Por Juan Andrés Quezada, desde Punta Arenas Abril 29, 2016

Avenida Chiloé 755, Punta Arenas. Miércoles 27 de abril. Carolina Goic (43) recibe en su oficina a los representantes de la comunidad kawésqar de Puerto Edén, con quienes aborda las modificaciones a la Ley Indígena y definen espacios para participar en el proceso constituyente. Los cero grados del exterior contrastan con el cálido ambiente de su oficina, adornada con dibujos y pinturas de niños de su ciudad. Vestida con polera, pantalones y tacos negros, su chaqueta —diseñada por Pía Oyarzún— tiene estampada una oveja, el animal símbolo de Magallanes. Sus aros son unos pequeños selknam y su collar una máscara selknam que significaba el paso de la niñez a la adultez en la cultura de este pueblo ubicado al norte de Tierra del Fuego.
Han sido semanas agitadas para la senadora. El viernes pasado, en su calidad de presidenta de la DC, pronunció uno de los discursos más comentados durante los funerales de Patricio Aylwin.
“Es momento en que los políticos pidamos perdón por no haber actuado a tiempo, por los abusos de poder, por la falta de ética, por haber traicionado la confianza de aquellos que representamos, sirviendo a otros intereses y no los de las familias y chilenos y chilenas”, fueron sus palabras a la entrada del Cementerio General.
—Su discurso tuvo harta repercusión.
—No lo imaginé. Fueron días bien especiales y de mucha reflexión en torno al quehacer político y público, a raíz del fallecimiento de don Patricio. Tampoco nadie se imaginó lo que iba causar recordar su memoria, su obra, sus discursos. Ver a la gente, cómo salió espontáneamente a la calle, como hizo fila varias horas para despedirse de él, es la valoración del político austero, honesto, humilde. Eso lo teníamos que recoger y lo que traté de hacer en el discurso fue contrastar esa reflexión con el momento actual, en que día a día enfrentamos, con razón, la desconfianza de la ciudadanía.

"Para recuperar la confianza de la gente —como clase política— se requiere de una señal fuerte, de decir: entendimos lo que pasó, reconocimos los errores, la justicia tiene que hacer su trabajo, respetamos las instituciones y va a haber un cambio de actitud de cómo hacemos las cosas. No vamos a seguir apostando a que no me pillen", dice.

—¿Es verdad que improvisó el llamado a pedir perdón?
—Llevaba un discurso con un llamado a enfrentar la crisis de desconfianza siguiendo el ejemplo de don Patricio. Me parecía importante que su partido asumiera ese día un compromiso con la buena política, pero esa tarde, en el camino del cortejo de la Catedral al cementerio, al ver a la gente enrostrándonos los errores cometidos, me provocó hacer el llamado a pedir perdón.
—¿Qué le decía la gente?
—Personas con banderas de la falange, que se notaba que estaban guardadas desde hace mucho tiempo, nos decía indicando el féretro: “Apréndanle a él”, “¡Aprendan!”. Incluso había un letrero que decían “Aprendan del ejemplo de Aylwin”. Y uno tiene que ser capaz de escuchar lo que la gente nos estaba diciendo y mi esfuerzo fue en esa dirección, en hacernos cargo de lo que está pasando, pero con mucha humildad.
—Usted comparó su perdón con el de Aylwin por las violaciones a los derechos humanos…
—Son situaciones que no son comparables, pero yo las asocié, porque cuando Aylwin pide perdón lo hace asumiendo una responsabilidad de Estado, y yo creo que para recuperar la confianza de la gente —como clase política— se requiere de una señal fuerte, de decir: entendimos lo que pasó, reconocimos los errores, la justicia tiene que hacer su trabajo, respetamos las instituciones y va a haber un cambio de actitud de cómo hacemos las cosas. No vamos a seguir apostando a que no me pillen.
—Mariana Aylwin señalaba que la DC tiene que aprovechar este clima de unidad que inyectó la muerte de su padre al partido. ¿Cómo se hace cargo de eso?
—Mi impresión es que la gente quiere volver a creer en sus líderes. Eso es lo que yo traduzco al ver a miles de personas en todo Chile —no sólo en Santiago— que se manifestaban esos días en las calles. La gente necesita volver a recuperar la esperanza en los políticos y mirar la política de una forma más positiva, como la representó Aylwin, quien actuó con convicción, sencillez, diciendo las cosas de frente. Yo siento que para el país hoy existe una oportunidad.
—Su mensaje fue interpretado también como una forma de mostrar su liderazgo político y eventual proyección presidencial. ¿Qué opinión le merecen esas lecturas?
—Más que mostrar mi liderazgo político, mi interés es cumplir el rol que me corresponde como presidenta de la DC. Para la DC estas últimas semanas han sido un buen tiempo, un tiempo de volver a las raíces, de revivir el espíritu de fines de los 80 y principios de los 90. En la organización del funeral de don Patricio volvimos a sentir el valor y la mística del trabajo colectivo. Isabel Aylwin lo dijo en el consejo del lunes: la organización de la despedida salió impecable y ello requirió del esfuerzo de mucha gente, de importantes camaradas que trabajaron tras bambalinas, sin buscar el lucimiento personal. Su mensaje fue cómo nosotros recuperamos eso para mejorar el descrédito de la política. En la actuación de los parlamentarios, por ejemplo. Aquí hay un desafío, pero para mí el camino es bastante nítido.
—¿Cuál sería ese camino para recuperar el crédito de la política?
—Volver a actuar con más humildad. Por eso, para mí era importante hacer este reconocimiento de las faltas. Nosotros hemos avanzado en una agenda legislativa y un tiempo más se van a mostrar esos cambios, pero la gente no siente eso, no siente que haya un cambio de actitud.

