Por Víctor Hugo Moreno Julio 3, 2017

El 3 de mayo pasado la periodista Beatriz Sánchez y el sociólogo Alberto Mayol llegaban a las oficinas del Servel cargando al hombro cada uno cajas con las fichas de 42.818 personas que permitían inscribir a Revolución Democrática como partido político, lo que les abría las puertas para hacer primarias legales presidenciales en el naciente conglomerado del Frente Amplio. Ese día Sánchez instauró el concepto: ¡La hicimos! ¿Qué fue realmente lo que hicieron tras la victoria de la ahora única candidata del Frente?

La coalición —que agrupa a 12 movimientos algunos de izquierda, otros liberales— no tenía en mente hacer primarias.  De hecho, el tema estaba más menos resuelto desde enero, cuando veían que la mejor opción era hacer una consulta ciudadana vía web. Sin embargo, dentro del Frente tomó fuerza la idea de ocupar el espacio de primarias, sobre todo, para alcanzar una vitrina en la televisión abierta mediante la franja electoral. Era una gran posibilidad, más aún con la Nueva Mayoría fuera de combate. Y con ello, rápidamente, y en menos de un mes lograron levantar dos candidatos y llevar adelante el proceso. Ante ese escenario, los análisis apuntaban a que pasara lo que pasara este domingo 2 de julio el gran ganador sería el Frente. Pero todo dependía de cuánta gente marcaría su preferencia en la boleta electoral del conglomerado. Las expectativas indicaban que el óptimo era superar el medio millón de votos, tomando como referencia las 442 mil personas que votaron en 2013 por Marcel Claude, Alfredo Sfeir y Roxana Miranda, lo que sería el voto más cercano al ahora Frente Amplio. Sin embargo, la cifra final fue sólo de 327.613 mil electores (221.348 para Sánchez; 106.265 para Mayol).  Resultado que ya se analiza con cautela dentro del movimiento, en donde a partir de hoy comenzará una nueva etapa de restructuración de la campaña presidencial, y en donde parten con un piso mínimo e inferior a las primeras expectativas.

Uno de los desafíos que se le vienen por delante a la coalición será mejorar el nivel de conocimiento de su candidata, sobre todo en sectores populares y en regiones. 155. 000 de los votos obtenidos por el Frente (sumando ambas candidaturas) se concentran en la Región Metropolitana y más específicamente en las comunas de Santiago, Ñuñoa, Providencia. Entonces la misión del Frente es clara: despliegue territorial a lo largo de todo Chile para penetrar en las zonas donde, todavía, el Frente no llega. Las redes sociales no bastan para ganar una elección y en ese mundo ya no tienen donde crecer más.

Pero, ¿qué pasa con el discurso, hacia dónde debe girar? El analista político de la Universidad de Talca, Mauricio Morales,  cree que el FA ya copó el voto duro de izquierda, por lo que ahora deberá salir a buscar hacia otros lados esos votos que los hagan soñar con algo más.

“El Frente Amplio elevó desmesuradamente las expectativas de participación y eso lo hace ver como una coalición derrotada. Sin embargo, movilizó más gente que en la elección local pasada (concejales tomando la sumatoria de los partidos que hoy integran la coalición). Desde esa perspectiva es un éxito. Lo que debe mejorar es el despliegue territorial en zonas populares. Junto con ello, es muy necesario que sus figuras más relevantes muestren cierto arraigo territorial. El Frente Amplio no marcó diferencias importantes en las zonas que representan Jackson y Boric. En términos políticos, el Frente no puede insistir en buscar electores hacia la izquierda. Ya copó esa zona y no hay más. El desafío está en moverse hacia el centro. Y eso no será fácil particularmente por la eventual incidencia de Mayol en el programa de Sánchez. Por tanto, hay desafíos electorales, políticos y programáticos”, explica.

Desde el Frente están conscientes que ahora comienza una nueva batalla y que esta se debe dar en el territorio, con el mayor despliegue que se pueda durante estos meses.  Así lo comenta, Karina Oliva, presidenta del Partido Poder.

“Estamos tranquilos, porque logramos  irrumpir como un actor político  relevante. Sin embargo, sabemos que aún nos falta para lograr el objetivo de derrotar a la derecha y a la casta política. Nos habíamos puesto como piso 300 mil votos en estas primarias y eso lo logramos, pero el desafío  era acercarnos  a la derecha y,  ese desafío, no lo logramos. Ahora debemos evaluar con la suficiente autocrítica y madurez lo que hicimos y proyectar lo que viene. Todas las encuestas de opinión nos sitúan o sobre Guiller y muy cerca de él. Entonces tenemos que ser capaces de convocar para noviembre a esa inmensa mayoría que nos ve como la alternativa más fuerte a la casta y la derecha, pero que por algún motivo no votó en las primarias. Tenemos que ser capaces de desplegarnos territorialmente y desbordar al Frente Amplio, lograr una mayoría social y política, en la diversidad y transversalidad, pero sin renunciar a la radicalidad del proyecto frente amplista”, afirma, agregando que también el desafío de Beatriz Sánchez es diversificar las fuerzas al interior del Frente para ser “más inclusivos”.

Con todo, el Frente Amplio deberá seguir buscando una identidad que le permita presentar un proyecto sólido al país.  Y esa búsqueda aún navega bajo la discusión del programa ciudadano que debería ser el que represente a la candidata Beatriz Sánchez. ¿Cuánto de izquierda tendrá ese programa?, aún no se sabe, pues todavía no está aprobado por las orgánicas. Por ahora, sólo está la hoja de ruta que presentó Sánchez al lanzar su campaña de primarias. El Frente deberá marcar su rumbo, pero por sobre todo su dirección. Todo indica, según estos primeros análisis, que la izquierda no es el camino para crecer. El Frente sigue buscando donde quedarse y aún no encuentra su propia ruta.

 

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