Por Víctor Hugo Moreno // Fotos: Mabel Maldonado Enero 11, 2018

En cada análisis que se le escucha a Juan Carlos Latorre (69) aflora algo así como un viejo estandarte democratacristiano que aún rememora la Marcha de la Patria Joven y aquellos años de gloria del que fuera el partido más grande de Chile. La palabra ‘renuncia’ no está en el vocabulario del ex diputado y actual presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América Latina. Morirá DC, afirma con convicción. Por eso, le parecieron de mal gusto las últimas deserciones de militantes históricos, o de otras que pudiesen venir, como la del ex ministro Jorge Burgos, quien ya ha esbozado dudas. Para Latorre la crisis no es terminal, pero preocupa. De hecho, durante las últimas semanas ha sostenido una serie de reservadas reuniones con otros ex timoneles del partido para analizar cómo salir del abismo actual. En conversación con Qué Pasa, Latorre hace su propio análisis de la coyuntura, pero mirando hacia un incierto futuro.

—Usted fue testigo el 2010 de la derrota de la Concertación y de hoy la derrota de la Nueva Mayoría. ¿Qué diferencia hay entre esos dos procesos?

—Hay una diferencia importante entre ambos momentos de derrota. En el caso anterior, con un candidato democratacristiano, con un rol importante de la Democracia Cristiana en la conducción y desarrollo de la campaña y en una Concertación que se veía bastante más ordenada. Pese a ello, una derrota que tiene su origen en muchos factores y en la que la DC siempre dejó claro que podía seguir proyectando un esfuerzo político en conjunto con otros sectores en el futuro. Hoy hemos tenido una derrota categórica, con un candidato no muy cercano a la DC, que ha estado en un proceso en el cual tuvimos innumerables problemas para enfrentar acuerdos.

—¿Fue un error haber generado un nuevo proyecto como la Nueva Mayoría con los comunistas? Y ahora, pensando en el futuro, ¿se puede ampliar aún más hacia el Frente Amplio?

—Nosotros, en un momento dado, estimamos que no era bueno para el país y para el proceso democrático que el PC estuviera encabezando permanentemente el movimiento social de protesta y se quejara de que no tenía una expresión parlamentaria que permitiera defender su punto de vista. Algo similar se tuvo presente cuando se estructuró la denominada Nueva Mayoría, pensando en que si el Partido Comunista estaba en el gobierno, estaría obligado a concurrir a una gestión de gobierno y no estar simultáneamente en el frente social, activo, de oposición en las calles.

—Aunque ellos dijeran “una pata en la calle, una en el Congreso”...

—La experiencia nos muestra que no fue una apuesta correcta, porque el PC nunca dejó de mantenerse con un doble estándar, y eso generó roces al interior de la coalición, que paulatinamente fueron transformándose en uno de los problemas complejos de la gestión de Michelle Bachelet. Ahora, debo ser realista: la diferencia de opinión no es solamente con el PC, sino también con otros sectores de la propia coalición.

"No apoyar a los candidatos que se designan en una Junta Nacional debe tener una sanción, y en la primera vuelta no había ninguna justificación para que un DC no acompañara a Carolina Goic"

—¿Qué pasó con Jorge Burgos que pudo haber sido la voz fuerte de la DC dentro del comité político en La Moneda para hacerse notar, pero que finalmente terminó diluyéndose?

—Él debió haber resistido mucho más con sus puntos de vista. Debió haber buscado un diálogo mayor no sólo con la Presidenta de la República, que es la que en definitiva manda en el gobierno, sino también con otros de los integrantes de la coalición. Ni siquiera pienso en el PC, pienso en un vínculo más estrecho con los dirigentes del Partido Socialista, del Partido Radical y del PPD, que lamentablemente tampoco se pudo dar en ese momento. Mira, no quiero quedarme solamente en Burgos, porque quien emplaza a Burgos también es un democratacristiano. Tengo que ser sincero: Mario Fernández, siendo un amigo mío de toda la vida y al que le tengo mucho aprecio y cariño, no pretendió en ningún momento representar a la DC en el gobierno, él más bien actua con la más absoluta lealtad con la presidenta.