"Esa negociación (por las primarias de la Nueva Mayoría) se enfrentó más bien desde la lógica de cómo mantenemos el espacio. Mi impresión es que faltó generosidad de los partidos para entender el desafío en el cual estamos, se buscó defender la comuna y no mirar el objetivo global: cómo enfrentamos a la derecha en el espacio local".

—Quiera o no, este episodio la instaló como carta presidencial de la DC...
—Yo no lo veo así. No está en mis planes, tampoco tengo ninguna ambición presidencial.
—Pero para muchas personas su liderazgo le viene como anillo al dedo a la DC, ya que abre el espectro…
—Sí, pero no me parece que sea el momento de hacer la discusión sobre candidaturas. Para mí es importante en estos momentos aportar a la DC para ver cómo somos capaces de reencantar, partiendo por nuestros militantes, luego a nuestros adherentes que han creído en nosotros, y a la ciudadanía. Mi principal esfuerzo es transformar a la DC en un partido que toma la avanzada en materia de transparencia y probidad, y en profesionalizar al partido. Ya acordamos ponerle urgencia al proyecto de ley que endurece penas en caso de tráfico de influencia y cohecho y al límite a la reelección de los parlamentarios. Si hay condena judicial, se pierde la militancia. En la junta acordamos no llevar candidatos que tuvieran cuestionamientos por falta grave a la probidad y el lunes, en el consejo nacional, llamamos a los otros partidos del bloque a sumarse. Hoy, cuando estamos cuestionados por la ciudadanía, es inaceptable que se proteja a personas que tengan cuestionamientos y condenas.
—A su juicio, ¿Jorge Pizarro debió dejar antes la presidencia de la DC?
—No sacamos nada con mirar para atrás. Tengo la convicción que el partido está en un buen pie. Me siento orgullosa de poder estar al frente de la DC en esta etapa. Soy una mujer que nunca le ha hecho el quite a los desafíos. Muchos amigos me recomendaron no asumir la presidencia del partido en esta época de tanto descrédito, pero yo nunca lo dudé.
—¿Cuál es su plan para lograr su objetivo?
—Devolviendo la mística. Lo que ha pasado tras el funeral de Aylwin nos da luces, nos ha hecho reencontrarnos con la mejor parte de nuestra historia, y lo que nos hace es resituarnos en la política chilena. Siento que hemos estado en una atmósfera de mucho pesimismo, de derrotismo, de conflictos pequeños; don Patricio nos saca de eso, nos dio perspectiva…. Estábamos viendo todo nublado, gris, y creo que ese ánimo también se contagia al país.
—La sede de la DC en Alameda es muy gris.
—Vamos a hacer cambios. Se me han acercado muchos camaradas a ofrecerme apoyo sin pedir nada a cambio, incluso militantes antiguos que estaban alejados del partido me han dicho en los últimos días: “Sabe Carolina, yo quiero ayudar, quiero volver al partido”. Me los he encontrado en la calle, en los mismos actos de despedida de Aylwin, aquí en la región, siento que hay un buen aire, un nuevo aire para la DC, un nuevo empujón.
—¿Qué cambios tiene en mente?
—Le hice muchos cambios a mi oficina en la DC, le saqué el gris, abrí las puertas construimos una mesa de reuniones grande con los chiquillos de la juventud, les puse unos paneles blancos más modernos, llené de fotos… Muchas cosas entran por la vista. Queremos recuperar un teatro que hay abajo del edificio. Pero más que los cambios físicos, lo más importante es lo que hagamos en la práctica, y hoy la Ley de Partidos representa una oportunidad. Voy a dejar todo mi esfuerzo para convertir a la DC en el partido más transparente del país y no todo centrado en Santiago, sino que fortaleciendo las instancias partidarias en regiones.

