Por Ana María Sanhueza Octubre 31, 2009

"Señora, este niño no tiene por dónde pasar de curso". Sonia Orellana quedó congelada con la mala noticia que esa mañana de 1966 le entregó Julio Amigo -rector del Liceo Municipal de Maipú- sobre Jaime Gajardo, el mayor de sus cinco hijos. A esas alturas, a punto de terminar el año, era prácticamente imposible que egresara de séptimo básico. Pero en la última entrega de notas, Jaime llegó al promedio 4.0. Y avanzó al curso siguiente. ¿La razón? El rector decidió salvarlo a última hora. "Sólo por su esfuerzo lo voy a pasar", le anunció a su madre.

"En séptimo di bote, pasé arrastrando porque tenía mala base (pocos meses antes había llegado desde una sencilla escuela rural de Iloca)", recuerda Gajardo, sentado en su oficina del Colegio de Profesores y flanqueado por cinco cuadros: dos de Salvador Allende, dos de Pablo Neruda y una fotografía suya donde aparece participando en un seminario.

Cuarenta y tres años después, ese mismo niño que intentaba acostumbrarse a su nuevo liceo -en tercero y cuarto medio logró ser el mejor del curso en ciencias sociales- es el dirigente con fama de "duro" y "comunista disciplinado" que la semana pasada llamó a un paro de los profesores -que catalogó de indefinido-, exigiendo que el gobierno pague la llamada deuda histórica del magisterio tras la municipalización de la educación.

Pero esa imagen de intransigente y alegador, del que siempre encabeza las protestas marchando por el centro de Santiago, está lejos de la que tenía de escolar. Era un niño campesino, quitado de bulla y que tuvo sus primeros zapatos a los 12 años.  "Muchos compañeros están sorprendidos con mi desarrollo, porque me han dicho que yo era muy tranquilito y callado, y que no pintaba para ninguna cosa así. Pero son los cambios de la vida", cuenta Gajardo, quien además es miembro del comité central del Partido Comunista y secretario general de la CUT.

Y así como una vez estuvo a punto de no pasar de curso, también pudo no haber sido nunca profesor. El golpe de 1973 lo sorprendió estudiando Historia y Geografía en la Universidad Técnica del Estado (UTE), hoy USACh, donde los militares entraron violentamente. Gajardo estaba en segundo año y llevaba un mes militando en las Juventudes Comunistas cuando lo detuvieron junto a varios compañeros. "No teníamos armamento ni nada. Pero al otro día nos detuvieron a todos", recuerda. Lo llevaron al Estadio Chile. Y luego pasó otros dos meses en el Estadio Nacional.

Jaime Gajardo

Cuando salió en libertad, se reintegró a la universidad a fines de noviembre. Pero al segundo día de clases, el nuevo decano, un militar, lo llamó a él y a un compañero mirista para leerles su decreto de expulsión. Pudo ser el final de la carrera docente de Gajardo, si no fuera porque al salir de la oficina escuchó a lo lejos la frase "pueden apelar". Lo hizo, y fue aceptado un año después, pero con una salvedad: "El decano me dijo: 'vuelves, pero a Matemáticas, Física o Química'. Yo lo miré y le respondí Matemáticas, porque era lo primero que me nombró. Así es que soy profesor de Matemáticas y Estadísticas, y he trabajado 30 años en eso, desde 1980 hasta el 2007".

-¿Y tenía talento para las matemáticas?

-¡Nada! Era regular para las matemáticas. Era del montón. Pero se produjo un fenómeno extraño: como me costaba, era un desafío. Lo mismo me pasó en la enseñanza media, y terminé como alumno destacado.

Su reintegro a la universidad, en todo caso, no sería la última vez que la suerte estaría de su lado. En 1979, cuando estaba cerca de titularse, lo detuvo la Central Nacional de Informaciones (CNI), por ser un conocido dirigente comunista en la UTE. Nunca supo en qué cuartel estuvo, pero salió libre a las dos semanas gracias a que su mamá hizo público su caso en varias radios opositoras. "Estaba listo para que me liquidaran, pero mi señora madre me salvó", dice.

Cambio de mano

A sus 55 años, y luego de tres matrimonios, hoy Jaime Alberto Gajardo Orellana es uno de los dirigentes gremiales más importantes del PC. No sólo porque tiene la secretaría general de la CUT -que preside el socialista Arturo Martínez-, sino porque el gremio de los profesores es el más grande del país: de los 780 mil afiliados de la CUT, 80 mil son del magisterio.

Gajardo comenzó su carrera gremial en uno de los sectores más abandonados del profesorado: en los colegios particulares subvencionados, donde creó pequeños sindicatos y solía ser expulsado. "Ahí es donde van a parar sólo los valientes", ironiza. Cuenta que ha hecho clases en más de 70 instituciones desde 1980, entre ellos el Instituto Nacional, el Darío Salas y varios centros de formación técnica, pero dejó de hacerlo el 2007, cuando asumió la presidencia del Colegio de Profesores.

El maestro del paro

Si bien tuvo un rol importante en su gremio durante el régimen de Pinochet, no despegó como un líder masivamente conocido hasta cuando llegó a presidir el directorio metropolitano del Colegio. Desde ese puesto acumuló el poder de votos que lo llevó a ser parte del directorio nacional.

