Por Juan Andrés Quezada Julio 5, 2012

"Sería reduccionista pensar que la presidenta Bachelet sólo tiene que ver con la Concertación. Su figura hace rato excedió por mucho a la Concertación, e incluso a la oposición”. La frase es del presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade, y refleja el escenario actual al que se enfrenta el conglomerado. Incluso hay dirigentes que bromean con un concepto: la “Bachelet-dependencia".

Desde hace tres semanas, todos los partidos de la Concertación barajan un solo escenario para las elecciones presidenciales de 2013. Y ése pasa porque Michelle Bachelet retornará desde Nueva York para buscar la candidatura que le permita volver a La Moneda.

Las tres carillas que la ex presidenta envió como un saludo a la junta nacional de la Democracia Cristiana el domingo 17 de junio fueron interpretadas como una señal de su voluntad de regresar. Otro símbolo de la “inevitabilidad” fue la carta que hizo llegar el lunes en la noche el senador Ricardo Lagos Weber al presidente del PPD, Jaime Quintana, renunciando a una nominación presidencial porque Bachelet es la “primera opción”.

Aun cuando no hay certeza absoluta, los dirigentes asumen que no hay “plan B”. Y que el mayor riesgo que enfrentan son los efectos que tendrá en la coalición y en los electores la espera de la decisión de su más segura carta para las elecciones de 2013. Entremedio, los resultados de las municipales de octubre aparecen como un factor de selección para muchas de las aspiraciones de los actuales jefes de partido y precandidatos.

Por eso, en la Concertación la pregunta que circula es cómo afrontar esa situación. Un debate donde ya hay algunas certezas, pero también críticas e incógnitas.

Aferrados a la marca

En los últimos meses, un antiguo concepto se ha vuelto a poner de moda en la Concertación para explicar el momento del conglomerado: la transición. El guiño tiene mucho que ver con la comparación de las asociaciones políticas que se dieron para lograr el triunfo del “No”.

Una muestra de ello se dará este lunes. En la sede del Congreso en Santiago, se reunirán los principales dirigentes de los partidos de la Concertación con los líderes del Partido Comunista, el MAS de Alejandro Navarro y el MAIZ de Sergio Aguiló, en una reunión coordinada por el presidente de la Cámara Alta, Camilo Escalona. Habrá tres comisiones en que interactuarán miembros de todas las colectividades. Al final de la cita, habrá una rueda de prensa conjunta para comunicar las conclusiones.

Para el presidente de la DC, Ignacio Walker, la jornada de reflexión es muestra del espíritu actual del conglomerado. “La  Concertación tiene vida propia más allá de sus líderes. Ésta es una coalición de partidos, no una constelación de personalidades”, plantea.

La cita es reflejo de la coincidencia de buscar un acuerdo con las restantes colectividades opositoras. Pero también del clima unánime que hoy existe en la Concertación en cuanto a su futuro. Si el fantasma de la ruptura apareció justo después de la derrota electoral, el poder de la figura de Bachelet parece haber disipado toda posibilidad de que la coalición no llegue unida al 2013, algo que fue el centro del debate en la primera parte del gobierno, y que incluyó una serie de planteamientos sobre la vigencia de la “marca Concertación”. Un símbolo fue la frase del propio Andrade, el domingo pasado: “Esta coalición no se rompió”, dijo a La Tercera.

Incluso quienes han planteado abiertamente la expansión de la Concertación se muestran de acuerdo con esta idea central. “Estamos por seguir compartiendo un proyecto con los mismos actores. No concibo una nueva coalición sin las mismas fuerzas y partidos de antes”, dice el presidente del PPD, Jaime Quintana. El líder del Partido Radical y precandidato a La Moneda José Antonio Gómez tiene una visión similar. “Somos todos partes de la oposición. El tema está en cómo conformamos la oposición hacia el futuro. No creo que se vaya a quebrar”.

