Por M. Eugenia Fernández G. // Fotos: Marcelo Segura Agosto 18, 2017

“Mi bandera de lucha es otra, no es Piñera”.

Su voz es tranquila y de poca estridencia, lo que contrasta con las agudas críticas que realiza al ex presidente. Sobre todo, al período que entre 2010 y 2014 lo tuvo en La Moneda, años en los que el diputado José Antonio Kast estuvo en la primera línea de gobierno como jefe de bancada de la UDI.

Sus desencuentros en esa época fueron públicos. Quizás el mayor fue en junio de 2011 cuando, disco PARE en mano, encabezó una verdadera rebelión por parte de los parlamentarios gremialistas. Ofuscados, denunciaron “una agenda valórica paralela a la del presidente”, luego de que el entonces ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, resucitara el proyecto de Acuerdo de Vida en Común (AVC), que el propio Piñera había borrado de su mensaje presidencial del 21 de mayo.

Desde ahí las diferencias siguieron y se profundizaron.

Hoy, inscrito como candidato presidencial, tras presentar 47 mil firmas ante el Servel, el diputado ex UDI dice que no funda su campaña en las críticas al ex mandatario, pero que tampoco las acallará. “La sintonía fina con las personas no existió en el gobierno de Piñera. Tuvimos cuatro años de buena gestión para caer en lo que estamos hoy día, que es Michelle Bachelet. Habría sido mejor un gobierno intermedio, con tal de no caer en Bachelet. Lagos habría logrado estabilidad económica y no le habría abierto la puerta a este desastre de gobierno”, dice.

"Tuvimos cuatro años de buena gestión para caer en lo que estamos hoy, que es Bachelet. Lagos habría logrado estabilidad económica y no le habría abierto la puerta a este desastre de gobierno."

Hoy viernes, cuando anote su nombre entre los que disputarán la primera vuelta en noviembre, Kast comenzará a recorrer el país. A partir de septiembre dejará de asistir al Congreso y, por ello, entre ese mes y noviembre donará su dieta parlamentaria —que asciende a $6.657.000 mensuales— a diez instituciones de ayuda social.

Por mientras, está instalado en una oficina en la calle Moneda, a tres cuadras del palacio de gobierno. Un grupo de adherentes y voluntarios, entre los que se incluye un pequeño call center, se reúne ahí diariamente. En los motivos para correr esta carrera se cruzan temas políticos y valóricos. “Estoy defendiendo las raíces culturales de este país”, afirma.

Son dos sus referentes políticos principales. El primero, el fundador de la UDI, Jaime Guzmán. En parte, su candidatura pretende recuperar su proyecto político.

—Cuando Guzmán fundó la UDI, tenía una idea de la política que no estaba en el espectro político, que era una derecha con una mirada social más profunda que la que había en ese momento. Era una derecha que buscaba que se cumpliera con conceptos como el trabajo bien hecho, el mérito, la defensa de ciertos principios con claridad, sin complejos. La derecha no tiene por qué ser acomplejada: lo que defendemos es mucho mejor que la izquierda.

El segundo referente es el ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe. En abril de este año se reunieron en Bogotá por dos horas. Hoy  esto se repetirá, esta vez en Santiago. De él, destaca que “le ganó a la izquierda” en varios frentes, y rescata dos herramientas de su gobierno: “El gobierno austero y en terreno”, puntualiza.

Compitiendo con Piñera, quien lidera las encuestas, la apuesta de Kast es ambiciosa.

—Hoy, ya inscritos, debemos estar entre el 8-10% de los votos, y subiendo. Eso nos hace plantear que podemos llegar a la segunda vuelta y ese es nuestro objetivo. El ideal es llegar con Sebastián Piñera y que se produzca una elección al estilo peruano, en que llegaron dos personas de derecha.

—¿Y eso es factible?

—Como están las cosas, sí. Estamos terminando un gobierno de Michelle Bachelet muy malo, con candidatos muy débiles al frente. Un Alejandro Guillier que se visualizaba como gran candidato, pero que cada día genera más dudas en su entorno. Por otro lado, Beatriz Sánchez ya tiene problemas dentro de su pequeño Frente Amplio. Después va Marco Enríquez-Ominami, que está bien debilitado. Además, un candidato de la izquierda extrema, Eduardo Artés, y Carolina Goic, que es razonable que vaya, pero que hasta ahora no se diferencia de la Nueva Mayoría. Con tres meses de campaña por delante perfectamente puedo alcanzar entre el 15 y el 20%, y eso me permitiría llegar a una segunda vuelta con Piñera.

—¿Ese crecimiento sería a costa de gente que pretende votar por el ex Presidente?

—No, porque las encuestas no miden qué va a hacer el 70% de los chilenos que no votó en la última municipal. En las presidenciales vota un poco más de gente, pero sigue quedando un universo electoral de 7 millones de personas que no votan, y ahí apunto yo. Las personas que tienen sentido común son a las que apelo.

—¿Piñera dejó de representar ese sentido común?

—Hay prioridades distintas. La sintonía fina con las personas es algo que no existió en su gobierno. Se hicieron muchas cosas en temas de números, en políticas económicas, pero nunca se les puso rostro. Tuvimos cuatro años de buena gestión para caer en lo que estamos hoy día, que es Michelle Bachelet. Habría sido mejor un gobierno intermedio, con tal de no caer en Bachelet.

—¿A qué se refiere con un gobierno intermedio?

—Lagos habría logrado una estabilidad económica y no le habría abierto la puerta a este desastre de gobierno. Nosotros le abrimos la puerta con medidas como una reforma tributaria pequeña, pensando que íbamos a frenar la demanda por una reforma tributaria.