Su mayor apoyo está en Santiago. De hecho, él mismo recuerda que, cuando logró ser tesorero nacional, en 2006, de los 9 mil votos que sacó en todo el país, 4 mil eran de la Región Metropolitana. Ese capital fue clave en las elecciones de 2007.

Gajardo llegó a la presidencia del Colegio tras una durísima batalla con Jorge Pavez, quien llevaba 12 años en el cargo y renunció al PC  para formar su propio movimiento político, Fuerza Social. La disputa en esa elección fue muy tensa. Tanto, que llegaron hasta las agresiones, cuando la ex dirigenta del magisterio y actual concejala comunista de Maipú, Nadia Ávalo -esposa de Gajardo-, agredió a Loreto Muñoz, ex PC y hoy Fuerza Social. "Duros del PC causan conato en magisterio" tituló la prensa de la época.

Desde que asumió en el cargo, Gajardo mostró claras diferencias con Pavez. A este último, desde el PC se le criticó duramente -cuentan en el Colegio- por su perfil de negociador y de sentarse a conversar con el gobierno. "Hasta le decían que era oficialista y amarillo", dicen en el gremio.

Hoy, los críticos a Gajardo siguen pensando que es un dirigente poco dado al diálogo. Más amigo de las manifestaciones que de las negociaciones. Un ejemplo: mientras Pavez, realizó dos importantes paros en 12 años de gestión,  Gajardo ya suma cuatro en apenas tres años: por la Ley General de Educación, por el reajuste del sector público, por el bono SAE y ahora por la reparación de la deuda histórica.

"Son estilos diferentes -dice José Manuel Díaz (PS), encargado de relaciones internacionales de la CUT-. Yo creo que con Pavez el Colegio se movilizó menos porque a él le tocó otro contexto: la transición a la democracia. A Jaime, en cambio, le toca lograr resultados". Guillermo Salinas, subsecretario general de la CUT, miembro de la comisión política del PC y brazo derecho de Gajardo, tiene otra explicación para las protestas: "Somos parte de una generación que cree que 'guagua que no llora, no mama'. Los contratistas le quebraron la mano a Codelco porque se movilizaron. ¿Qué sector ha logrado algo sin movilizarse?".

Del campo al comunismo

Quienes conocen a Gajardo aseguran que gran parte de su ascendiente en el profesorado se debe a que trabajó en los sectores más precarios del magisterio y a su origen popular. Sus padres fueron inquilinos en un fundo cerca de Melipilla a partir de 1966, cuando llegaron a Santiago. Antes, la familia vivió en Iloca, comuna de Licantén, donde eran campesinos. Allá Gajardo estudió en una escuela donde en una misma sala compartían niños de todos los cursos. De ahí, dice, su mala base al llegar al liceo de Maipú.

Su imagen de intransigente y alegador, del que siempre encabeza las protestas por el centro de Santiago, está lejos de la que tenía de escolar. Era un niño campesino, quitado de bulla y que tuvo sus primeros zapatos a los 12 años. "Muchos compañeros están sorprendidos con mi desarrollo, porque me han dicho que yo era muy tranquilito y callado, que no pintaba para ninguna cosa así. Pero son los cambios de la vida", cuenta Gajardo.

"Nosotros éramos expertos cazadores y agricultores. En el invierno, vivíamos de la pesca y  la caza de conejos, liebres, patos y coipos...Y nos vestíamos con los cueros de esos mismos animales. ¡Era como los recolectores!", recuerda.

Para muchos, la vida que llevó de niño es un plus en su actual carrera política. "En él se capta el sentido de clase. Esa es la gracia de las personas que vienen del mundo obrero, porque tienen una vivencia y nadie les va a decir qué cresta es escuela y qué cresta es hambre. Y eso se valora en el mundo sindical", dice José Manuel Díaz, de la CUT. Guillermo Salinas agrega: "Jaime tiene mucho sentido de clase, porque es de una familia campesina muy trabajadora. Por eso tiene arraigo en el pueblo". Y Guillemo Scherping (PC), asesor de Gajardo en el Colegio, se suma: "Tiene la virtud de representar muy bien el sentimiento de las bases, porque es allí donde desarrolló su liderazgo".

Sus detractores, en cambio, creen que si a Gajardo le ha ido bien, es porque "dice lo que las bases quieren escuchar, sin importarle si es o no viable". Como ejemplo, recuerdan que durante su campaña, su caballo de batalla fue decir que derogaría la evaluación docente, afirmación que con el tiempo ha ido matizando.

También le impugnan no tener agenda y que los temas "le caen del cielo". "El bono SAE empezó a ser tema en la Quinta Región, particularmente en Villa Alemana, y él lo convirtió un tema nacional. Es sólo buen agitador, porque es un comunista disciplinado y casi obsecuente. Se sabe muy bien las consignas, pero es muy poco estudioso", le critican. Y añaden: "La deuda histórica también ha sido una pelea de años".

Sin inmutarse por las críticas, Jaime Gajardo es mucho más simple al definirse: "Soy el gallo más dialogante que hay".

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