Por Juan Andrés Quezada Noviembre 27, 2014

© Pablo Sanhueza

"Yo no veo que los proyectos de educación vayan a tener un destino demasiado distinto al que tuvo la reforma tributaria. En una democracia hay un solo modo de construir reformas profundas y duraderas: a través de grandes acuerdos, y veo que las cosas se encaminan en esa dirección en el Senado"

El 26 de noviembre está marcado especialmente en la apretada agenda de Enrique Correa (69). Es el cumpleaños 96 de Patricio Aylwin y no ha dejado de ir a saludarlo desde que fue su vocero de gobierno a comienzos de la transición. “En un rato más iré a entregarle un engañito a don Patricio”, señala el ex ministro desde una sala de reuniones en Imaginacción, su empresa de asesoría estratégica que fundó en 1996 y que hoy es una de las más grandes del mercado. Desde ahí -el piso 24 de un moderna torre en Providencia- Correa pareciera monitorear  tanto el mundo de la política como el de las empresas. No en vano hoy es uno de los analistas y lobbistas más requeridos del país y expositor seguro en encuentros como Enade.

-El comienzo de esta semana estuvo marcado por las duras críticas de Evelyn Matthei a la presidenta y las numerosas respuestas de parte de la Nueva Mayoría… ¿En Chile se está perdiendo la amistad cívica, como decía Patricia Matte en una reciente entrevista?
-Más que contiendas reales, en el curso de este año han abundado los excesos de lenguaje de confrontación, de lado y lado. Y el abuso del lenguaje conduce a la crispación de la política, que no permite la construcción de confianzas, que son las que finalmente permiten gobernar, reformar y mejorar las cosas. Lo que no entiendo bien es cómo la derecha puede caer en esta contradicción. Ya que, por un lado, se queja de que el gobierno no siempre tiene conductas dialogantes y que la Nueva Mayoría ha usado términos agresivos. Y ellos, por lo menos la UDI, salen respaldando una de las entrevistas más agresivas que he leído en el último tiempo. Y dirigida contra la presidenta. Jamás ninguno de nosotros, que fuimos opositores muy críticos al gobierno de Piñera, nos referimos de esa forma al presidente. El respeto a la presidenta es una condición básica de una convivencia razonable en un país que no tiene grandes problemas y que posee una normalidad superior a la del resto de los países de la región. Buena parte de esa normalidad tiene que ver con el respeto a las instituciones. Tratar de ese modo a la presidenta en una entrevista bastante fuera de control no le conviene a nadie.

-Ella dijo que era lo que pensaba...
 -Está bien, puede ser una opinión individual de ella y es libre de tener las conductas que quiera, aunque tiene que tener en cuenta que fue candidata y los candidatos derrotados deben desarrollar un cierto ejercicio de la prudencia. Lo que me parece delicado es el respaldo tan cerrado que le dio la UDI a ese lenguaje y que acompañó de un video que sólo contribuyó a echar a perder las cosas. Si la UDI fue tan crítica al video del gobierno (donde se  defendía la reforma tributaria),  no entiendo por qué ahora elabora un video en un momento donde hay que buscar acuerdos en torno a la reforma educacional. Levantar una bandera de guerra en un país en paz puede llegar a ser patético.

-¿Cuál es la cuota de responsabilidad del gobierno en tensionar el ambiente político enviando tantas reformas en un año?
-Efectivamente, la presidenta ha puesto un acento muy grande en cumplir sus promesas. Ella siente, con razón, que en parte, el detrimento del prestigio de la política tiene que ver con incumplimientos reiterados de promesas de parte de los dirigentes políticos, y ella quiere establecer un ranking de cumplimiento de sus promesas de campaña. Por otro lado, sin embargo, se ha estado discutiendo, lo que me parece muy interesante, la idea de una hoja de ruta que oriente todo el 2015. Y esa carta de navegación, como le decíamos antes, debería incluir con mucha precisión lo que se va a hacer y lo que no se va a hacer. Esas son las dos caras de todo esto. Si se afirmara con mucha claridad lo que se va a hacer, se va adelante con todo, y lo que no se va a hacer, no se hace, sería una señal de certidumbre que ayudaría mucho a ordenar el escenario político.

