Por Josefina Ríos Marzo 11, 2011

© Juan Pablo Sierra

Ha hecho una carrera enseñando a gobernar. Eugenio Guzmán ha dirigido dos escuelas de Gobierno, ha sido importante consejero en campañas políticas y es un requerido columnista de la prensa nacional.  Pero este año, de alguna manera, él también es debutante: por primera vez debe analizar cómo gobierna el sector que lo identifica. Probablemente las lecciones que saque para la academia demorarán algún tiempo.  Por ahora, entrega sus primeras conclusiones.

-¿Cuál es su evaluación del primer año del gobierno de Piñera?

-Diría que en cierta medida ha sido un gobierno obtuso. Mire, durante este año todo nos ha parecido nuevo. Al término de 20 años de la Concertación la política estaba rutinizada, por lo tanto todo era predecible: sabíamos que en enero, por ejemplo, el tema mapuche iba a inundar la agenda pública y que en marzo los estudiantes saldrían a la calle; a mediados de año aparecía algún tema con transporte o medio ambiental; sabíamos con antelación que vendrían paros de profesores, de los funcionarios de la salud y de la ANEF.  Las soluciones también eran parte de la rutina: comisiones, acuerdos políticos, congresos de partido, bonos, etc. Con la entrada del nuevo gobierno, como que todo parece nuevo. Pero en estricto rigor no lo es, lo que cambió fueron las prioridades y que por primera vez en 20 años nadie se ha repetido el plato.

-¿Entonces cree que se trata sólo de cambios cosméticos?

-Esto es igual que un remake. En un remake la película es la misma, pero da la sensación de que es distinta porque los actores son otros. Es justamente este elemento el que hace que las cosas no sucedan de la misma manera: a partir de marzo no hubo problemas con los alumnos ni con los profesores. A la altura de mayo estábamos discutiendo el fideicomiso ciego y la propiedad de LAN, y en agosto está el tema de los mineros. Cuando el asunto de los mineros se farandulizó, o dejó de ser, aparece el problema de la Anfp. Pero el tema que se va repitiendo durante el año es el de los negocios y la política.

"El gobierno ha probado su efectividad en términos de proyectos que ha enviado y han sido aprobados en el Congreso; el país está creciendo económicamente a una velocidad que no exhibía hace al menos 10 años; se han creado más empleos. Entonces, ¿por qué hay muchos que están pesimistas? Simplemente porque los logros no se lucen".

-¿De alguna manera la problemática personal del presidente Piñera ha eclipsado la agenda pública?

-Él es el actor principal, pero con una característica adicional: hoy no se puede hablar del gobierno, de la oposición, de la Alianza y de la Concertación, de los mineros o del pos natal sin mencionar a Piñera. Y ésa es la pregunta que surge: ¿esta especie de "ejecutivocentrismo", que ha transformado la política chilena, se debe a un tema institucional y a nuestro presidencialismo? En cierta manera sí, pues colabora en gran medida que la agenda la defina el ejecutivo. Pero también está dado por la personalidad de Piñera: él tiene la tesis de que hay que copar la agenda y la copa, por lo tanto, todo remite a él.

-¿Y a eso se refiere cuando dice que el gobierno es obtuso?

Obtuso o más bien complejo. Lo que ha pasado es que cuando tienes equipos nuevos -y con poca experiencia, que es una de las críticas que se hacen al gabinete- toma mucho tiempo la instalación. Por otro lado, está la personalidad de Piñera, que centra todo y entonces muchas decisiones han tomado mucho tiempo en ejecutarse.

-¿Por ejemplo?

-La conformación del equipo de gobierno. A finales de marzo del 2010 todavía había un montón de carteras que no estaban definidas completamente. Eso porque todas las decisiones de los distintos puestos de confianza pasaban por el presidente. Eso no es propio en un Estado moderno. También están los casos del cambio de gabinete y la continuidad de la Van Ryselberghe.

Amenaza interna

-Por cerca de 20 años la derecha se preparó para ser gobierno. ¿Cree que en el sector están satisfechos con este primer año?

-Creo que los optimistas sí. Hay otros pesimistas que evidentemente no están tan contentos. Ahora, este gobierno ha probado la efectividad en términos de proyectos que ha enviado y han sido aprobados en el Congreso; el país está creciendo económicamente a una velocidad que no exhibía hace al menos 10 años; se han creado más empleos; la reconstrucción ha andado razonablemente bien. Entonces, ¿por qué hay muchos que están pesimistas? Simplemente porque los logros no se lucen.

"Piñera debe tener mucho cuidado con la elite"

-Pero hay otros que están preocupados por el rumbo que ha tomado el gobierno. Medidas como aumentar el pos natal, el salario ético, el alza de impuestos y del royalty, se parecen mucho más al ideario de la socialdemocracia europea…

-La mayoría de los que están en el gobierno están en una situación de disonancia cognitiva, pero los que están afuera y apoyan a este gobierno están en una situación mucho más complicada.

