Por Juan Pablo Sallaberry Abril 4, 2013

La mesa observa con atención las actuaciones de Camila Vallejo, Karol Cariola y Camilo Ballesteros, y les advirtieron que deben ser cuidadosos en sus dichos, para no entrabar las negociaciones. Algunos dirigentes señalan que “hoy se necesita orden y evitar los personalismos”.

Guillermo Teillier llegó a Santiago a las 8 de la mañana del pasado miércoles 3 en un vuelo desde Caracas y se fue directo al Congreso en Valparaíso. Lo esperaban dos temas urgentes que resolver. El primero, descomprimir la tensión tras la polémica que desataron sus declaraciones del fin de semana previo, en que afirmó haber autorizado el atentado a Augusto Pinochet en 1986, en calidad de jefe militar del Partido Comunista y nexo con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Y, el segundo, agendar su primera reunión con Michelle Bachelet para definir si el PC respaldará o no su candidatura presidencial.

La cita ya fue pedida y, de acuerdo al cronograma del partido, debe hacerse en las próximas dos semanas, antes del pleno del Comité Central del 20 y 21 de abril. Esa instancia se pronunciará sobre las definiciones programáticas, estratégicas y electorales de cara a las primarias, las elecciones de fin de año y, lo más importante, su participación en un eventual gobierno junto a la Concertación.

En los pasillos del partido hay expectación. Dirigentes y militantes repiten una frase que refleja la importancia de la decisión que debe tomar el PC: “En sus 100 años de historia, sólo hemos sido gobierno dos veces. En la primera, con González Videla, terminamos en Pisagua. Y en la segunda, con Salvador Allende, terminamos en un golpe de Estado”. Ésta es la tercera vez que podrían llegar a La Moneda. Y no quieren cometer errores. 

La decisión de pactar con la Concertación, sin embargo, genera desconfianza en las bases, en especial en los militantes de las Juventudes Comunistas. Por eso, durante los últimos meses el partido se ha movido con cautela, fijando condiciones, y la cúpula del PC espera hacer valer su peso como el elemento necesario para generar la “nueva mayoría social” de la que habló Bachelet en su primer discurso tras regresar de Nueva York. “Nuestra reunión bilateral con ella no será para la foto. Será un diálogo real, porque tenemos muchas preguntas que hacer”, señala un alto dirigente que participará en la cita.

El PC tenía previsto iniciar su ronda de reuniones con los candidatos presidenciales este viernes 5 a las 11 horas, con la visita de José Antonio Gómez a su sede, y también extendió invitaciones a Andrés Velasco y Claudio Orrego para los próximos días. La colectividad está en un momento de poder, y lo sabe. Es el partido que tiene mayor representación al interior de los movimientos sociales, con la testera de la CUT, el Colegio de Profesores, varias federaciones de estudiantes y sindicatos. El análisis es que podría ser un agente para contener las movilizaciones en un futuro gobierno. Además, su porcentaje de votación (en torno al 6%, según la última elección de concejales) puede abrir opciones de varios doblajes parlamentarios. Por eso, ha hecho altas exigencias en cuanto a número de diputados y participación en el programa de gobierno, que han comenzado a generar irritación en algunos actores políticos de la Concertación.

Hace tres semanas, el senador Camilo Escalona (PS), quien es cercano a Bachelet, los criticó diciendo que “aquí el que viene llegando a la fiesta no es el que se apodera de la música”. La cita causó malestar en el PC, donde resaltan que la conversación se debe dar “en igualdad de condiciones” y que, al revés, es la Concertación la que los necesita. El secretario general, Lautaro Carmona, le responde con dureza: “En primer lugar, no estamos llegando a ninguna fiesta. No olvidemos que ellos perdieron el gobierno. Nadie dice hoy: ‘con los mismos que éramos ganamos de nuevo’; al contrario, pierden de nuevo. Por eso hay que construir una nueva mayoría nacional con un gobierno que asuma las cosas que no se han asumido”.

 

El control interno

El Jueves Santo, mientras grababa en la radio Nuevo Mundo un programa que se emitiría el domingo, Guillermo Teillier le confidenció a dirigentes del partido que la semana previa había dado una entrevista en El Semanal de La Tercera, donde le preguntaron por el tema de su vínculo con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. “Yo respondí todo lo que tenía que responder”, afirmó el presidente del PC. El diputado sabía que la entrevista iba a salir ese domingo -coincidiendo con la primera semana de campaña de Bachelet y el aniversario de la muerte del senador UDI Jaime Guzmán-, y que su contenido iba a causar controversia. 

