Por Cony Stipicic* Agosto 22, 2009

© Juan Pablo Sierra

No hay muertos en política. Son muchos los personajes de nuestra fauna pública que han tocado el cielo y luego han caído (o se han dejado caer) de manera estrepitosa. Varios de ellos están de vuelta. Otros intentan ganarse un espacio.

Tomás Jocelyn-Holt lo hace desde el rincón contestatario. Lo suyo hoy es la provocación, y su herramienta, internet.

Bajo la lógica de la web 2.0 buscó puertas que empezar a golpear con sus ideas en Twitter y Facebook. Fue su vía para romper lo que llama las "rigideces" de los medios tradicionales. Él carga con etiquetas. Por ejemplo, por formar parte de los que llamó diputados "acusadores". En 1998, junto a los también DC Mario Acuña, Andrés Palma, Gabriel Ascencio, Zarko Luksic y Exequiel Silva lideró la acusación constitucional contra el saliente comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet. Luego de eso, vino una etapa de "hiperventilación política" que terminó con el díscolo diputado por La Reina y Peñalolén casi estrellado en la Ruta 68. Lo pillaron corriendo a 174 kilómetros por hora. También dijo entonces que el Congreso quedaba muy lejos -sigue pensándolo- y su imagen se terminó de venir abajo. "Fueron años duros", recuerda.

-¿Terminó ese ciclo castigado por los medios?

-Terminé cerrando una etapa respecto del tipo de temas a los cuales estaba asociado. El país cambiaba muy rápidamente, estábamos en la mitad de una recesión, con la discusión entre autoflagelantes y autocomplacientes absolutamente desplegada. Yo fui uno de los redactores de uno de los documentos más críticos.

-¿Por qué perdió la elección de 2001?

-Por desgaste. Llegué a Peñalolén cuando ni siquiera tenían cobertura completa de agua potable y había vastas zonas sin pavimentación, y la dejé con una clase media emergente. Era otro público. Tal vez me costó entender el cambio que se suscitó ahí. Me tocó una etapa que fue fascinante, pero que estaba cerrándose. Y era necesario pasar a otra y reciclarse.

Los votantes le dieron la espalda y no le quedó otra que ver en eso una oportunidad. Volvió a casarse -tras su separación en 1995-, tuvo dos hijas y comenzó la reinvención. Quiso asumir una experiencia de gobierno, pero no resultó. Se especuló con su nombre como embajador en Londres, le ofrecieron irse a Irlanda y dijo que no. Vio fracasar varios intentos por llegar a entidades internacionales en Suecia, Washington e Inglaterra. Hasta que le pidieron ser el encargado internacional de la DC, cargo que asumió bajo la presidencia de Adolfo Zaldívar.

-No fue fácil comprender ese acercamiento suyo -y de otros "acusadores"- al Colorín…

-Adolfo había asumido y existían dos alternativas: dejarlo solo y apostar a su derrota, o ayudar a que eso no terminara mal.

-Zaldívar terminó fuera de la DC.

-Terminó mal y en su momento le dije que así como yo no había ingresado al partido por él, tampoco me tenía que ir con él.

-¿Cree que su imagen ha cambiado?

-Sí. Bueno, nadie mantiene pasiones por siempre. El país se tranquilizó. Había momentos en que yo, en 1998, ni siquiera podía entrar a un restorán. Tuve protección policial durante tres meses. Obviamente eso ya se superó. Ahora hay mucho mejor clima para entender los estilos de vida y las formas de ser que cuando dejé de ser diputado. Hay quienes quieren ayudar y se han ido involucrando ahora en mi campaña. De hecho, el que más me entusiasmó para ser candidato a senador por la Novena Norte fue alguien que conocí a través de Facebook.

-¿Cuál es su relación con los comentarios que instala en la red? ¿Es impulsivo para opinar?

-Formo parte de la élite, pero hoy soy el negrito de Harvard. Hay solamente dos críticos de la Concertación: Nelson Ávila y yo. No hablo en sonetos, no trato de hacer el ridículo. Mis opiniones son más densas. Me pueden criticar por obsesivo, pero nadie me dirá que soy poco serio o farandulero. Doy mis opiniones desde adentro porque creo que mi sector tiene que representar el sentir de los tiempos.