-¿Usted aconsejaría a Bachelet concentrarse en dos cosas puntuales y no abarcar tanto?
-Eso lo va a determinar la presidenta, los partidos y los parlamentarios, pero creo que, en la práctica, lo que va a ocurrir es que todo se va a ir concentrando en la reforma educacional, porque en torno al éxito de ella no sólo se juega el destino del gobierno, sino que el futuro gobierno, de la manera cómo se van a ordenar las políticas sociales y el diálogo y debate entre las coaliciones por varios años. Tal como lo hizo la reforma previsional en su momento, como lo hicieron las primeras reformas de la transición, o la reforma a la salud, tengo la impresión que la reforma a la educación va a dejar establecido un escenario duradero  en el país. Va a rayar la cancha.

-¿A qué cancha se refiere?
-Es que se olvida que, despachados los proyectos que están hoy, vienen los proyectos de fondo. ¿De dónde surgió esta demanda social  ciudadana por la reforma educacional? Por el alto costo de la educación superior. La demanda por gratuidad fue la que tuvo un gran apoyo ciudadano en el momento de oro del movimiento estudiantil y todavía no hemos empezado a discutir aquello. El otro gran punto es que en enseñanza básica y media todo lo que se está haciendo está siendo dirigido a la educación particular subvencionada, pero -y todo el mundo lo dice- hay que enfocarse en la educación pública.

-Otra de las críticas es que se quiere hacer todo muy rápido… Y la regla indica que las cosas hechas a la rápida no resultan bien…
-La presentación de los proyectos ha sido realizada con una gran rapidez, pero no así su trámite parlamentario. El Senado se tomó el tiempo necesario para discutir la reforma tributaria, que finalmente surgió de un muy buen acuerdo y creo que lo mismo va a pasar con la reforma educacional. Usted ha visto que se han tomado las medidas para, por una parte, despacharla el 31 de diciembre y, por otro, se produjo un acuerdo para trabajar en comisiones unidas (Educación y Hacienda) y mantener informados a los diputados para buscar una convergencia de todo en un proyecto que sin duda saldrá adelante producto de un gran acuerdo.


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"NO HAY NADA QUE REFUNDAR EN CHILE"

-Por su trabajo, usted se reúne con hombres de negocios, empresarios influyentes, ¿ve temor en ellos?
-Hay que hacer un gran trabajo por restablecer plenamente las confianzas entre el empresariado y el gobierno,  y veo que el ministro de Hacienda se encamina en esa dirección. No vamos a superar el momento económico difícil que vivimos -no recesivo, porque seguimos creciendo- y la desaceleración  si no se establecen vínculos de confianza claros con el empresariado. Si queremos crecer más, inyectar más dinamismo a la economía y, por tanto, tener más recursos para las reformas y para los planes sociales, un punto clave es el establecimiento de vínculos con el empresariado.

-¿Por qué ponía hincapié en que Chile posee una normalidad superior a la del resto de los países de la región?
-Chile es un país normal, que funciona bien y que está lejos de otras experiencias populistas de la región. Nada de lo que ha hecho el gobierno, ni de lo que propone el gobierno, pone en duda los cuatro pilares fundamentales sobre los cuales nuestra economía reposa: un banco central autónomo, un sistema financiero sólido, una regla fiscal que todos respetan y una economía abierta.  Estos cuatro principios que hemos construido en las últimas décadas siguen sosteniendo un edificio económico de gran solidez.

-Pero igual se percibe inquietud por las reformas...
-Siempre los períodos de cambio, y estamos en un periodo de cambio, traen sus turbulencias, siempre generan discusiones, pero de lo que se trata es de combinar la necesidad de cambios con la necesidad de acuerdos. En la medida que los cambios caminen buscando no la contienda sino el acuerdo para sacarlos adelante, la superficie política que hoy se ve muy movida, se va a normalizar.

