Por Víctor Hugo Moreno // Fotos: Cristóbal Olivares Diciembre 21, 2017

Juan Enrique Forch (69) podría ser para Alejandro Guillier lo que es un Pedro Güell para la presidenta Michelle Bachelet. Esa especie de asesor mítico de “segundo piso” que actúa con completo sigilo sobre sus asesorados. Lo cierto es que Forch es una persona normal, sencilla y de buen conversar.

El publicista ocupó un rol clave en la campaña del senador, siendo uno de sus más fieles acompañantes. En su casa de los años 50 de avenida Andrés Bello, todos los días a las 7:30 de la mañana, se reunían alrededor de una vieja mesa de madera, ese círculo más íntimo de Guillier, conformado —entre otros— por Enrique Soler, Harold Correa, Luis Conejeros. Muy pocas veces en esa mesa se sentó algún presidente de partido. Y es que si algo pueden tener en común Güell con Forch, también Bachelet con Guillier, es que su relación con los partidos políticos es fría y distante, plagada de desconfianza y acusaciones cruzadas. Tanto así que para el discurso de la derrota del 17/12 ningún presidente (excepto su jefe de campaña, el PS Álvaro Elizalde) estuvo en el salón del Hotel San Francisco: se quedaron esperando en la sede del Partido Radical la alerta que supuestamente iba a salir del comando, algo que nunca llegó y que, según algunos presentes, provocó la ira de los timoneles.

Lo concreto es que Forch —en conversación con Qué Pasa— apunta sus dardos directos a los políticos, antes de partir a su apacible residencia habitual en Puerto Octay, donde deberá volver a ocuparse de un campito que tiene algo abandonado. La campaña ya terminó.

—El taxista que me trajo a su casa me dio vuelta un poco la pauta de las preguntas así es que partiré por el análisis que hizo con gran convicción: “Guillier nunca me generó una sensación de gobernabilidad y Piñera sí me daba certeza, seguridad, y que cuando se instauró el concepto de Chilezuela y la mano en los bolsillos terminó por asustarme”. ¿Influyó todo eso en la derrota?

“Los partidos (de la Nueva Mayoría) están preocupados de controlar el poder, pero no de ganárselo ni menos de representar a la ciudadanía”.

—Que Guillier no haya ganado la presidencial es una derrota parcial; también veo un tremendo triunfo político en el hecho de que haya sido independiente, pues me parece que refleja un hito político importante. Él mantuvo desde un principio su planteamiento de presentarse como independiente, y el presentarse como independiente no era un capricho, era una postura política. Su relación con los partidos políticos se planteó siempre en términos de mantener su independencia. Pero ¿qué sucede con los partidos? Ellos pretendían controlar la campaña y así controlaban al candidato. Y a lo que la campaña y el candidato se resistieron fue a ser controlados por los partidos.

— Pero ¿fue un error decir que se les iba a meter la mano a los bolsillos a los que más tienen, instalando con más fuerza aún esta idea de Chilezuela?

— Creo que fue una frase muy desafortunada y una frase que dijo en un discurso ante una muchedumbre, en donde agarró un entusiasmo desmedido y lanzó eso. Fue claramente desafortunado.

—¿Cuánto le perjudicó todo lo anterior para perder?

—En las campañas todo te favorece o todo te perjudica. Acá obviamente que lo perjudicó.

— Y su desempeño en el último debate: se le vio incómodo con el tema del CAE, por ejemplo. ¿lo puede haber perjudicado también?

—Sin duda, fueron los momentos más débiles de Alejandro, en debates anteriores había tenido una mejor performance. Ese fue el debate más débil que tuvo y fue seis días antes de la elección.

—¿Pudo determinar o cambiar el voto de quienes lo vieron?

—Es difícil que gente haya cambiado su voto de Guillier a Piñera ; eso sí, más gente puede haberse no entusiasmado de ir a votar.

—Sobre el claro conflicto entre ustedes (el comando chico) y los partidos, ellos (sus dirigentes, militantes) dicen que nunca fueron escuchados y que no se tomó en cuenta la experiencia de estos para la campaña.