-¿Cómo equilibra ser candidato y mantener su perfil crítico? Alguien podría pasarle la cuenta…

-Fui y he sido muy crítico de la campaña de Eduardo Frei. Muchas personas me han preguntado si me compraron el silencio con una senaduría. Estoy hablándole a otra audiencia hoy, pero he tratado de mantener un nivel de juicio que me sería muy poco natural inhibir.

-¿Y cómo recibe las críticas en internet? Pueden ser muy duras a ratos.

-A estas alturas me da lo mismo. Chile está lleno de temores y a mí me gusta enfrentar a las personas. Por eso gané la FEUC en la Católica del 84. Les decíamos que no tuvieran miedo. Lo mismo me pasa hoy. Creo que estamos llenos de temores: hay que perderlos.

-¿Qué le pasa cuando le dicen gay? ¿Responde o lo pasa por alto?

-A veces, incluso, me gusta bromear con el tema. No tengo problema porque, en realidad, ¿qué me importa? Aquí la pregunta es si uno vive para los demás o es capaz de usar su expresión política como un testimonio.

"Si gana Piñera, será el quinto gobierno de la Concertación"

El producto Frei

-Cuando elaboró la minuta que le pidieron en el comando de Frei y que luego publicó en Facebook dijo -en referencia a él- que había que cambiar el producto. ¿Cambió o usted lo está mirando distinto?

-Sigo pensando que la dispersión es tal y el voto duro tan bajo que debemos trabajar con lo que hay y subir el ánimo. Esta elección la puede ganar cualquiera. Incluso Marco Enríquez-Ominami (MEO) ha demostrado ser un candidato competitivo para la segunda vuelta.

-Es sabido que dentro del comando de Frei hay múltiples visiones respecto de qué hacer con MEO, lo que equivale a ninguna.

-MEO está cometiendo errores. No se cree el cuento. Primero, porque si yo hubiera tenido esos números, me empiezo a desplazar más a la derecha: un tercio de su votación es de Piñera en la segunda vuelta. Pero no lo ha hecho. Al contrario, ha tenido muchas dudas vitales sobre cómo asumir las propuestas de Paul Fontaine, su asesor económico. Se enredó. Segundo, no es capaz de llegar y aplicarse a sí mismo y a su familia lo que exige a los demás. Su papá repostula por tercera vez al Senado, las declaraciones de Manuela Gumucio sobre la campaña de Lagos de 1999 demuestran que todavía hay heridas no resueltas, y Karen Doggenweiler le afecta porque no ha podido definir qué rol le tiene que dar a su mujer.

-Volvamos a Frei. Él pudo haberse creído el cuento de la marca registrada, pero Jaime Ravinet ya demostró que los platos repetidos no siempre tienen tan buena acogida.

-Los ex presidentes son malos candidatos, porque siempre tienen tres dificultades: son regresivos, pierden la paciencia muy rápidamente y son muy autorreferentes. Lo que hay que tratar de hacer es despersonalizarse un poco más, y Frei es capaz. 

-¿Y por qué no lo hace entonces?

-Creo que el entorno es un problema.

-Siempre le echan la culpa al entorno… al final el candidato es el candidato.

-Sí, por cierto. Pero todavía la campaña se está desenvolviendo. Estamos con voceros que hablan mucho y, en realidad, no se dan cuenta de que su papel es dar visibilidad al candidato y no generar discusiones sobre su propio rol. Ese comando hace noticia por lo que les ocurre a sus protagonistas, no por el candidato.

-En su diagnóstico decía que Frei era rehén de una mala estrategia. ¿Sigue sosteniendo lo mismo?

-Sí, claro. Pero han cambiado tres cosas. MEO no lo está haciendo bien…

-…Pero ahí su posición se beneficia de los errores del otro, no  porque mejore la suya.

-Eventualmente eso te puede dar un resultado también, no lo subestimes. Segundo, Piñera está con problemas que no ha resuelto. Tampoco ha podido aprovechar el cuadro que hemos tenido nosotros. Es curioso. Piñera en estas condiciones debiera subir y subir sustantivamente y no lo ha hecho. Por ende, hay un grupo humano que está dispuesto a desplazarse del candidato de la Concertación, pero no al punto de irse a la Alianza. Lo que Piñera nunca ha querido entender es que en Chile existe el mismo cansancio respecto de la Concertación que de la Alianza. Ése es un problema central. Y, por último, en el campo de Frei, yo estoy convencido de que ante una elección incierta, Frei tendrá que hacer mayores esfuerzos de cambio. No solamente en su discurso. Vamos a ver distintos Frei de aquí a la elección. El mayor momento será si es que pasa a la segunda vuelta, como espero que suceda…

-¿Tiene dudas?

