (...) el partido puede llegar a una crisis terminal.

—¿La DC está llegando a este estado?

—Hoy la DC aún tiene una relevancia relativa, porque tiene parlamentarios, alcaldes, concejales, tiene presencia, pero la DC hoy no tiene ideas, disciplina ni estrategia común, y eso hace que su actuación política se torne poco importante.

—¿La DC, como tal, puede desaparecer?

—A final la DC puede terminar por desaparecer o por ser irrelevante.

—Pensando en cuatro años más, si es que el partido sigue vivo, ¿cómo se puede pensar en una nueva coalición que dispute el gobierno?

—Se hace camino al andar… es una tarea pendiente de la oposición, porque hoy la oposición no tiene un proyecto político para enfrentar el presente ni mucho menos el futuro.

—¿A quién apoyará para presidir el partido?

—Yo sigo siendo militante, cumpliré mi rol de senador y veremos si habrá o no competencia. Si es lista única será proclamada, pero el proceso electoral no es mi preocupación mayor ahora.

—¿Le hubiese gustado dirigir la DC? ¿Quedó con sensación de frustración?

—Nunca busqué ser presidente. Dije que para mí siempre era un sacrificio. Yo vivo en el sur y la carga del Senado es bastante. Sólo lo pensé si había un acuerdo para salvar al partido. Como no ocurrió, di el paso al costado nomás.

—¿Nunca pensó en renunciar a la militancia?

—Me han planteado mucho esa pregunta: ¿qué haces en la DC?, y a veces me lo pregunto yo también, pero el tema es que sigo teniendo como telón de fondo los valores y la ética del cristianismo, que es lo que me mueve. A pesar de que el instrumento puede ser malo, la DC aún tiene una oportunidad, y por eso estamos. Una visión ética basada en el cristianismo no la encuentro en otro lado.

—En la práctica, y en el corto plazo ¿cómo se sale de la crisis?

—Esto es igual a los matrimonios: se salvan cuando hay una voluntad de ambas partes de buscar los encuentros. En los partidos, si no hay esa voluntad, no se resolverá. Puede seguir un desangramiento y la DC puede llegar a una crisis terminal.

 

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El ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, se reunió el miércoles con el senador en Temuco para abordar la situación de La Araucanía

 

Una mirada distinta

El miércoles el senador se juntó de forma privada por más de una hora con el ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, en Temuco. Huenchumilla escuchó con atención el diagnóstico de la autoridad central, a quien le quiere dar una oportunidad para poder trabajar en un conflicto que pareciera sin solución. Su primera impresión sobre el trabajo del ministro fue más que aceptable.

—¿Cómo observa la labor que está haciendo el gobierno para tratar el tema de La Araucanía?

—No me gustan los compartimentos estancos, en el sentido de tratar un tema de seguridad en una comisión en Santiago, el tema de la ley Antiterrorista en el Congreso y el del desarrollo acá con el ministro Moreno. Se debe tener una mirada integral, pero tampoco uno puede negarse, no puedo restarme al diálogo. Por eso me reuní con el ministro para intercambiar ideas sobre el desarrollo. Tuvimos una buena conversación.

—¿Ve una buena voluntad de este gobierno para enfrentar el tema de forma más integral?

—Tengo mis dudas aún sobre cómo quiere tratar el tema. Pienso que la seguridad y la violencia política quieren abordarlas tal como hasta ahora, vinculándolas a más Carabineros, más querellas; pero sí veo y reconozco que hay una mirada diferente al tema del desarrollo con Moreno y tengo que participar.

Creo que hay una mirada más dialogante, más cercana y de más propósito (de este gobierno) para apuntar al desarrollo de La Araucanía de manera más fuerte

—¿Una mirada diferente al gobierno de Bachelet?

—Sí, creo que hay una mirada más dialogante, más cercana y de más propósito para apuntar al desarrollo de una manera más fuerte.

—¿Le ha sorprendido el ministro Moreno?

—Ya dejó de sorprenderme, lo estoy conociendo más y en condiciones de seguir dialogando. Creo que tiene claridad sobre lo que se debe hacer. Me parece un muy buen interlocutor en los temas de La Araucanía. Yo entiendo que es un ingeniero que está haciendo categorías políticas y se está manejando bien.

—¿Está más optimista respecto de cómo se abordará el tema?

—No sé si más optimista, pero se está conversando, y habrá que ver cómo se concreta todo.

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