Por Juan Andrés Quezada Mayo 12, 2011

"A veces los gobiernos tienen que tomar decisiones difíciles", dijo la mañana del miércoles Sebastián Piñera en la inauguración de la Semana de la Construcción. Para Andrés Benítez, esta frase con que el presidente defendió la aprobación de HidroAysén marcará un punto de quiebre en su administración. Hasta ahora, explica el rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, el mandatario ha impulsado proyectos populares como la agenda social, el posnatal y la rebaja del 7% de salud de los jubilados, que cuentan con el respaldo de la Concertación, a pesar de que ésta cuestione la "letra chica". Pero según el economista, se vienen medidas impopulares, que él denomina "de letra grande" y en que la oposición será aun más dura. Para esta nueva etapa -afirma el economista-, La Moneda requerirá de un equipo político fuerte, algo que, según su análisis, no ha existido en el primer año del gobierno.

"HidroAysén significa un quiebre para bien, porque se vienen proyectos que son más necesarios que populares. La reforma universitaria de (Joaquín) Lavín está provocando que los estudiantes salgan a las calles, la agenda modernizadora del Estado será muy polémica, porque todos sabemos que el Estado está gordo, sobredimensionado y, si se quiere enfrentar el problema, tendrá que asumir esos costos", dice Benítez desde de su oficina en la precordillera en Peñalolén.

- ¿Cuál cree que será el impacto real de HidroAysén en la popularidad de Piñera?

- Estas cosas en el corto plazo traen baja popularidad en las encuestas, pero finalmente la gente quiere ver buenos gobiernos y hay que apostar por medidas que puedan tener costos, que jugársela por lo que la gente quiere. Siempre es más fácil para un gobierno suspender una central, como fue el caso de Barrancones en Punta de Choros, que apoyar HidroAysén, pero evidentemente el gobierno tenía que  escoger un sistema de energía. Al final del día, siempre es mejor irse para la casa con la sensación de haber hecho la pega, que irse sabiendo que se eludieron los problemas.

"No es que Larroulet no tenga las condiciones de Boeninger, el problema es que, a diferencia del fallecido ministro, él se encuentra solo. El comité político es un equipo que se desvirtuó en el camino. Hinzpeter está concentrado en Justicia y a Von Baer le hicieron un diseño de su cartera que la hizo perder peso político".

-¿Ha sido una buena estrategia impulsar medidas más cercanas a un quinto gobierno de la Concertación, como el posnatal y la eliminación del 7% de los jubilados?

- Para ser justos, todas ellas estaban en su programa. Éstos son proyectos muy populares, pero que tienen un riesgo, porque al tirar lo popular al principio, ahora tiene que empezar a enfrentar los temas impopulares. Entre ellos, está HidroAysen, que si bien puede ser un proyecto muy necesario, es impopular, como lo vimos esta semana en las calles de las principales ciudades del país. Y no me cabe duda que Piñera quiere ser popular, todos los presidentes lo desean. Por eso me molesta cuando este gobierno dice que no esta preocupado de las encuestas: todos los gobiernos están preocupados de las encuestas, porque el ser popular permite gobernar mejor, nadie te ataca, tienes más fuerza para impulsar tu agenda... La pregunta que debe hacerse Piñera es cómo puedo ser más popular: tirando este tipo de proyectos o teniendo un muy buen gobierno.

- A su juicio, ¿cuál sería la respuesta?

- Afinando ciertas cosas de funcionamiento, este puede ser un gobierno que termine muy bien. Piñera tiene muchos ministros populares, y creo que eso se explica por su exceso de protagonismo, es decir, da la impresión que los aplausos se los están llevando sus ministros y no él. Golborne quedó con los aplausos de los mineros, Lavín se está quedando con los aplausos en Educación y eso no se traspasa al presidente.

- ¿Usted no lo expondría tanto?

- No es que la gente no quiera a Piñera, porque por algo lo eligieron. El tema es que él absorbe demasiado los costos, sus ministros le transfieren los costos, entonces su popularidad está afectada por una mezcla de la Van Rysselberghe, la Matte, los problemas en el Congerso. Si el estuviera más atrás, la gente podría decir bueno éste es un problema del ministro de Energía, de Interior o de Vivienda, pero no, se comporta como José Mourinho. Piñera es como Mourinho: tiende a opacar al equipo.  Entonces las derrotas son de Mourinho, no del Real Madrid, y cuando los entrenadores están más alejados, las derrotas son de los jugadores. El problema es que cuando Piñera puede patear la pelota, la patea.