 

Cómo salir de la crisis DC

—Uno de los objetivos de la campaña de Carolina Goic era que la DC recuperara la identidad ¿Se cumplió, al menos el algo, ese objetivo?

—Lamentablemente no fuimos capaces de que toda la gente de nuestro partido acompañara a Carolina Goic en este esfuerzo. Es cuestión de revisar. No fuimos capaces de garantizar que una parte importante del partido se sumara y comprendiera este objetivo político. Hay mucha gente que se mantuvo con la convicción de que la única forma de conservar una presencia en el poder político era permanecer en una alianza política en la que la DC —si bien paulatinamente había perdido respaldo electoral y vigencia política real— sí estaba participando en cuotas de poder.

—O sea, hubo unos democratacristianos que se fueron por la carta más segura de Guillier para no perder cuotas de poder…

—No apoyar a los candidatos que se designan en una Junta Nacional debe tener una sanción, y en la primera vuelta no había ninguna justificación para que un democratacristiano no acompañara lealmente a Carolina Goic ¡Ninguna! El que lo hizo afectó severamente el futuro de la DC.

"Me parece que es de mal gusto que cuando estamos en un momento crítico, algunos piensen que lo mejor es abandonar la DC"

—¿Qué representa hoy ser DC?

—La DC aportaba a una gran coalición de centroizquierda, porque era capaz de interpretar clara y categóricamente a personas que se encontraban en el centro. Vale decir, el aporte de la DC a una gran alianza de centroizquierda obviamente que no era desde la izquierda, sino que era desde el centro político hacia la izquierda. Eso no lo entendió mucha gente y si nosotros hoy día queremos aportar en cualquier coalición política, evidentemente que tenemos que hacerlo desde nuestra propia identidad. Era muy fácil ser democratacristiano cuando éramos la gran mayoría de este país, cuando estábamos en el gobierno. Dicho eso, me parece que es de mal gusto que cuando estamos en un momento crítico, algunos piensen que lo mejor es abandonar  la DC. Con esto no quiero criticar a nadie en particular, porque tengo un especial cariño y consideración por Mariana Aylwin, pero siempre entendí que sus planteamientos podrían estar presentes en un proceso de discusión interna, en la que ella iba a ser escuchada y eventualmente sus planteamientos acogidos, pero lamentablemente sintió que había fallado algo.

—Ella acusa que nunca tuvo la posibilidad de expresarse.

—Mariana y varios más, desde luego también su hermano Miguel Patricio, eran militantes efectivos de la DC a pesar de que no siempre estuvieran presentes. Creo que hay varios, casi la mitad por lo menos (de los 31), que con su renuncia sólo formalizaron el alejamiento que tenían del partido desde hace mucho tiempo.

—¿Le pareció adecuada la analogía que hace Mariana Aylwin acerca del marido que golpea a la mujer?

—Encuentro que esa forma de expresar su malestar no es adecuada, y refleja precisamente el dolor que ha sentido en algún momento de renunciar a la DC. No me cabe duda de que, para ella, a pesar de no compartir su planteamiento, ha sido algo extraordinariamente doloroso.

—¿Qué cree que pensaría Patricio Aylwin de todo esto?

—Él habría convencido a sus hijos de que permanecieran en la DC, porque ser democratacristiano en momentos de gloria es fácil, pero también somos muchos democratacristianos los que estuvimos en momentos muy difíciles en la historia de nuestro país.

—¿Es una crisis terminal, como algunos DC ya han manifestado?

—No, para nada...

—¿Cree que este grupo de ‘Progresistas con Progreso’ puede cruzar la vereda hacia el gobierno de Piñera?

—No creo que sea su objetivo. Me gustaría que su reacción fuera política y que efectivamente intentaran ver cómo proyectar sus ideales, sus propuestas, de tal forma que podamos discutir en algún momento en forma mucho más abierta.

—¿Cómo se reconstruye la DC ahora desde la oposición?