-¿Y se puede reencantar a ese grupo?

-Gran parte de esa gente está concentrada en el segmento más ilustrado y creo que el gobierno "gira" y dice "bueno, a esa gente la tengo" y sigue "girando" en esa línea. Es la misma lógica con que en algún momento operó la campaña de Lavín. Es decir, ¿por qué tengo que preocuparme del segmento que es un poco más duro si total no le queda otra alternativa?

-¿O sea ese grupo no debiera ser una prioridad?

- Hay que tener cuidado con la gente que queda desafectada. Yo creo que Piñera debe que tener mucho cuidado con la elite.

-¿Por qué?

-La elite es muy devastadora en su crítica. Ahí Piñera tiene que tener cuidado.

-¿Debería hacerle guiños de vez en cuando?

-Exacto. Tampoco debe descuidar a la clase media. Hasta ahora, la mayoría de los guiños han sido hacia los sectores socioeconómicos bajos.

El blindaje de los partidos

-¿Observa alguna evolución política de Piñera en su primer año?

- El presidente empezó a entender, conforme pasaba el tiempo, que no eran lo mismo las decisiones en materia económica que en materia política. Pero desde un comienzo él había adoptado una definición: alejarse de los partidos políticos. Y, en ese sentido, creo que también durante este año se ha reflejado el problema permanente entre los partidos y él. Cuando los partidos de la Alianza estaban en la oposición, ellos eran claros protagonistas. Ahora, tienen el gobierno y no han logrado adaptarse a la situación en la cual ya no son protagonistas.

-¿Y no debiera él ejercer como el líder de la Coalición?

-En vista de los últimos sucesos, no lo está logrando.

-¿Es su papel?

-Bueno, lo habíamos visto en los gobiernos de la Concertación.

-¿De qué manera el modo de ser del presidente  afecta el desarrollo del gobierno?

-Piñera ha tenido un fantasma permanente durante este año: la falta de credibilidad, confianza y cercanía. Estos problemas son previos a la elección y se han mantenido. Luego, es un problema claramente estructural. Tú puedes tener algún defecto y buscar los medios para resolverlo o las muletillas para disimularlo. Ésa es una fórmula. Pero ojo, el presidente también tiene otros atributos -ser una persona inteligente, proba, eficiente- que acompañan esa personalidad y que le permiten sobreponerse a esas deficiencias. Piñera aparentemente ha tratado sistemáticamente de aparecer como cercano, confiable y creíble. En ese intento el presidente se aboca a copar la agenda y comienzan los excesos.

-¿Por ejemplo?

- Cuando se hacía el trabajo de campo para la encuesta CEP de mediados de año, Piñera decidió ir a Chilevisión y dar una entrevista, eso catapultó el tema de la independencia de ese canal. Ese asunto había sido tocado a principios de año, pero precisamente esa aparición lo reactivó.

-¿Dónde debiera el gobierno poner los acentos para revertir la tendencia al alza sostenida que han mostrado los niveles de desaprobación?

-No tengo  una bola de cristal, pero creo que a veces aparecer menos es bueno. Segundo, es importante tener un buen sistema de blindaje. Pero la pregunta es cómo puedes tener un sistema de blindaje cuando no has mejorado las relaciones con los partidos.

-¿O sea usted cree que el gobierno y los partidos que lo sustentan corren por dos carriles completamente aparte?

- Exactamente. Ahora, si quiere ser blindado tiene que tener relación con los partidos, pero a su vez estos partidos tienen que estar coordinados, y ahí le cabe el rol de coordinarlos. El trabajo de saber qué está pasando en los partidos es una pega irrenunciable del  gobierno. Todo lo que ahí pase le puede repercutir de alguna manera. Hay que anticiparse a los conflictos.

-¿A su juicio ése sería el mayor desafío del gobierno  en el futuro próximo?

-Sí, pero también hay cosas menores, como los chascarros en los que ha incurrido el presidente y el gobierno: los videos sobre la reconstrucción, los chistes, las salidas de libreto y de protocolo. No creo que Piñera cambie, es un problema estructural. Pero entonces el gobierno tiene que ver qué mecanismos utiliza para poder contener ese tipo de cosas.

-¿Debiera Piñera asumir algún rol en la carrera presidencial  para proyectar el gobierno de la Alianza?

- No veo todavía que él crea que va pasar a la historia por entregarle la banda presidencial a un miembro de su propia coalición.

-¿No le interesa?

-Le interesa menos que proyectarse en la historia de Chile como buen presidente.

-¿Finalmente sería un tema personal?

- Como todos. La pregunta es hasta qué punto el ser el primer presidente democráticamente elegido de derecha en 50 años está vinculado con que le entregue la banda presidencial a otro de su misma coalición. No sé si Piñera tiene claro que sea tan relevante.

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