-Pero la estrategia del gobierno terminó por endurecer a la oposición, que anunció un cambio de rumbo de su estrategia en la reforma educacional. ¿Ve de verdad la intención de llegar a acuerdos?
-Yo no veo que los proyectos de educación vayan a tener un destino demasiado distinto al que tuvo la reforma tributaria. En una democracia hay un solo modo de construir reformas profundas y duraderas: a través de grandes acuerdos, y veo que las cosas se encaminan en esa dirección en el Senado. Y déjeme agregarle algo, debido a la debilidad de la derecha, el punto clave es el acuerdo al interior de la Nueva Mayoría. En la medida que haya acuerdo en la coalición, me cuesta pensar que toda la derecha vaya a estar en contra de la reforma, tal como sucedió con la reforma tributaria. Al revés, si hay divisiones en la Nueva Mayoría, la derecha toma argumentos para sus políticas duras.

-¿Y usted vislumbra un acuerdo entre los sectores más conservadores de la DC, como Ignacio Walker y Andrés Zaldívar con los más de izquierda, como Fulvio Rossi y Jaime Quintana?
-No me cabe ninguna duda, porque creo que la conducta de todos los que somos participantes de la Nueva Mayoría tiene que establecerse sobre tres principios: respaldar a la presidenta sin reservas, apoyar con decisión los cambios y buscar sin desmayo los acuerdos.

-Ernesto Silva señalaba que “en la clase media se está incubando un malestar profundo con las reformas de Bachelet”. ¿Comparte esa afirmación?
-No voy a comentar lo que dice el presidente de la UDI, pero quiero decir algo: debemos evitar una lectura equivocada de la sociedad. La sociedad chilena cambió profundamente estos dos años, sus demandas son más fuertes que antes, hay una presión, una lucha muy fuerte por bienes públicos de calidad y esto es propio de una sociedad que se ha ido transformando en una clase media, exigente socialmente, pero moderada políticamente. Leer este cambio de la sociedad chilena como un giro hacia la izquierda puede ser un error fatal. Tenemos una sociedad de clase media y no una sociedad inclinada más hacia la izquierda.

-¿Está de acuerdo entonces en que en la pasada elección no hubo mayoría política para refundar el país?
-Chile ha hecho una construcción política, económica y social notable. No hay nada que refundar en Chile, pero mucho que cambiar.

-¿Con quien se siente más identificado, con la irrupción de Gutenberg Martínez, Insulza y Pérez Yoma o con las reformas que impulsan Rodrigo Peñailillo, Javiera Blanco o Claudia Pascual?
-No haría una oposición entre los grandes fundadores de la Concertación y este otro grupo que usted menciona. Por ejemplo, no hay dos opiniones en cuanto al gran desempeño del ministro Peñailillo. Él ha demostrado este año un talento político notable, que es transversal política y generacionalmente.

-Se ha comenzado a hablar de cambio de gabinete, ¿cree que es tiempo para un ajuste?
-Mire, hablar de cambio de gabinete en un régimen presidencial es una divagación. Lo fundamental es construir una hoja de ruta donde se diga lo que se va a hacer y lo que no se va a hacer, dar señales de certidumbre y, bueno, construir los equipos que sean necesarios.

-Y, a su juicio, ¿qué es lo que no se debería hacer?
-Como le dije, creo que la vida nos va a ir concentrando cada vez más en la reforma educacional. Mire usted toda la concentración política que requiere la discusión de estos proyectos, que sólo reforman los alrededores de la educación, porque se supone que el 2015 va estar dominado por la discusión sobre la gratuidad y la educación pública. En la reforma educacional el gobierno se juega su suerte y se juega, además, la escena del país para un tiempo bastante largo.

-¿Y ve al ministro Eyzaguirre terminando su periodo?
-Le vuelvo a decir que eso tiene que resolverlo la presidenta. Pero en el caso de la reforma educacional, en el tramo actual, las cosas están claras: el Senado se ha puesto un plazo para despachar. Como decía el maestro Boeninger: los acuerdos no son óptimos para nadie ni convenientes para todos.

"LA DERECHA ESTÁ CONDENADA A SEBASTIÁN PIÑERA"

-¿A qué atribuye usted el dilema que vive hoy en día el Partido Comunista, cuyo rol en el gobierno le ha hecho perder influencia en los movimientos sociales y enclaves sindicales?
-Antes que nada, quiero decirle que considero que la inclusión del Partido Comunista en la coalición de gobierno es una gran noticia. Si quiere que se lo diga de otro modo: siempre el Partido Comunista debió haber sido parte de nuestra coalición, desde un comienzo. En segundo lugar, el PC es un partido serio y cumplidor, y lo ha sido toda su historia.