"HidroAysén abre una etapa en que se requiere un equipo político fuerte"

Reformular el equipo político

Para enfrentar la actual situación política, Benítez añora el funcionamiento del equipo político de Patricio Aylwin a principios de los 90, especialmente la dupla Boeninger-Correa. Dice que ése es el esquema ideal para cumplir un programa de gobierno ambicioso con una minoría en el Parlamento, como pretende hacerlo hoy Piñera.

Su análisis apunta a que el peso político que históricamente jugaron Interior, la Segegob y la Segpres hoy está diluido. Argumenta que Rodrigo Hinzpeter parece más un ministro de Seguridad que un jefe de gabinete, y que el rol asignado a Ena von Baer se asemeja más al del speaker de la Casa Blanca que al tradicional ministro secretario general de Gobierno de las administraciones concertacionistas. "Larroulet está muy solo y se está llevando todo el peso", concluye, advirtiendo que el problema es que éste es un año clave para el gobierno, sin elecciones y donde se pretende aprobar las principales reformas de su programa.

- En la campaña, Piñera les encargó a sus asesores indagar el modelo implementado por Aylwin durante la transición a la democracia. ¿Qué cree que pasó en el camino?

- Aylwin gobernó con una Concertación muy unida y con un Congreso muy colaborador. Recordemos que Jaime Guzmán negoció inmediatamente con Gabriel Valdés la presidencia del Senado, porque la derecha tenía que legitimarse. Piñera, en cambio, se encuentra con una Concertación desorientada después de haber perdido el poder, sin mística y con muy pocos liderazgos. Eso hace muy difícil saber qué es lo que quieren y con quién hay que negociar. Paralelamente, el diseño del gabinete fue una primera señal de desafecto para sus partidos. En la Alianza existía un ansia de ser gobierno, que la demuestran inmediatamente Longueira y Allamand, pero el gobierno les cierra las puertas. Entonces, La Moneda crea un escenario de distancia con RN y la UDI y se enfrenta a una Concertación que es una especie de jauría que anda buscando su rol. Si querían ser como Aylwin, a estas alturas se han ido alejando de esa imagen.

- ¿Por qué?

- El gobierno plantea un equipo político fuerte. Pone en Interior al hombre de más confianza del presidente, Rodrigo Hinzpeter, quien le había manejado sus campañas y por ende se entendía que iba a ser su gran articulador político. En la Segpres a Cristián Larroulet, que todos decían sería el Boeninger de la derecha, y donde hace una diferencia es en la vocería. Cuando nos acordamos de Aylwin nos acordamos de la dupla Boeninger-Correa, que fue muy poderosa.

"Para ser franco, veo que en el caso de Hinzpeter, él podría hacer un aporte político mucho más fuerte del que está haciendo, por lo que habría que impulsar un cambio de funciones. En el caso de Von Baer y para ser justo con ella, creo que ninguna persona hubiera funcionado en este esquema".

- ¿Falta una dupla al estilo Boeninger-Correa hoy en La Moneda?

- Por supuesto, la gracia de tener un equipo así es que cuando Correa actuaba con Boeninger se podían turnar el rol de malo y el bueno. Correa peleaba con Longueira y Boeninger venía y arreglaba. Ahora Larroulet tiene que ser el que se enoja, el que compone, el que defiende a Piñera en el Congreso, el que hace todo. Hay jefes de partidos de la oposición que dicen que nunca han hablado con Hinzpeter. Yo no me acuerdo de haber visto a Hinzpeter en el Congreso. Más allá de las personas y de las razones, el equipo político hoy es débil porque hay dos personas que están haciendo cosas distintas a las que se suponía que iban a hacer.

- ¿Von Baer y Hinzpeter?

- Claro. El otro día Soledad Alvear le dijo a Larroulet: "Tú no eres Boeninger". El ministro respondió: "Efectivamente, no tengo las condiciones de él". Pienso que no es que Larroulet no tenga las condiciones de Boeninger, el problema es que, a diferencia del fallecido ministro, él se encuentra solo. El comité político es un equipo que se desvirtuó en el camino. Las relaciones con los partidos básicamente las lleva Larroulet. Hinzpeter, por alguna razón, está concentrado en Justicia, y a Von Baer le hicieron un diseño de su cartera que la hizo perder peso político.

- ¿Quizás es el esquema de vocería que le acomoda al Presidente?