Primarias: “faltó generosidad”

Rápidamente, Goic enfrentó también esta semana los desencuentros y tensiones que han caracterizado a la Nueva Mayoría, con el fallido ingreso en el Servicio Electoral de las candidaturas municipales que pretendían definirse en primarias.
—Hablé de actuar con humildad, pero también con coherencia, y por eso nosotros salimos a decir que no estamos disponibles para una ley express. Cuando la gente común y corriente comete un error, tiene consecuencias, ¿por qué nosotros no?
—¿No cree que, más allá de los errores de forma, hay un deseo oculto de defender comunas y no hacer primarias?
—Ha quedado claro que hubo una seguidilla de errores, donde el punto no es sólo si se llegó tarde, sino una mala actuación de fondo en la Nueva Mayoría. La DC ha dado muestras de abrir la participación de candidatos. Hace unos meses, hicimos primarias internas en 80 comunas para definir a nuestros candidatos, donde participaron más de 65 mil personas, el doble de las que participaron en las primarias entre Ximena Rincón y Claudio Orrego. Nosotros defendemos la participación, pero esa negociación no se enfrentó desde la lógica de que el desacuerdo implicaba primarias, sino más bien de cómo mantenemos el espacio. Mi impresión es que faltó generosidad de los partidos para entender el desafío en el cual estamos, se buscó defender la comuna y no mirar el objetivo global, que es cómo enfrentamos a la derecha en el espacio local.
—De todas formas, ¿cree que fue un error de Isabel Allende no haber asistido a la inscripción del pacto electoral?
—No tengo dudas que si se volviera atrás las cosas se harían distinto, pero no creo que lo correcto sea personalizar el error, porque si se llegó a último minuto, se corría un riesgo.
—Usted es cercana a Bachelet, ¿qué opina de su bajo apoyo en las encuestas?
—Ha habido dificultades evidentes y en eso hay que ser capaces de hacer una autocrítica y asumir la responsabilidad del trabajo colectivo. No perder de vista el compromiso que asumimos como gobierno, que a veces parece perderse… En la forma cómo se enfrentó la negociación municipal claramente se perdió ese compromiso.