Según fuentes vinculadas al PC, la oportunidad generó desconcierto entre algunos personeros de la colectividad, porque podía enturbiar las negociaciones para pactar con la Concertación. Pero para Teillier, la jugada tenía un objetivo claro: cercanos a él plantean que su testimonio iba dirigido especialmente a las nuevas generaciones del partido y a los sectores más críticos al nuevo rumbo que está tomando la colectividad. El mensaje era que el PC sigue siendo un partido de izquierda “dura”, que no reniega de su pasado y que tiene diferencias históricas con la Concertación que no teme remarcar. “Echa por tierra muchas de las críticas que se le estaban haciendo al PC. Es una reivindicación de lo que somos”, dice César Bunster, ex integrante del FPMR que colaboró en el atentado a Pinochet y hoy es concejal PC por Puente Alto.

En el bacheletismo hubo recriminaciones hacia Teillier por lo que se consideró como un primer traspié de la campaña. La polémica del lunes con reacciones críticas del gobierno, la Alianza y la DC, que incluyó una amenaza de acciones judiciales contra el presidente del PC, opacó el anuncio inaugural de la ex mandataria: el envío de un proyecto para terminar con el lucro en la educación y avanzar en la educación gratuita. En el oficialismo el episodio se vio como una opción para atacar un flanco de la abanderada, refiriéndose a ella como “la candidata del PC”. Sin embargo, en la directiva comunista el análisis fue que la controversia sería breve, porque la derecha no correría el riesgo de “pinochetizar” la elección.

Teillier logró cuadrar a las bases tras su figura. La mesa observa con atención las actuaciones y opiniones que emiten los líderes surgidos en las movilizaciones estudiantiles, como Camila Vallejo, Karol Cariola y Camilo Ballesteros, y ya les advirtieron que deben ser cuidadosos en sus dichos, para no entrabar la negociación en curso. Hace pocos días, Vallejo salió a retractarse tras afirmar que le producía “dolor de estómago” hacer alianza con sectores de la DC. 

Mientras algunos dirigentes, en privado, señalan que “en este momento se necesita orden y evitar los personalismos”, Lautaro Carmona le resta importancia y afirma que “fue una reflexión de una muchacha joven, impetuosa, a la que yo le tengo mucha admiración. Dijo una frase que no es de la categoría política de un informe, pero no fue agresiva. Es una forma de lenguaje y cada uno usa el que tiene. Yo no lo uso mucho, pero es una forma distinta de hacer política”.

Vallejo ha señalado en más de una oportunidad que no haría campaña por Bachelet. Y esta semana replicó en Facebook las declaraciones en que Andrés Fielbaum, presidente de la FECh, cuestionó el anuncio sobre educación de la ex mandataria. Al interior del PC se señala que además de la ex dirigente estudiantil, el bloque más escéptico a apoyar a la ex presidenta son Cariola -secretaria general de la “Jota”-; la concejal por Santiago Claudia Pascual; el abogado de derechos humanos Eduardo Contreras y Lorena Pizarro, dirigente de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. A ello se suma un grupo minoritario que apoya la opción de José Antonio Gómez.

Lo que está descartado es que Teillier asuma una candidatura presidencial. La semana pasada, al anunciar en un acto en San Miguel que repostularía como diputado, afirmó que su compromiso era “exclusivo” con el distrito, rechazando así tener ambiciones de postular a La Moneda. 

Pese a los matices, en el partido afirman que, por formación, no existen tendencias internas, a diferencia de otras colectividades. Y que en el Comité Central, integrado por 80 miembros, no habrá ases bajo la manga. “Los eventos del partido no son cajas de sorpresas. No es nuestro funcionamiento”, explica un veterano miembro de esa instancia.

De hecho, Vallejo y Cariola no son miembros del Comité Central. Sólo se extendió una invitación para que asista a la cita una comitiva de las Juventudes Comunistas -cuya composición se definirá en una reunión de la “Jota” la próxima semana-, que no tiene derecho a voto. Es más: lo más probable, según los dirigentes, es que en la instancia se produzca una resolución por aclamación y no exista votación.