—Los partidos políticos son organizaciones en crisis, son organizaciones del siglo pasado que no han sabido ponerse al día con lo que pasa en el mundo y en el país. Están más preocupados de su propio poder que de representar a la ciudadanía. No los veo como grandes agentes de movilización ni de representación. ¿Quiénes son estos partidos?, ellos tampoco tuvieron un gran desempeño en la parlamentaria, y ellos eran los que querían tomar el control de la candidatura. Y por qué entonces no levantaron ellos mismos algún candidato.

—Por varios momentos daba la impresión de que Guillier se conformaba con ir sólo a primarias apoyado por el PR, así instaurar un punto, competir, probablemente perder, y proyectarse para cuatro años más, pero que de pronto se encontró con esta candidatura sin desearla del todo. ¿Quería, en verdad, ser presidente?

—Él fue propuesto por la ciudadanía, las encuestas pusieron su nombre porque él aparecía como el político mejor evaluado y porque donde él aparecía en las regiones, la gente lo aclamaba. No la impulsó él. Guillier quería probarse en primarias para ver legítimamente quién representaría a la Nueva Mayoría, pero terminó corriendo solo, pero no por él, sino porque los partidos no fueron capaces de encontrar a otros que le compitieran.

“Guillier quería probarse en primarias para ver quién representaba a la NM, y terminó solo, pero no por él, sino porque los partidos no fueron capaces de encontrar a otros”.

—Pero ahí, justamente, nace la idea de que Guillier no tenía esas ganas de ser presidente.

—Hay una frase que dijo la esposa de Alejandro, Cristina Farga, y que me llamó mucho la atención, que fue cuando relata cómo se lo planteó a ella, y él le dice, Cristina, creo que soy necesario. Eso te refleja cuál era la disposición de él para la candidatura, sintió la petición de la gente.

—Volviendo a las posibles causas de la derrota electoral, ¿cuáles fueron los errores que se cometieron de lectura y que Piñera sí logró leer para la segunda vuelta?

—Yo creo que hubo una lectura correcta de las demandas, los anhelos, las necesidades de la gente. El hecho de que Piñera, entre primera y segunda vuelta haya incorporado mucho del programa de Guillier demuestra que hay una serie de lecturas que hizo la campaña y el candidato de lo que estaba pidiendo la gente, que era el correcto. Ahí está el tema de la gratuidad, el CAE, las isapres.

—Pero con todo, Piñera recoge el mensaje y se lo arrebata a Guillier. ¿cómo se explica eso?

—Para entender esto debemos volver a los partidos políticos: la derecha y Piñera fueron capaces entre la primera y segunda vuelta de hacer un trabajo territorial que les permitió movilizar a su gente, mientras los partidos nuestros no fueron capaces de movilizar a esas personas.

—¿Por qué no lo fueron?

—Porque no fueron eficientes, ni necesariamente representantes de la gente. Cuánta gente llevas y convenses para que vote, ese es un trabajo territorial. Tú has hecho la candidatura, tu trabajo comunicacional, pero ahora hay que llevar gente a votar y en eso la derecha fue muy eficiente.

—Muchos no veían a Guillier como el mejor candidato, ¿influyó eso en que no existiera ese despliegue del que me habla?

—Hago un paralelo entre la elección de 2009 y esta. Claramente, el 2009 Frei era un candidato que no le gustaba a los partidos y este (Guillier) tampoco les gustaba; o sea, los partidos los proclamaron, los apoyaron, pero en las dos oportunidades no les gustaba el candidato y por eso no se desplegaron con la fuerza, el entusiasmo y la convicción.

—¿Cómo se puede explicar eso?

—Los partidos están preocupados de controlar el poder, pero no de ganárselo ni menos de representar a la ciudadanía.

—¿Tiene Guillier capacidades para liderar desde el Senado un nuevo proyecto de centroizquierda progresista?

