Por Ana María Sanhueza Enero 12, 2012

Es noviembre de 2011 y un tipo de pelo largo, chaqueta y polera negra mira de frente a los empresarios que ese mediodía escuchan atentos su exposición en Enade. De pronto, sentencia: "El modelo económico fracasó".  Poco después, la prensa se apuró en bautizarlo como "la revelación de la Enade" y "el sociólogo de la desigualdad". De ahí en adelante su firma apareció en varias columnas de opinión, en las que no sólo ha profundizado ese cuestionamiento, también ha lanzado duras críticas a la derecha y, particularmente, al gobierno de Sebastián Piñera.

"Si uno pregunta cómo se siente la gente, la palabra que más se repite es abuso", fue una de sus frases en la Enade. "Este modelo económico es exitoso en construir sociedades ineficientes", fue otra de las ideas que lanzó.

El protagonista de la escena es Alberto Mayol Miranda (36), profesor de Sociología de la Universidad de Chile, licenciado en Estética y magíster en Ciencia Política, quien pese a llevar casi una década investigando la desigualdad, fue a partir del 2011 que adquirió una relevancia insospechada. Y no sólo porque fue considerado un invitado "atípico" para la Enade  -dijo palabras que no se habían oído nunca ahí, como "dictadura" y "Marx"-, sino porque, además, como académico ha sido un actor clave en la movilización estudiantil  junto a la Confech.

Pese a que es declaradamente de izquierda, pocos saben que Alberto es hijo del periodista Manfredo Mayol, ex director de Televisión Nacional en la dictadura de Pinochet, ex asesor de Dinacos  -organismo que censuraba y fiscalizaba a la prensa durante el régimen militar-, uno de los responsables de la campaña del "Sí" en el plebiscito de 1988 y actor relevante dentro de la UDI: fue el estratega de la campaña senatorial de Jovino Novoa y las presidenciales del actual ministro de Desarrollo Social, Joaquín Lavín, por nombrar las más importantes.

"Vi a mi padre trabajando y era una dictadura. Era muy chico, pero cuando veía las redadas en mi barrio, en La Cisterna, me preguntaba: 'Si yo, que tengo un papá con muchos vínculos en La Moneda tengo miedo, ¿cómo será el miedo de los demás?'".

"La historia ha elevado mucho a mi papá. Siempre que aparece en el diario con un nuevo cargo que ejerció en los 80, le digo: 'Te ascendieron'. Objetivamente, él era necesario porque es muy inteligente, pero no era tan importante. Nunca ocupó altos cargos ni fue el encargado de las grandes operaciones,ni tuvo la pega de Francisco Javier Cuadra o Cristián Labbé", dice Mayol, mientras toma un sorbo de ristretto en un café del centro de Santiago.

"Mi papá siempre me vio como un tipo rarísimo. Me encontraba muy anarquista", dice. Luego ironiza: "Para mí, el camino más fácil era estudiar en la Católica y entrar a la UDI. Me habría ido muy bien".

Mientras, su padre, Manfredo Mayol, dice desde su oficina: "Me entiendo muy bien con él desde nuestras posiciones,  porque  es  por  encima del fanatismo donde se crea  la vida civilizada, excepto  en el  fútbol, por  supuesto. Él es de la U, yo de Colo Colo", bromea. Pero en un tono más serio, agrega: "Alberto siempre  tuvo  una vocación  por  el conocimiento  y  el análisis  crítico. Respeta  las posiciones ajenas y decide cuándo  vale  la pena  enfrentarlas. Podría  tener un gran  éxito clásico  y prefiere  volcarse  al estudio, las  ideas y la  construcción  de una  visión  sociopolítica acorde con su punto de vista".

CNI a la puerta de la casa

Alberto Mayol creció en La Cisterna, en la antigua casona de su abuelo paterno, Alberto Miranda, un médico socialista español que llegó a Chile arrancando de los militares de la Guerra Civil Española y que en Chile se convirtió en radical. Su nieto, hijo único entre Manfredo Mayol y Mariana Miranda, estudió en un colegio masón de la comuna y creció husmeando en su biblioteca y leyendo sus libros de medicina y filosofía.

