Por Sebastián Rivas Diciembre 19, 2013

En el bacheletismo comenzaron hace varias semanas -y desde antes de la segunda vuelta- los sondeos para puestos clave en la Subsecretaría del Interior y la Subdere, dos de las reparticiones consideradas estratégicas en el manejo de los conflictos.

En el PC afirman que un hito importante será la Fiesta de los Abrazos del 11 y 12 de enero, donde los dirigentes políticos y sociales de la colectividad se reunirán en varios foros para hablar sobre los detalles del rol del partido en el próximo período.

“Yo voy a tomar las decisiones que correspondan en término de gabinete, y también de las conformaciones de gobiernos regionales”. La frase de Michelle Bachelet el lunes, en su primera conferencia de prensa tras ganar la elección, sorprendió a varios dirigentes de los partidos políticos. Si bien todos daban por descontado que la presidenta electa aprovecharía el histórico 62,16% que obtuvo en la elección del pasado domingo para nombrar a sus ministros con autonomía, el hecho de que incluyera en la nómina también a los cargos regionales -como intendentes y posiblemente gobernadores- llamó la atención, porque en su primer mandato Bachelet dejó las designaciones regionales en manos de Andrés Zaldívar, su primer ministro del Interior.

Sin embargo, en el entorno de la mandataria electa explican que hay un factor de peso detrás de esa declaración. El panorama social es muy distinto a ocho años atrás, y se prevé que Bachelet empiece a enfrentar manifestaciones y críticas apenas llegue al palacio de La Moneda. Y dentro de ese escenario, las protestas regionales son una preocupación central. Durante el gobierno de Piñera, movimientos como el de Aysén y el de Freirina tuvieron alcance nacional, pese a ser dos ciudades de menos de 20 mil habitantes. “Ahora quienes se manifiestan saben que pueden causar mucho ruido, aunque sean pocos, con las redes sociales y los medios de comunicación”, explica un dirigente político muy cercano a Bachelet.

El análisis que hay al interior del equipo político de Bachelet es que tener línea directa entre palacio y los gobiernos regionales es clave en esta etapa para anticipar problemas e intentar solucionarlos antes de que estallen, a diferencia de lo que le ocurrió a Piñera. Por eso, en el bacheletismo comenzaron hace varias semanas -y desde antes de la segunda vuelta- los sondeos para puestos clave en la Subsecretaría del Interior y la Subdere, dos de las reparticiones consideradas estratégicas en el manejo de los conflictos.

El ejemplo ilustra la preocupación que hay en el entorno de la presidenta electa por el rol que jugarán las manifestaciones y los movimientos sociales en su gobierno. “La calle” se ha convertido en un tema vital en las conversaciones y puede influir en las designaciones ministeriales. En esa área, si bien se apuesta a que el hecho de que el PC sea parte de la coalición de gobierno limite la intensidad de las protestas en algunas organizaciones, hay dos sectores que se auguran difíciles de manejar: los movimientos regionales y los estudiantes.


MANO DURA Y MANO BLANDA

De acuerdo al análisis que circula en el bacheletismo, en el gobierno de Piñera se polarizaron aún más los grupos extremos que protestan, llegando a altos niveles de violencia o a ataques personales inéditos. Los escupos a la propia Bachelet en Iquique, a Pablo Longueira y Piñera en Santiago y el ataque con tomates a Andrés Allamand mientras hacía campaña de segunda vuelta lo demuestran. La semana pasada, y pese a que la segunda vuelta era inminente, en el comité político de la campaña se conversó algunos minutos en particular sobre la agresión al presidente: la coincidencia fue que la reacción de La Moneda había sido débil y que se había dañado la autoridad del mandatario al no perseguir sanciones más altas. “No puede ser que el castigo por escupir al presidente sean sólo un par de horas de detención”, comentó uno de los presentes.

Aun cuando en la Nueva Mayoría se comenta que la idea es apuntar a que Carabineros debe detener a todo aquel que haga actos violentos, en el entorno de Bachelet hay coincidencia de que es muy posible que la presidenta electa deba hacer un gesto concreto en esa línea, aunque inicialmente sea impopular. La explicación es que debe quedar muy claro el criterio para intentar que ningún manifestante se pase de la raya.

Más allá de eso, en la coalición que pasará a gobernar desde marzo próximo hay conciencia de que no sería extraño que Bachelet enfrente movilizaciones permanentes, dado el clima que se instaló en los últimos cuatro años. Sobre 2014 hay un temor especial. En el equipo político de Bachelet se afirma que Piñera ha elevado las expectativas en los últimos meses con anuncios como la construcción de hospitales o el puente sobre el canal de Chacao, pero que la presidenta electa se encontrará en tres meses más con un presupuesto heredado y sin mucho margen para hacer cambios en él. Por eso, está asumido que no se podrán lucir grandes obras en el primer año, y el diagnóstico es que eso puede causar más tensiones sociales.

La apuesta es que el debate y aprobación de algunas iniciativas del programa en el Parlamento, como la reforma tributaria, generen consenso y contengan a los manifestantes. Sin embargo, todos reconocen que la mandataria electa enfrentará sí o sí protestas cuando plantee otro de sus proyectos estrella: la reforma educacional que incluye gratuidad y fin al lucro con fondos estatales.