—Eso lo dirán los cuatro años que quedan, pero creo que los liderazgos los definen las bases, no uno. Uno no se despierta en la mañana y dice: voy a ser líder. La gente es la que te reconoce o no, y en ese sentido, para poder ser líder del sector de la Nueva Mayoría tendrían que ser los partidos los que lo decidieran, pero creo que no lo harán por todo lo que hemos hablado.

—¿Fue un buen candidato?

—Si uno analiza los obstáculos que tuvo Guillier en su candidatura, son brutales: los medios estaban en contra, tuvo problemas con los partidos, la aparición de Guillier en la prensa se conectaba siempre con problemas, y sobrevivió. Cada entrevista de alguien que lo criticara era destacada. Hubo dos flancos: el fuego amigo fue en exceso y se destacó en exceso.

—Otra queja de los partidos era que ustedes no les informaban de la agenda y que se reunían muy poco con el candidato.

—Vi al jefe de campaña Álvaro Elizalde muchas veces reunido con Alejandro y su entorno. Probablemente no manejaba la agenda, pero estaba informado de esta

—Cuando se escuchó el discurso de Mujica en el cierre la sensación ambiente fue del tono, “No me ayude tanto, compadre”. ¿Cómo se evalúa la participación del ex presidente de Uruguay?

—Mujica es un gran político latinoamericano, pero no fue invitado como agitador de campaña. Fue invitado como un gran personaje de la política que coincide en muchos puntos con Alejandro.

—Pero era el cierre de campaña y todos esperaban algo más explícito.

—Pero estar presente en el cierre es un apoyo. No le habría pedido a Mujica que tuviera un rol más directo y no se le pidió. Además, a Pepe Mujica es difícil pautearlo.

—¿Se gestionó que pudiese asistir al cierre Beatriz Sánchez o Carolina Goic?

—Alejandro no es una persona de andar pidiendo apoyos. En ese sentido, espera gestos más que pedirlos. Respecto a Beatriz, y lo digo a título muy personal: ella, entre la primera y segunda vuelta, tuvo una conducta política donde creo que ,como líder político, perdió mucho. Era un mes en que el país estaba en ebullición electoral y ella abandona al 20% de su votación, se declara en reflexión y las últimas semanas se declara medio en vacaciones. Hay un abandono de su electorado.

—¿Se fue quedando solo?

—Sacó el 45% de los votos, eso te demuestra que tenía gran apoyo de la gente y que los partidos no estuvieron a la altura.

—Bachelet tampoco ha tenido la mejor relación con los partidos. De hecho, no se reúnen hace un año con los presidentes y también se habla de la soledad de Bachelet. ¿por qué se repite el fenómeno para ambos, al parecer esa forma de hacer política no está resultando?

—Creo que no está resultando. Tanto la campaña de Guillier como el gobierno de Bachelet te lo demuestran, porque en definitiva el gobierno de Bachelet con sus problemas y todo pasará a la historia como un gran gobierno reformista. Bachelet hizo las reformas contra viento y marea, y a lo mejor los partidos eran ese viento y esa marea.

¿Qué pasó con la tesis de Carlos Peña, tenía o no razón en su diagnóstico sobre la sociedad chilena?

—Creo que ese análisis está hecho por alguien desde el tercer piso de un mall, pero que no se corresponde con la realidad. Los estudios de opinión que existen están planteando otras inquietudes de la gente, como la desigualdad, el clasismo, la gente siente que tiene un techo social.

—Sobre la campaña , ¿cómo evalúa la nueva ley? varios han criticado que, al final de cuentas, puso muchas trabas.

—Que nuestros dirigentes hayan hecho una ley que atenta contra la democracia es grave. La democracia debiese celebrarse y las elecciones son el momento. Y qué pasó: se restringieron las elecciones. Tú llegabas a Chile hace tres meses atrás, o 15 días, y te enterabas de las elecciones, porque alguien te lo decía. No había carteles, concentraciones, avisos en las radios, la prensa no tuvo propaganda, la gente no andaba con chapitas, banderas. Estaba todo restringido, eso eliminó la fiesta, las elecciones debiesen ser un carnaval, esto parecía un cantón suizo.

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