Fue formado para ser médico. Pero en paralelo, Alberto tenía la influencia de su padre. "La política me interesó desde siempre, y eso se lo puedo agradecer a él. Porque no era de esos seres que no hablaban nunca de política, algo que era muy  propio en dictadura. Al contrario, conversábamos mucho", dice el sociólogo.

El lado izquierdo de Mayol

Sus padres se separaron cuando tenía seis años. Aun así, de los 80 tiene recuerdos que están íntimamente ligados al trabajo de Mayol. "A mi papá también lo vigilaban desde la CNI. Una de las cosas más importantes de las dictaduras es entender que dentro de los más vigilados siempre están los propios. Y yo percibía cuando, de manera explícita o  implícita, presionaban a mi padre".

-¿Y en qué hechos se evidenciaba eso?

-Por ciertas conversaciones, por temores que él tenía. No sé si a él le acomode que yo cuente, porque no creo que quiera reconocer que estaba presionado en ciertas cosas. Pero yo me daba cuenta. A veces los tipos (la CNI) dejaban un paquete afuera de la casa, como si fuera una bomba. Entonces, por protocolo estabas obligado a llamar y avisar. Así tenían la justificación para venir y quedarse afuera de nuevo.

No es el único recuerdo que tiene de la época. Así como a su padre le presentaba sin problemas a sus amigos de izquierda, con quienes solía conversar, también de niño éste le pedía que no les diera el número de teléfono a sus compañeros de colegio.

"Cuando mi papá era director de TVN, yo veía cómo seleccionaba las películas y cómo los contenidos políticos no podían entrar. Él no me decía nada, pero yo sabía las que planteaban ciertos problemas", recuerda Alberto.

-¿Qué opinas de la polémica entre decir dictadura y gobierno militar?

- Vi a mi padre trabajando y era una dictadura. Era muy chico, pero cuando veía las redadas en mi barrio, en La Cisterna, recuerdo que me preguntaba: "Si yo, que tengo un papá con muchos vínculos en La Moneda tengo miedo ¿cómo será el miedo de los demás?".

-Tu padre fue el ideólogo de la campaña del "Sí".

-Esto nunca se ha dicho, pero la campaña del "Sí" la diseñaron todas las agencias de publicidad chilenas, porque Pinochet las contrató a todas. La verdad es que, dos días antes de que se lanzara la campaña, a mi papá y a un actual ministro cuyo nombre no voy a revelar, los invitaron a verla. Mi papá dijo que era una mierda. Entonces, a última hora le encargaron que se hiciera cargo de remontarla. En el fondo, él filmaba en el día y la tiraban en la tarde. No fue el ideólogo, sino el que tuvo que parcharla.

El fin del modelo

Hoy Alberto Mayol trabaja en un libro que profundizará su visión crítica de Chile, tema que adelantó en Enade. La fecha estimativa para publicarlo es en abril. "Se trata del fin del modelo,  pero la muerte siempre se demora, porque los momentos históricos son así: no es que se tome la Bastilla y al otro día empiece la modernidad".

-¿Cuán importantes han sido las movilizaciones sociales en la crisis del modelo?

-Han sido el catalizador, pero no necesariamente las causantes. El modelo se muere por sí mismo, por sus  contradicciones. El hecho de que el gobierno de los empresarios persiga a los empresarios es porque ya no da más. Seguramente el 2012 el modelo se va a recuperar, pero será sólo porque el día antes de que la gente se va a morir, siempre está mejor. Por eso lo más probable es que en la próxima elección gane la derecha. Los procesos de agonía son así.

Mayol tiene otros varios proyectos terminados en los que trabajó junto a un grupo de ayudantes de la Universidad de Chile. Uno de ellos es un estudio sobre cómo hay una afinidad entre la posición política y los estilos de vida. Otro, el más curioso, sobre qué sueñan los chilenos de acuerdo a las clases sociales a que pertenecen: "Los más pobres sueñan con que mueren y los más ricos con que vuelan. Y en Chile los más pobres siempre sienten que viven como en un pantano, pegados a algo de lo que no pueden salir, mientras que los más ricos siempre están pensando en que fluyen, en que nada los detiene, que no hay obstáculos. Eso no es simbólico. Es terrible".

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