 

El grupo que decide

Las reuniones de estas semanas, tanto en la sede de Vicuña Mackenna 31 como en el séptimo piso del Congreso Nacional, se suceden una tras de otra. Hay un grupo de cuatro nombres que se repiten: Teillier, Carmona, Juan Andrés Lagos y Juan Gajardo. A ellos, en ocasiones, se suma el economista Patricio Palma, encargado electoral. En el PC señalan que este elenco está a cargo de las negociaciones y de los temas más políticos. Semanalmente, informan a la Comisión Política de 18 miembros algunos aspectos de las gestiones. Allí participan figuras como la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa; el presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, y el diputado Hugo Gutiérrez, quienes tienen menor influencia en la toma de decisiones.

El punto más complejo de las demandas es la exigencia del PC a la Concertación de seis cupos con “criterio de electividad” para la Cámara de Diputados; es decir, que sus candidatos vayan con un compañero de lista fácil de derrotar. Con esto, podrían doblar los tres diputados que tienen en la actualidad y constituir el 5% de la Cámara Baja, porcentaje similar al que logran en votaciones nacionales. Además de Teillier, Carmona y Gutiérrez, las figuras que postularían al Parlamento son Camila Vallejo, Karol Cariola, Camilo Ballesteros, Daniel Núñez y Cristián Cuevas. Otro punto que se está discutiendo es cuántos candidatos presentaría el PC en la primera elección de consejeros regionales (cores), que se hará en noviembre. También se habla de los ministerios que les gustaría ocupar en un futuro gobierno. Uno de los que ha mencionado Teillier, en voz baja, es la cartera de Trabajo. Y ha habido una exigencia simbólica adicional: que no se hable de un pacto con la Concertación, sino de una nueva “convergencia opositora”. “El lenguaje es algo importante”, dice Hugo Gutiérrez.

En paralelo, otro grupo encabeza la discusión programática con la Concertación. El principal rostro es Marcos Barraza, director ejecutivo del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL), think tank del PC que albergará al pleno del Comité Central este mes. En la Concertación destacan su rol para alcanzar acuerdos en este ámbito, no sólo por su sistema de trabajo -fue quien propuso la metodología de reuniones que se mantiene hasta hoy-, sino porque ha sido clave en destrabar temas complejos. Un ejemplo: el año pasado, cuando el PPD y el Partido Radical levantaban el tema de la Asamblea Constituyente como un eje programático, fue el PC a través de Barraza quien sugirió usar otro concepto, el de “nueva Constitución”, que genera mayor consenso en el PS y la DC. En privado, Teillier ha planteado que la Asamblea Constituyente hoy no es viable políticamente y que hay fórmulas más inmediatas para reformar la Carta Magna.

Junto a Barraza, Patricio Palma y Daniel Núñez han participado en las reuniones semanales para alcanzar acuerdos programáticos con la Concertación. La última cita se realizó el miércoles pasado en el Centro Democracia y Comunidad, afín a la DC, y este sábado habrá un foro en la USACh con dirigentes sindicales. Las exigencias se han centrado en cuatro prioridades: reformas tributarias, educacional y laboral, y cambios al sistema binominal. Con menor intensidad, han planteado estrictas regulaciones en recursos naturales, como agua y minería, y la estatización del sistema previsional. Sin embargo, en el partido afirman que en estos puntos pueden ser más flexibles.

Si bien en un primer minuto se pensó que el área programática podía ser el principal obstáculo para un pacto, hoy la situación está casi resuelta. En el partido destacan que ya se han suscrito acuerdos con toda la Concertación en los últimos dos años en materia de educación y de reforma tributaria. Barraza afirma que existe un nuevo escenario tras las movilizaciones de 2011, que ha facilitado las negociaciones. “Los límites que existían hace tres años se desdibujaron, y lo que existe es una demanda amplia en términos de más participación y más Estado. Y ése siempre ha sido el discurso de los comunistas”, afirma.

Por otra parte, las diferencias más públicas que mantienen con la Democracia Cristiana, principalmente por el apoyo del PC al régimen cubano, se han resuelto aparcando el tema en una instancia paralela, que es un foro temático sobre derechos humanos en Chile y el mundo donde participarán juristas de ambos partidos, y que se llevará a cabo después de que se zanje la plantilla parlamentaria. Con todo, en el partido están pendientes de la Junta Nacional de la DC, prevista para después del 30 de junio, en que esa colectividad se pronunciará sobre su relación con los comunistas.