—¿Si Piñera no hubiera tomado una definición se habrían acallado por sí solas esas demandas?

—Hay ciertas demandas que se instalan en la calle, pero no son ciudadanas. Lo de la central Barrancones fue un dedazo. Ese tipo de decisiones nos terminaron por pasar la cuenta. Si por temor a lo que está pasando en la calle cambio una decisión, estoy dando la señal de que ese es el camino. Ese es populismo moderno.

—¿Y a Piñera le importan mucho las encuestas?

—Gran parte de las cosas que decide Chile Vamos es en base a las encuestas, y eso nos tiene como estamos, porque nadie defiende nada. ¿Cuántos que están en Chile Vamos fueron parte activa, le escribían cartas a Pinochet, fueron a Londres? Yo no fui a Londres, y ¿hoy todos están callados? Todos se mimetizan. Y eso es lo que la gente rechaza, porque nos vemos todos iguales.

—¿Cómo piensa llegar a una mayoría, si incluso en el mundo de la centroderecha el régimen militar no es un factor aglutinador?

—Como no aglutina, hay que dejarlo en el pasado. Hay que cerrar ese capítulo, porque sólo divide al país, no sólo a la centroderecha, y queremos mirar para adelante.

—¿Y si fuera presidente, cómo cerraría el capítulo?

—El ideal, con una ley de Punto Final. Pero como no se puede hacer, usando la facultad presidencial determinaría cómo ir cerrando ciertos casos que siguen abiertos, ya sea con indulto humanitario, indulto en caso de ficciones jurídicas, arrestos domiciliarios en caso de adultos mayores, cárceles segregadas… cosas que en el mundo están, nada excepcional.

—Ud. plantea cerrar la etapa pero al mismo tiempo el jueves pasado lo proclamaron asociaciones de ex militares y familiares de condenados en Punta Peuco.

—Esto va más allá de Punta Peuco. Aquí se está cuestionando el orgullo que sienten los chilenos por sus FF.AA. La izquierda decidió enfrentar y destruir ciertas instituciones como la familia y las FF.AA. Acá no está sólo en cuestión las violaciones a los DD.HH. y las sanciones de quienes las cometieron. Esto es más profundo: yo estoy defendiendo las raíces culturales de este país y ahí está el destacar a nuestros héroes. Y casi todos vienen de las FF.AA. y de Orden: Arturo Prat, Bernardo O’Higgins, Carrera… Los chilenos sienten orgullo de eso. ¿A quién se recurre cuando hay catástrofes?

—¿Es la suya una candidatura de nicho, si se le asocia con evangélicos y ex militares?

—¿Cuántos cristianos evangélicos hay en Chile? ¿20 o 30%? Es el nicho más grande que conozco. ¿Y el mundo vinculado a la familia militar, puede ser un millón de personas? Esos dos nichos que me instalan equivalen al 30 o 40% de la ciudadanía, es enorme. Ahora, no todos votan por mí, lo tengo claro y no reniego de eso.

 

Segunda vuelta

—Piñera dijo que podría no haber segunda vuelta...

—Es un error, como tantos otros que se han cometido en política. Michelle Bachelet, cuando volvió como estrella de rock, sacó 2 millones de votos en una primaria y no ganó en primera vuelta. No hay posibilidad en este país que la centroderecha gane en primera vuelta, y lo que yo estoy haciendo es abrir el abanico de la discusión. Y no a la derecha extrema, sino que al sentido común. Muchas de las personas que me ayudan en la campaña son de izquierda.

—¿Estaría dispuesto a apoyarlo en una segunda vuelta ante Guillier o Sánchez?

—Tenemos que hacer un compromiso: él me tiene que apoyar a mí, y yo a él, siempre y cuando él tome ciertas determinaciones. Uno, un Estado austero. Dos, que no apitute a nadie, ningún pariente, y se vayan los operadores políticos. El Estado de derecho, espero que se respalde con fuerza a Carabineros y a la PDI. Que se decrete estado de emergencia en La Araucanía y no se entreguen más tierras hasta que se erradique el terrorismo. No digo que hay que militarizar, sino que haya paz y que la institucionalidad funcione. Y, por último, urgencias sociales: ponerle rostro a las políticas públicas.

"Tenemos que hacer un compromiso:  Piñera me tiene que apoyar a mí, y yo a él, siempre y cuando él tome ciertas determinaciones. Uno, un Estado austero. Dos, que no apitute a nadie (a ningún pariente) y se vayan los operadores políticos."

—Piñera tendría que dejar fuera a su primo Andrés Chadwick, entonces.

—Así es la política, dura… Para restablecer la confianza. Si no lo hacemos en temas de nepotismo, la gente va a votar una vez por nosotros y después nunca más.

—¿Qué tan antipiñerista es su candidatura?

—Mi campaña no está basada en criticar a Sebastián Piñera. Si me preguntan, yo contesto, pero no estoy levantando el cartel antipiñerista. Por el contrario, sé que dentro del espectro político tenemos que fortalecer a la derecha. Creo que hay que destacar por lo que uno quiere hacer y no por criticar al otro. Mi bandera de lucha no es Piñera.

—De no ganar, ¿cómo proyecta esto? ¿Un Tea Party?

—No, el Tea Party está dentro de un partido, los republicanos, y yo no voy a volver a mi ex partido. Tendría que formar algo dentro de la UDI y eso es inviable. Gane o pierda, voy a generar un movimiento social y político.

—¿Cree que Sebastián Piñera se jugaría por una continuidad, asegurando otro gobierno de derecha consecutivo?

—Si Piñera gana y hace lo mismo, no sólo no vamos a tener un segundo gobierno, sino que nos vamos a enfrentar, ahora sí, al Frente Amplio.

Relacionados