-¿Se puede estar con “un pie en el gobierno y otro en la calle”, como pretende el PC?
-Tiene que buscar la manera de contribuir con la seriedad que lo está haciendo al gobierno, por un lado y, por otro, seguir teniendo gravitación social. Es perfectamente posible.

-Esta semana, los diputados DC se enfrentaron a sus socios en la votación del reajuste para el sector público. ¿Por qué cree usted que la DC busca marcar su identidad en cada discusión que se da en el Congreso, yendo algunas veces contra lo acordado al interior de la Nueva Mayoría?
-La DC ha votado a favor todos los proyectos del gobierno. La DC percibe que no ha tenido el trato que le corresponde y creo que es necesario ajustar las relaciones entre los partidos. José Miguel Insulza lo dijo hace unos días en una entrevista -algunos dicen que somos mayoría en el país y, al mismo tiempo, atacan a la DC, que es parte de esa mayoría-. La Concertación antes y la Nueva Mayoría hoy sólo pueden ir adelante si tienen altos grados de consenso interno. Como dice la Sagrada Escritura, ninguna casa dividida contra sí misma prevalece. La DC -creo yo- ha tenido una conducta reactiva a lo que ellos han considerado una conducta poco amistosa.

-A propósito de Insulza, él llega a Chile el próximo año, ¿ve a su amigo como candidato presidencial?
-No hablemos de elecciones presidenciales cuando la presidenta está a punto de cumplir un año de electa. Alguno ya se ha puesto traje de candidato, pero no por mucho madrugar se amanece más temprano.

-¿Ve algún liderazgo en la derecha?
-A uno le da la impresión que la derecha está condenada a Sebastián Piñera.

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"MI EMPRESA NO TIENE NINGUNA RAZÓN OCULTA EN ARMARIO ALGUNO"

-¿Qué opina de la nueva ley del lobby que comienza a regir esta semana?
-Me parece una gran noticia. Toda legislación que aumente la transparencia entre el sector público y privado en todas sus áreas, entre grupos de interés y el gobierno, es muy positiva. Sin embargo, hubiera preferido una ley que hubiera contemplado antes un registro de lobbistas, porque eso permite precisar la frontera entre lobby formal, legal y el lobby informal, que es muy peligroso.

-¿Quiénes debiesen estar en ese registro?
-Todos los que van a hacer lobby o representar a grupos de interés en el Parlamento. La idea es combatir el lobby oculto, disfrazado, informal, el que no se confiesa a sí mismo, que es el área más peligrosa.

-Lo han cuestionado por trabajar con Penta y Ponce Lerou, ¿esto tiene costo personal para usted?
-Con Ponce Lerou, no he trabajado. Nuestra empresa -Imaginacción- es una consultora que tiene un contrato con SQM, reportamos al gerente general, el gerente general reporta al directorio, y en el directorio están presentes controladores y minoritarios. Por ello, no podemos prestar servicios en favor de uno u otro de los socios de la empresa.

-¿Pero el asesorar a empresas en crisis, como Penta, tiene costo personal para usted?
-Toda empresa como la nuestra, como todo estudio de abogados tiene clientes del más distinto tipo, y si nos atenemos a las normas legales y las de nuestro propio código de ética -que está en nuestra página web-, no veo por qué podamos rechazar a un cliente. Lo que sí sería incomprensible es establecer una discriminación política en una empresa. Es como si fuera al médico y éste me dijera: “Señor, no lo puedo atender porque yo soy de derecha y usted es de la Nueva Mayoría”.

-¿A futuro le gustaría asociarse a una consultora más ligada a la centroderecha, como lo intentó con  Chadwick, Longueira y Hermosilla?
-Me pareció interesante, e incluso suscribimos un acuerdo con ellos, pero finalmente ellos desistieron de construir su empresa. Siempre estamos abiertos a la colaboración con todos, pero esta es una empresa que se instaló en el mercado, que está para quedarse y a la que felizmente le está yendo bien. Mi empresa no tiene ninguna razón oculta en armario alguno.

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