Para muchos, con su primer discurso Bachelet ya hizo un primer gesto al partido. “Está tocando nuestra música”, dicen en la directiva. Pero otros esperan una señal más rotunda en los próximos días, que incluya definiciones tanto a nivel de cargos como en materia de ideas. Barraza afirma que para el PC es clave saber cómo Bachelet pretende traducir en la práctica su idea de un programa ciudadano: “No sólo es importante escuchar a la ciudadanía, sino también suscribir compromisos con ella”.

En esa línea, hay un factor que en la Concertación observan con especial interés: cómo dentro de esta nueva alianza el PC va a ocupar su influencia en los movimientos sociales que se tomaron la calle en los últimos tres años, para darle gobernabilidad a un futuro mandato. La próxima semana pueden enviar una primera señal: el 11 de abril está programada la primera marcha estudiantil del año. Y Teillier la está monitoreando personalmente para que el partido tome las riendas de la movilización.

 

Las viejas tácticas

 

Por Sergio Muñoz Riveros. Analista político, autor de Después de la quimera, en colaboración con Ernesto Ottone (Random House Mondadori, 2008), y de El país posible (Catalonia, 2012). Ex militante comunista.

 

No es claro si Guillermo Teillier, presidente del PC, tuvo una motivaciónpartidaria para dar la entrevista a La Tercera en la que entregó pormenores sobre la paternidad de su partido sobre el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y la lucha armada contra el régimen de Pinochet en los años 80. Quizás sólo estuvo movido por el deseo de reforzar su autoridad interna ante los dirigentes juveniles. El problema es que esa historia le acarrea no pocos enredos a su partido en un momento en el que está negociando cupos parlamentarios y el eventual ingreso a un gobierno de centroizquierda.

Teillier reveló que él fue el jefe militar del PC, supervisor de las acciones del Frente, encargado del desembarco de armas en Carrizal Bajo y responsable partidario de autorizar el atentado a Pinochet. 

¿Qué puede haber motivado revelaciones de tal calibre? Probablemente, reivindicar en términos históricos la llamada “política de rebelión popular”, o sea, demostrar que aquella línea fue acertada. El balance, sin embargo, dice otra cosa. Teillier sostuvo: “Cuando se aplica violencia contra usted, no le queda otro camino que responder”, y al referirse a las acciones del FPMR, reconoce que “acciones de este tipo traen consecuencias. Hay pérdidas de vidas”.

Efectivamente, “los que estaban metidos en eso” asumieron los riesgos y arriesgaron el pellejo, mientras las consideraciones tácticas y estratégicas corrían por cuenta de otros. Teillier admite que “al Frente le mataron mucha gente”. Así es, muchos jóvenes comunistas valientes perdieron la vida en una batalla estéril. El proyecto de desafiar a las FF.AA. en el terreno de las armas tuvo resultados desastrosos. No debilitó a la dictadura y, por el contrario, significó una nueva derrota para el PC, que creó una organización militarizada que finalmente no pudo controlar. El Frente se dividió en dos grupos, y luego vinieron las acciones inorgánicas y la dispersión.

Fue otro el camino fructífero hacia la libertad en Chile, pero el PC se demoró en entenderlo. Teillier afirma: “Usted escucha a Ricardo Lagos que dice que aquí derrotamos a la dictadura con un lápiz y un papel. Mentira. Si no hubiera existido todo este sufrimiento del pueblo, de lucha, no habría sido posible”. 

Lagos no ha sugerido que bastó con un lápiz y un papel para derrotar a Pinochet, pero lo concreto es que nunca se incorporaron tantos chilenos a la lucha por la libertad como cuando, por la presión de las fuerzas antidictatoriales, se crearon condiciones legales para que el plebiscito de 1988 se efectuara con garantías de limpieza. Para llegar a ese momento fueron muy importantes las protestas nacionales, el movimiento de  los DD.HH., la actividad sindical, las movilizaciones estudiantiles, la actividad cultural de resistencia, el papel de los medios opositores, en fin, las mil formas que adquirió la lucha por recuperar la democracia y por la victoria del No.  El mayor clamor de entonces era: ¡No más muertes! Y ello se traducía en el rechazo a la subcultura del militarismo. 

Debemos hacernos cargo de nuestra historia, de sus traumas y desgarramientos. Y es preferible que enfrentemos los hechos sin coartadas, con el fin de sacar alguna enseñanza que nos sirva para tener un mejor país. Necesitamos aprender de la historia. No podemos ser indulgentes con los errores que hemos cometido como comunidad. Para que nunca más surja una dictadura ni se imponga la violencia entre nosotros. 

 

 

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