—No es el momento para definir pactos políticos ni electorales. Primero tenemos que analizar lo que ocurrió, y que nos permita resituarnos en el Chile de hoy y ver en qué medida nuestros ideales mantienen vigencia. Sólo después de eso tiene sentido empezar a hablar con quiénes vamos a construir lo que será nuestro aporte para el futuro. Si hoy día, por ejemplo, en el Congreso es necesario llegar a un acuerdo para elegir las mesas, hay que entender que eso no tiene ninguna importancia política, son simplemente mesas de administración, pero es muy distinto pensar en los términos en que vamos a actuar con el actual gobierno. La DC ha sido puesta por la ciudadanía chilena en la oposición, y de eso no cabe y duda. Nuestro comportamiento respecto del futuro gobierno estará condicionado por la forma en que el propio gobierno se comporte desde el inicio.

—Y en ese plano, ¿cómo debe actuar la DC en el Congreso?

—La DC debe tener su propia directriz, su forma de adoptar acuerdos internos y de proyectar su quehacer político. Sólo en la medida en que la DC sea fiel en este proceso de reflexión interna que debe culminar con propuestas para el futuro del país consecuentes con nuestros principios humanistas cristianos, sólo a partir de ahí tiene sentido empezar a hablar de cómo se actuará en conjunto con la oposición.

—¿Debe haber espacio para colaborar con el gobierno de Piñera en casos específicos?

—La DC debe actuar con plena autonomía en el Congreso respecto del proceso que se viene, y si es necesario en algunos puntos lograr consensos que alcancen mayoría parlamentaria, se puede colaborar en ello. No hay que olvidarse de que el gobierno no tendrá mayoría en el Parlamento y si su actitud es dialogante, la DC de forma autónoma tiene que definir, en ese momento, su postura. Eso no significa que no podamos estar simultáneamente conversando con aquellos sectores con los cuales nos hemos identificado en una coalición como fue la Concertación que, por lo demás, se extraña bastante. Esa fue una gran fórmula que lamentablemente no se proyectó con fuerza en la Nueva Mayoría.

—¿Votó convencido por Guillier en segunda vuelta?

—Voté por Guillier, porque soy un militante disciplinado que, además, va a morir DC. Creo que los que se van del partido se hacen un autodaño, se infligen un daño personal que no estoy dispuesto a autoinferirme. Él (Guillier) hizo el esfuerzo por encabezar una propuesta, pero es una persona muy inexperta. No logró crear mística ni siquiera en sus más fieles seguidores.

—Si hubiese ganado Guillier ¿cree que habrían existido estas renuncias u otra cosa hubiese pasado ante la oportunidad de ser gobierno?

—Habría que darle más vueltas a eso, pero felizmente la derrota fue contundente, porque no cabe ninguna duda de que debemos revisar nuestro rol en el futuro.

—¿Le ve futuro al Frente Amplio como proyecto político?

—Sí, tienen futuro, pueden ocupar un espacio siempre y cuando dejen de lado la soberbia que pareciera estar muy presente en muchos. Tienen un problema de forma. Es una soberbia que ignora aspectos que nunca debieron desconocer, particularmente los esfuerzos por recuperar la democracia que obligaron a hacer acuerdos que ellos lo ven como una ‘transaca’.

—¿Qué liderazgos pueden surgir para dirigir el partido y salir de la crisis?

—No voy a dar nombres, pero sí hay gente que pertenece a la generación que tienen 40 años que podríamos respaldar. Hemos sostenido reuniones y conversaciones con los ex presidentes de partidos en forma privada, sin la pretensión de proyectar algo que vaya más allá de contribuir a contener y cuidar que la DC tenga un proceso de reflexión y diálogo y de recuperación de la identidad.

—Con una nueva mesa, ¿se podrán frenar las tensiones en torno al lugar que ocupra la DC ya sea de centro, más de izquierda, más hacia la derecha?

—La Junta Nacional de fin de mes no resolverá mucho las diferencias que se han visto en los últimos tiempos, pero sí debiese ser una instancia que muestre, al menos, la disposición que se tiene para dialogar fraternalmente.

—¿Nunca ha pensado en renunciar, como sí lo está haciendo Burgos?

—No sé qué pasa en el Ministerio de Interior: algo pasa ahí, porque mi camarada Burgos, al cual quiero mucho, dice que está con dudas, mientras que el actual ministro dice que tenemos que irnos para la casa los viejos.

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