ESTUDIANTES A LA IZQUIERDA

Diciembre también ha sido un mes de elecciones en la Confech. Y aunque aún falta que algunas federaciones renueven sus cargos, el panorama es claro: los grupos mayoritarios son movimientos de izquierda opositores a Bachelet. Tanto Izquierda Autónoma como la Unión Nacional de Estudiantes y el Frente de Estudiantes Libertarios responden a esa denominación. Para muchos, la mayor novedad será la escasa presencia del PC: a nivel de mesas, sólo encabezan las federaciones de la Universidad de Valparaíso y de un par de universidades privadas.

En el grupo ya se tomaron las primeras definiciones. Hace tres semanas, la Confech se reunió en la Universidad Adolfo Ibáñez, y allí se visó la elaboración de una carta pública interpelando a las candidatas presidenciales que fue dada a conocer en la semana previa a la segunda vuelta. Además, entre los estudiantes se espera avanzar en nuevas definiciones en el encuentro que tendrán el 11 de enero en Valparaíso, el primero tras el triunfo de Bachelet.

La mirada escéptica respecto a la reforma educacional es algo que predomina entre los dirigentes de las federaciones. Sin embargo, el mayor debate que está pendiente es cuál será la postura oficial de la Confech cuando el próximo gobierno presente el proyecto. Según comentan en las federaciones, hay dos grupos: los más “políticos”, cercanos a Izquierda Autónoma, que pretenden reivindicar el derecho de los estudiantes a participar en la reforma, y los “asistémicos”, que tienen una mirada aún más crítica y evalúan que una señal más potente sería restarse  del proceso.

Mientras Naschla Aburman (FEUC) está por la primera de las opciones, Melissa Sepúlveda (FECh) no ha fijado una postura definitiva. El rol de la dirigente del FEL será importante de seguir, porque es probable que su posición marque una tendencia. Con todo, Sepúlveda ya dio una señal al participar junto a la ACES, organización de estudiantes secundarios, en una breve toma del comando de Bachelet en la primera vuelta.

La ACES es, justamente, otra de las preocupaciones en la Nueva Mayoría. Si bien la Cones, la otra organización que reúne a centros de alumnos de colegios, entregó el respaldo a Bachelet para el balotaje, la entidad que ha sido encabezada por Eloísa González es más radicalizada.

En el movimiento estudiantil se ha conversado de dar una “señal de fuerza” al inicio del período de Bachelet. Sin embargo, los dirigentes consultados coinciden en que es probable que las movilizaciones se concentren en el segundo semestre, porque las señales apuntan a que ahí será cuando la presidenta electa presente la reforma educacional. Además, la Universidad de Chile, la Universidad Católica y la Usach tendrán elecciones de rector este año, y se esperan los resultados para ver cómo las autoridades electas se perfilarán frente al gobierno.

EL PC EN LA ENCRUCIJADA

Un último factor que se sigue con interés en la Nueva Mayoría es el rol del Partido Comunista en los movimientos sociales. Este sábado y domingo, el PC definirá si se incorporan al gobierno o no. En el entorno de Guillermo Teillier dicen que lo más probable es que haya una respuesta positiva: comentan que en la colectividad ya empezaron las peticiones de militantes para ser considerados en cargos técnicos y políticos. Incluso en la Nueva Mayoría se comenta que el PC tendría al menos un ministerio. Varios de los dirigentes apuntan a que podría ser de perfil técnico, como Desarrollo Social.

El PC está en una encrucijada. En el partido reconocen que, más allá de las críticas por parte de sectores de la DC como el de Gutenberg Martínez, el riesgo real es perder apoyo en las organizaciones de base al verse como “oficialistas”, algo en línea con lo que ha pasado en las federaciones estudiantiles. Los dirigentes están atentos al rol que puedan jugar Camila Vallejo y Karol Cariola. Sin embargo, en el entorno de la directiva se comenta que en las últimas semanas ellas se han distanciado de las decisiones oficiales y que su alta exposición puede hacer que asuman como diputadas posturas que sean más radicales.

La influencia del PC en los movimientos sociales está garantizada por el próximo período: tanto Bárbara Figueroa (CUT) como Jaime Gajardo (Colegio de Profesores) fueron elegidos este año, y en el caso de Gajardo, con el apoyo de la Nueva Mayoría. Y aunque afirman que se entiende que esos gremios deben movilizarse, advierten que la situación debe ser distinta a la del primer gobierno de Bachelet, donde el PC no era parte de la coalición. Un dirigente de la Nueva Mayoría recuerda que el propio Gajardo lideró un paro docente de casi dos meses ad portas de la primera vuelta de 2009. “Eso ahora sería impresentable”, explica.

Más allá de la reunión de este fin de semana, en el PC afirman que un hito importante será la Fiesta de los Abrazos del 11 y 12 de enero, donde los dirigentes políticos y sociales de la colectividad se reunirán en varios foros para hablar sobre los detalles del rol del partido en el próximo período.

Con todo, en la coalición no pasó desapercibida la declaración de Lautaro Carmona, el secretario general del PC, quien el martes recalcó la importancia que las movilizaciones tienen para el partido, algo que fue criticado sobre todo desde la DC. Un alto personero de esa colectividad comenta que la actitud de los comunistas de estar en la calle y en La Moneda puede desembocar en un fuerte conflicto. “Imagínate si Ignacio Walker hubiera dicho eso”, comenta. “Hay que clarificarse, porque es imposible estar con Dios y con el diablo al mismo tiempo”.

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