Por Juan Andrés Quezada Junio 16, 2011

El lunes, 48 horas después del "Cauquenazo" liderado por Pablo Longueira -que forzó la renuncia de los vicepresidentes propiciando que los coroneles recuperaran el control de la UDI-, Jovino Novoa  (66) abrió la comisión política que, por primera vez en mucho tiempo, sesionaba con asistencia completa. Pese a tener fiebre y disfonía (se encuentra con un fuerte estado gripal), el senador, considerado por sus pares como la "reserva moral" del partido, habló golpeado: cuestionó la forma en que se produjo la reestructuración, pero dijo compartir el diagnóstico de que era el momento de iniciar una nueva etapa en la relación con el gobierno de Sebastián Piñera.

"Yo reclamé, efectivamente, pero más bien hice una advertencia para el futuro: dije, 'ojo, no tomemos más este tipo de decisiones en las asambleas, no es bueno, porque puede prestarse para malas lecturas', comenta el más antiguo de los coroneles que algunos llaman "el general".

Dice que le encantaría poder llegar a La Moneda, pero no como ministro. "No hay ningún político que no le gustaría ser presidente", responde.

- Esa tarde en el consejo se le vio preocupado por el impacto público que tendría un "golpe blanco" a la mesa de Juan Antonio Coloma.

- Es que no hubo ningún golpe blanco. No había un problema con la mesa, constatamos que había un problema con el gobierno y para solucionarlo se necesitaba formar un equipo que pudiera entregar un apoyo más contundente. Surgió una proposición de que los ex presidentes nos incorporáramos a un trabajo paralelo o en conjunto con la directiva, y se apoyó. Lo que yo señalé (en la comisión política) fue que lo ocurrido podría haber reflejado una crisis al interior de la colectividad, que no la hay, o que se hubiera entendido como una decisión de salir a enfrentar al gobierno, cuando tampoco era así. Agregué que con la salida de los vicepresidentes más jóvenes, aparte de Iván (Moreira) que tiene una larga trayectoria -Rodrigo Delgado, Mónica Zalaquett, Paz Oyarzún-, se estaba enviando una señal complicada.

"La gente votó mayoritariamente por la Alianza y quería un cambio, porque veía en nosotros mayor seguridad, la dignificación de la persona, el establecimiento de una cultura de la responsabilidad, todas ideas que no hemos logrado transmitir".

- Efectivamente, su salida contradice el discurso del recambio generacional que había levantado la UDI.

- Por eso puse una luz amarilla, de que este tipo de cosas podrían  producir daños y no salir bien, pero inmediatamente dije que, en este caso, las cosas habían resultado bien y que respondían a un diagnóstico muy compartido. Yo lo centraría ahí, y realmente creo que no hubo otras intenciones. La UDI está en un buen momento y en política hay que ser práctico: si uno es el partido más grande, ello tiene que ser reconocido. Hoy todo el mundo reconoce -el gobierno, la prensa, la opinión pública, la Concertación- que la UDI va a ejercer con mayor fuerza su peso político, y eso es bueno para los partidos.

- ¿Longueira le comentó lo que iba a hacer?

- No, pero independientemente de las palabras que usó, él hizo un análisis político muy certero de los 15 meses de gobierno que yo, y todos los presentes, compartimos.

- En el Congreso se comentaba que usted sería el contrapeso de un fortalecido Longueira en el partido.

- La UDI es un esfuerzo colectivo, donde cada cual ejerce su rol. Pablo ha sido una pieza fundamental en su desarrollo y seguirá siéndolo. Pero la UDI no gira en torno a una persona: no giró en torno a Jaime Guzmán, no gira en torno a Pablo y no ha girado en torno a ninguno de sus presidentes. Si hay algunos, como es el caso de Pablo, que poseen más fuerza, que se expresan en forma más apasionada y, por ende, producen un efecto mayor, eso es una parte del equipo, y la gracia es poder armonizar las distintas personalidades y los distintos aportes.

- ¿Mantiene sus cuestionamientos a la conducción política desde La Moneda?

- Si miramos el tema sólo desde un punto de vista de manejo político, nos vamos a equivocar. En estos primeros 15 meses de gobierno, nosotros, como derecha, no hemos podido plasmar nuestras ideas en la gestión de gobierno.

La gente votó mayoritariamente por la Alianza y quería cambiar a la Concertación, porque veía en nosotros, en el proyecto de Sebastián Piñera compartido con la UDI, mayor seguridad, que es un concepto que nos distingue de la izquierda; veía la dignificación de la persona, en el sentido de que no iban a ser dependientes del Estado, el establecimiento de una cultura de la responsabilidad. Eso es lo que nosotros podríamos decir que es nuestro ethos, nuestro sustrato cultural, ideas que no hemos logrado transmitir.

El regreso del general

- ¿Por qué ese ethos no se ha plasmado en el gobierno?