- Probablemente le acomoda, porque Piñera es su propio vocero, pero por eso mismo, ser vocero de él no tiene ningún sentido. Quizás lo que se necesita es más bien un vocero político al estilo Correa, incluso, al estilo (Francisco) Vidal. Pero no por lo confrontacional, sino porque Vidal era un operador político. El gobierno necesita hoy un articulador político que sepa moverse bien en el Congreso. No sé si eso lo puede hacer la Ena, pero se necesita un peso pesado que haga otra pega de las que se están haciendo ahora. La ministra me recuerda más bien al relacionador público de una empresa, que son profesionales que hablan por las compañías y no participan de las decisiones. Hay que recordar también que los gobiernos de la Concertación, sobre todo el de Aylwin, tenía un director de Comunicaciones fuerte, que era (Eugenio) Tironi. Aquí también la figura del director de la Secom está disminuida. No es un personaje público, entonces lo que hace este gobierno es una cosa que, a mi juicio, es un tanto rara, despotencia a Von Baer, relegándola a una vocería, pero sin participar del día a día político, es decir, ella no negocia ni establece vínculos, como lo hacían sus sucesores; deja a su ministro de Interior como ministro sectorial, a lo mejor por buenas razones, porque ellos creen que la seguridad es lo más importante, pero hecho eso dejan solo a Larroulet frente a un Congreso que está díscolo, que está enredado.

"HidroAysén abre una etapa en que se requiere un equipo político fuerte"

- ¿Cuál sería la solución?

- Hay dos posibilidades: cambiando las funciones o cambiando a la gente. Yo, para ser franco, veo que en el caso del ministro del Interior, él podría hacer un aporte político mucho más fuerte del que está haciendo, por lo que habría que impulsar un cambio de funciones. En el caso de la ministra y para ser justo con ella, creo que ninguna persona hubiera funcionado en este actual esquema.

- -En resumen, ¿piensa que al gabinete le falta más política y protagonismo para enfrentarse a la oposición?

- Hay que negociar más, hay que dialogar antes. Este gobierno tiene un problema, presenta todo con demasiado éxito cuando no lo tiene amarrado. Pasó con la reforma de educación, la anunciaron como la más grande que ha habido nunca y esa frase casi les cuesta el proyecto, y ahí apareció Lavín, quien fue hábil y revirtió la situación. Cuando la ministra del Sernam sale diciendo que el proyecto del posnatal es lo más maravilloso que hemos hecho por las mujeres de Chile y no estaba ni redactado ni negociado... Entonces, se empiezan a armar las trincheras antes de tiempo y resulta que no te dejan ni entrar el proyecto al Parlamento. Ahí tiene que haber más muñeca. Y te insisto en el punto, a partir de esta nueva etapa tiene que haber un equipo político más fuerte. Ojo, es distinto el equipo político (ministros) que el comité político, que es un equipo que se junta todos los lunes y que analiza los temas casi como un grupo editorial y ve hacia dónde vamos, cuáles son los problemas de esta semana... No, el equipo político es el que tiene que salir de La Moneda, ir al Congreso, consensuar artículos y ese trabajo hay que fortalecerlo.

La nueva derecha sub 40

-Usted trabajó con Cristián Larroulet en Odeplán bajo el alero de Miguel Kast. ¿Qué opina de este grupo sub 40 que está hoy en La Moneda?

-Es un trabajo interesante, porque hay muchos jóvenes hoy en el gobierno. Los Piñera boys son una generación muy importante de personas, pero hay que conquistarlos, porque muchos de ellos sólo están haciendo currículum para ir a estudiar afuera o para privatizarse en cuatro años, o están ahí porque encontraron entretenido trabajar en La Moneda. Sólo un puñado quiere hacer política de verdad y ven esto como el principio de una carrera. Entonces, cualquier persona, ojalá Larroulet, tiene que incentivar a ese grupo para que se queden en la política.

- ¿Ve una falta de compromiso político en este grupo sub 40?

- Es un grupo raro, que no sigue los cánones de la derecha. Son tipos que de Pinochet no saben nada y no viven ese conflicto: representan la suerte de una nueva derecha, son muy democráticos, más comprometidos con el medio ambiente, la pobreza, expertos en redes sociales. Muchos de estos cabros vienen de acciones sociales, mucha mediagua, Un Techo para Chile... Son muy modernos, pero nos los siento comprometidos con la política.

-¿Laurence Golborne podría representar a esa nueva derecha?

-Golborne lleva más de ocho meses encumbrado en las encuestas. Ahora, yo aún no lo veo como un candidato fuerte. Lo veo como un candidato popular, me parece que todavía está en esa transición que es muy parecida a la que hizo Bachelet, donde uno no entendía bien por qué estaba ahí. Él todavía tienen que ganar galones, no tanto en lo que hace sino que galones políticos. Me gustaría ver más sus opiniones políticas en los temas relevantes, más ideas de lo que tiene que pasar con la energía. Me imagino que se estará guardando. Es un buen ministro popular, simplemente, con una base increíble, pero le sigue muy de cerca Lavín.

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