El escenario que reconocen todos los dirigentes concertacionistas es que si opta por postular, Michelle Bachelet será la candidata con mayor poder en la histproa de la coalición"

Todos para Bachelet

A mediados de mayo, en el departamento del empresario Óscar Guillermo Garretón se analizó detalladamente el escenario presidencial en la Concertación. El empresario PS recibió, entre otros, a Enrique Correa, Felipe Harboe, Jorge Navarrete Poblete, Álvaro Elizalde, Jorge Burgos y Francisco Javier Díaz. La conversación se centró en la situación de uno de los postulantes: el ex ministro de Hacienda Andrés Velasco.

En la cita, se valoró que Velasco estaba logrando atraer de vuelta a gente cercana a la Concertación, pero con visiones más liberales. Y el ejemplo que salió a la mesa fue Rafael Guilisasti, el ex presidente de la CPC que hoy es uno de los miembros de su equipo de campaña. Pero el diagnóstico final era que esas gestiones eran positivas de cara a una eventual plataforma presidencial de Bachelet.

Entre los dirigentes “históricos” está el convencimiento de que no puede repetirse un escenario como el de 2009, en que Marco Enríquez-Ominami usó el que no le permitieran competir en una primaria como su plataforma inicial para correr a La Moneda. Por eso, en todos los cálculos Velasco, Claudio Orrego o Ximena Rincón y José Antonio Gómez aparecen compitiendo con Bachelet en una primaria. Y, según los cálculos ideales, ampliando la base de apoyo para la primera vuelta, recuperando a votantes de la coalición. El escenario ideal es que ME-O participe en las primarias. Y aunque en la Concertación asumen que es difícil que ello ocurra, la apuesta es por las gestiones que pueda desplegar Guido Girardi desde el PPD. En el entorno del líder del PRO afirman que éste podría aceptar participar, pero con una condición: que haya primarias amplias para todos los cargos. Y creen que la Concertación no accederá al pedido.

La última palabra

Sin embargo, la preocupación de varios dirigentes del conglomerado hoy tiene que ver con el costo de la espera. Las señales que Bachelet ha dado indican que hará pública su determinación entre noviembre de este año y marzo de 2013. El riesgo es que la Concertación se “inmovilice” en ese plazo. Y plantean como señal que buena parte de las discusiones sobre la “refundación” de la coalición o su nuevo carácter tras la derrota de 2010 ha pasado a segundo plano frente a la urgencia electoral de las municipales, parlamentarias y presidenciales.

El tema ha sido conversado en las últimas semanas en las reuniones-almuerzo de la Fundación Dialoga. La mayor crítica es que los dirigentes concertacionistas se han concentrado públicamente en potenciar sus diferencias o criticar que la coalición “no tiene un proyecto”, en vez de recalcar puntos en común. Por ejemplo, señalan que existe un consenso básico en cuatro puntos que deberá incluir el próximo programa de gobierno: reformas al sistema electoral, tributario, al sistema educacional y refuerzos al área de protección social. Varios de esos puntos se abordarán el lunes en el cónclave opositor.

Pese a ello, el escenario que reconocen todos los dirigentes concertacionistas es que si opta por postular, Bachelet será la candidata con mayor poder en la historia de la coalición. Y que será muy difícil oponerse a las condiciones que fije, a diferencia de lo que ocurrió en 2008 con Ricardo Lagos, a quien el PPD no le aceptó que interviniera en la designación de las listas parlamentarias. Entre los puntos que se mencionan está el carácter de una incorporación del PC a un eventual gobierno suyo.

Si bien sus colaboradores de la Fundación Dialoga han acordado mantener y reforzar su “bajo perfil”, incluso hoy su entorno admite que Bachelet está ejerciendo en ausencia como un “factor ordenador”. Y que el suspenso permite jugar con un último elemento que condiciona la espera concertacionista: el temor de que la ex mandataria finalmente opte por no regresar.

Relacionados