Apertura de mente

La asistente social de la Universidad Católica Carolina Goic llegó a la política de la mano del fallecido senador Adolfo Zaldívar, quien cuando presidía el partido, en 2004, le pidió insistentemente que postulara a la Cámara de Diputados en 2006 por el distrito 60, que comprende las comunas de Río Verde, Antártica, Laguna Blanca, Natales, Cabo de Hornos, Porvenir, Primavera, Punta Arenas, San Gregorio, Timaukel y Torres del Paine. Finalmente, el líder “colorín” logró convencerla.
Desde ahí se ha ubicado a la izquierda y a la derecha del espectro DC, confundiendo a más de algún dirigente. A favor de legislar sobre el aborto y discutir el matrimonio homosexual, no tiene miedo de ir a contracorriente del partido. Fue una de las más férreas defensoras de la reforma laboral más dura. No obstante, con la misma fuerza respaldó la ley corta contra la delincuencia que impulsa el ministro Jorge Burgos, otro de sus aliados en el partido.
“En el proyecto de aborto, estamos hablando de situaciones excepcionales y lo que yo he dicho es que tenemos que legislar”, define . “El matrimonio con personas del mismo sexo es una discusión que tenemos que hacer con mucha apertura de mente”, son algunas de sus definiciones”, agrega. Ysobre la reforma laboral —que esta semana sufrió un duro revés en el Tribunal Constitucional—, dice:“Soy contraria al reemplazo externo e interno en huelga, creo que la ampliación de beneficios a los no sindicalizados no puede ser prerrogativa unilateral del empleador... La DC pagó costos innecesarios en la discusión de la reforma laboral porque hubo camaradas que resaltaron su postura individual y no la del partido”.
—¿Cuál es su lugar dentro de la DC?
—Si hay algo que hemos reafirmado en estos días en la DC es que, más allá de los lotes, está la importancia de ser uno. A la DC le ha hecho mucho daño el marcar con una estrellita si eres cercano a X o a Z. Eso valió, incluso, expulsiones que le hicieron mucho daño al partido. Yo siempre he sido sobre todo democratacristiana y hay muchas ideas que comparto con los “chascones”, mi padre tiene una historia freísta, pero fue Adolfo quien me pidió ser candidata y eso siempre lo voy a reconocer.
—Ese grupo de diputados “colorines” fue bien crítico en el primer gobierno de Bachelet…
—Yo no voté contra el Transantiago, que fue un punto de quiebre. Siempre he actuado bajo lo que yo creo, y no me reconozco dentro de uno u otro grupo. Quizás por eso siempre he sido un factor de consenso en varias mesas.
—En temas como el aborto y la reforma laboral, ¿es difícil enfrentarse a los viejos elefantes del partido?
—Mi experiencia ha sido que uno no tiene que perder el estilo para defender con firmeza las convicciones que se tienen. Las mujeres no tienen que masculinizarse para ocupar un lugar en la política. En la reforma laboral tuvimos diferencias, pero defendí la postura del partido. Recuerdo que cuando me enfermé (en 2012, a raíz de un cáncer linfático, se alejó por un año de la política) mucha gente me recomendó esconder la enfermedad, señalándome que podría significar el fin de mi carrera política. Yo hice lo contrario, le conté a todo el mundo, lo cual generó confianza.
—En esa oportunidad, señalaba en una entrevista: “Tiene que haber algo positivo después de esto”. Vinieron cosas positivas tras su recuperación.
—La enfermedad es un aprendizaje de vida, sin embargo, tengo una gran frustración, porque pedí al gobierno patrocinar una ley que crea una agencia nacional contra el cáncer que se haga cargo de esta enfermedad, pero hasta el día de hoy no tenemos respuesta de la ministra. Esto a pesar de que, más que recursos, se necesita una organización distinta.
—La noticia de la falta de un oncólogo infantil en Punta Arenas fue muy difundida, ¿usted, como autoridad, se sentía responsable?
—No, porque he impulsado muchas iniciativas que se han concretado, y siempre he hecho mucho trabajo de acompañamiento a las familias. Sí siento frustración en la mirada centralista de los chilenos. La falta de un oncólogo no se debía a problemas de recursos, sino que a otros factores, como la falta de oportunidades, la lejanía y la imposibilidad de especialización.

La mitad de la semana fuera de casa

"La DC pagó costos innecesarios en la discusión de la reforma laboral, porque hubo camaradas que resaltaron su postura individual y no la del partido"

Hija de un conocido dirigente DC de Punta Arenas, Pedro Goic Karmelic y Mary Boroevié Yotronic, sobrina de Alejandro Goic, obispo de Rancagua y vicepresidente de la Conferencia Episcopal; la vida de Carolina Goic cambió bruscamente el pasado sábado 2 de abril, cuando escuchó desde la testera la renuncia de Jorge Pizarro a la directiva por su vinculación al caso SQM. En un año pasó de ser la séptima vicepresidenta a la presidencia. “Siempre he sido una militante muy disciplinada que está disponible para asumir responsabilidades”, cuenta la senadora, quien está casada con Cristián Miranda y tiene dos hijas, Catalina, de 13, y Alejandra, de 8 años.
—¿Habló con su familia antes de aceptar el cargo?
—Los llamé para contarles. Mi marido no se dedica a la política y siempre se ha sentido orgulloso de mi carrera política, y esa tarde me dijo: “Dale, si me tengo que multiplicar, me multiplico”. Yo paso más de la mitad de la semana en Santiago y Valparaíso y él ha sido un tremendo compañero y buen papá. Él dice que para él esto también ha sido una oportunidad.
—¿Apoya la ley de cuotas que garantiza cargos a mujeres en política?
—Absolutamente. Durante un largo tiempo fui la única diputada de la DC.
—¿Es partidaria de que la DC lleve un candidato presidencial en primera vuelta?
—Acordamos llevar candidato presidencial. El cómo se da el proceso es algo que vamos a tener que ir discutiendo.

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