- Hay un conjunto de ideas que nos diferencian de la izquierda. La gente cuando nos ve a nosotros piensa: la policía está por sobre los delincuentes, los fiscales están por encima de los narcotraficantes, los padres son tanto o más responsables de sus hijos que el Estado.  Que la mejor política social es la que permite nivelar la cancha para los más necesitados y no para los grupos de presión que vemos todos los días en las calles. Entonces,  yo lo que creo es que eso no se ha logrado transmitir. Pese a todas las cosas que se han hecho, hay una falta de fuerza en ese mensaje.

- ¿Es partidario de más cambios en la relación con el gobierno?

- En un gobierno tan centrado en la persona del presidente, creo que debiera crearse alguna instancia de participación con él. Me acuerdo que los presidentes de la Concertación tenían reuniones todos los domingos en la tarde. A lo mejor eso podría ser una alternativa que le diera un poco más de coherencia a toda esta acción.

- ¿Se han dado muchas señales contradictorias con el pensamiento de la derecha?

- Efectivamente, se ha enviado un mensaje negativo, como por ejemplo cuando en el tema del AVC se reúne el ministro Hinzpeter con partidarios del matrimonio homosexual días después del 21 de mayo. Ése es un signo contrario a nuestras ideas. Otra señal equívoca es cuando Hinzpeter dice que los desórdenes públicos no serán reprimidos con bombas lacrimógenas. Son medidas pequeñas que, en su conjunto, transmiten una señal en una frecuencia distinta a la de la cultura de la derecha que inspiró este cambio de gobierno y motivó a un gran grupo de chilenos a votar por Piñera.  Veíamos en el gobierno una excesiva inquietud por lo que diría la Concertación y no por lo que pensaba la Alianza. Una excesiva preocupación de La Moneda por las encuestas y no por el proyecto de mediano y largo plazo. A un gobierno que está haciendo bien las cosas, no logramos envolverlo en un proyecto.

- ¿Cuál será su propuesta para revertir este diagnóstico?

-Lo primero es entender que nosotros como UDI tenemos que hacer un esfuerzo muy grande para que  asumamos este compromiso en unidad. Debemos reforzar puntos que, si bien están claros, a veces nos dejamos llevar por la contingencia, por el proyecto de ley que es simpático, pero sin contenido, o por buscar popularidad. Tenemos que entender como UDI que nuestro proyecto no se agota en este gobierno y tampoco en uno  encabezado por un UDI. Uno entra a la política y le destina 20, 30, 40 años no para llegar al gobierno. Es cierto, La Moneda es el mejor lugar para desarrollar un proyecto, pero uno está en política para dejar un surco, para influir en la sociedad de una forma.

"Veíamos en el gobierno una excesiva inquietud por lo que diría la Concertación y no por lo que pensaba la Alianza. Una excesiva preocupación de La Moneda por las encuestas y no por el proyecto de mediano y largo plazo".

- ¿Qué cambios en la agenda o en la forma de gobernar le gustaría ver de ahora en adelante?

- Fine tuning (sintonía fina). Aquí no es el momento de entrar con ningún elefante a una cristalería. No estamos hablando de un gobierno que esté haciendo agua o que haya equivocado su rumbo. Yo diría que nosotros deberíamos establecer prioridades o ciertos complementos. En el caso de las movilizaciones de los secundarios, estoy de acuerdo con el ministro Lavín y sus reuniones con los estudiantes, pero ellos no son quienes están en condiciones de resolver los problemas. Aquí hay que hacer un llamado a los padres. Yo quiero saber si los apoderados están contentos con que sus hijos no asistan a clases, se tomen liceos y ejerzan violencia. Este es el punto, debemos agregar nuestro análisis. Joaquín como ministro de Educación ha hecho bien las cosas, pero quizás le falta ese complemento más bien propio nuestro. La izquierda es la que sale a las calles, apedrea y no ha arreglado nunca un problema en el mundo. Nosotros somos más fomes, somos ordenaditos, pero hacemos bien las cosas.

- ¿Qué otros temas marcarán el debut de la nueva directiva?

- Voy a hablar de los ministros de la UDI. Es fundamental que este gobierno hable de flexibilidad laboral en un mundo que es cada vez más flexible, cada vez más interactivo, donde las cosas pasan con la velocidad del rayo. Nosotros tenemos una legislación laboral del siglo 19, de la revolución industrial. La ministra Matthei tiene que poner el sello de la UDI junto a todas las otras cosas que se hacen, como el posnatal. Si uno quiere de una forma dar más beneficios y establecer una carga para que la madre esté más con sus hijos, tiene que cuidar otras cosas, porque si no, nadie va a contratar mujeres. La flexibilidad puede compatibilizar un buen aporte social, pero proteger la fuente de trabajo. En política energética, el gobierno tomó las decisiones bien, salió a defenderlas, pero lo que faltó fue la convocatoria a los partidos para que nosotros también saliéramos en bloque a apoyarla.

- ¿Cauquenes marcará un "antes y un después" en la relación de la UDI con el gobierno?

- Sí, pero no es la lectura fácil de los que dicen que le haremos un gallito al gobierno. No, así como nosotros esperamos que nuestros planteamientos sean recogidos, nos comprometemos con toda nuestra capacidad con el gobierno. Estamos poniendo nuestro pellejo y lo hacemos con todo gusto, porque éste es un esfuerzo compartido.

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