-Como ya dije: cualquiera puede ganar esta elección. Eso lo he pensado desde el día uno…

-¿Desde que irrumpió MEO?

-Sí, porque siempre pensé que aquí -más allá de los nombres y las personas- se está reflejando un nuevo mapa político que puede ir para cualquier lado. Esto obligará a los candidatos a hacer grandes cambios en su lógica.

-¿Qué simboliza para usted Sebastián Bowen?

-No lo que se quiso hacer con él, que era traer la destreza de gestión de Un Techo para Chile a la campaña. Esas destrezas no están.

-¿Y eso no ha resultado por incapacidad de Bowen o por imposibilidad de penetrar en este sistema?

-Un amigo mío, Martín Rodríguez, me decía hace un año atrás que si la Concertación quiere ganar el próximo gobierno tiene que reconocer públicamente el problema. Y yo creo que nunca se sinceró el problema.

-¿Cuál es el problema?

-Todo. Esas fotografías que se saca Frei rodeado de gente exponiéndose a que le echen a perder la foto. Yo apuesto a que, de aquí a la elección, veremos más fotos de Frei solo, se acabarán estas montoneras porque así terminará destruida la candidatura. Aquí no ha habido un diagnóstico objetivo. El electorado tiene que sentir que este grupo humano maduró. No es solamente cuestión del candidato, es del grupo completo. Maduró, entiende el problema, está dispuesto a ponerse manos a la obra y tiene apoyo político para hacerlo. Lo que se está haciendo ahora es tratar de llegar a la segunda vuelta y luego hacer una apelación anti Piñera. Esa estrategia es equivocada.

"Si gana Piñera, será el quinto gobierno de la Concertación"

El fracaso de la renovación

-¿Fracasó la presidenta Bachelet en su oferta de renovación de la política?

-Yo siempre he sentido que los vacíos políticos se llenan y que Bachelet fue una demostración de eso.

-¿Andrés Velasco era candidateable?

-Andrés representa, representaba y ha representado siempre eso. ¿Por qué es tan terrible reconocer ese potencial? Es un tipo joven, vigente, bien preparado, poco estructurado, poco cuadrado, un tipo libre y que tiene visiones más del bosque que del detallito de la coyuntura.

-Ella dijo que el mundo político no había sabido leer lo que su elección significó.

-En Chile los presidentes son el mundo político. Esto es un cesarismo presidencial: todo se define en cuanto a lo que hace o deja de hacer el presidente. Por ende, para estos efectos, cuando la presidenta dice: "El mundo político no entendió lo que yo quería hacer", la verdad de las cosas que…

-Se está excusando...

-Claro. Éste es el período Bachelet. Lo que pase después será consecuencia de lo que hizo o no hizo. Ese diálogo con el espejo lo tiene que tener ella.

-¿Por qué no consiguió ese cambio?

-La presidenta se retrae, se aísla. Ella es políticamente muy gregaria, entiende el valor de eso, pero al mismo tiempo tiene estilos muy desconfiados para armar sus equipos, se encierra. Eso es fatal cuando tú tienes que formar una élite y hacerla reproducir. Debes estar dispuesto a jugarte por la sucesión y eso no se hizo. El estilo de gestión de la presidenta, que es muy popular, está terminando bien en gran medida por un factor: la correcta decisión, sugerida por Andrés Velasco, de ahorrar los excedentes del cobre. Esa determinación fue magistral. Y me atrevería a sumar otra, que es de ella en lo propio: las pensiones.

-Si la gente hubiera percibido los beneficios de la política económica de Velasco antes, ¿se podría haber instalado como candidato?

-Esa discusión la tuve con Claudia Serrano y te invito a que se lo preguntes. Estábamos en un hotel en Miami con Jorge Rosenblut, Pablo Halpern y estaba Andrés. Fue mucho antes de que se desplegaran las candidaturas.

-¿Y qué planteó? ¿Que Velasco era "candidateable"?

-Andrés representa, representaba y ha representado siempre eso. La presidenta habría querido que se le produjeran varios cuadros de esa naturaleza. Pero no se le dieron. Andrés pudo haber sido efectivamente una de esas personas. ¿Por qué es tan terrible reconocer ese potencial? Además, es un tipo joven, vigente, bien preparado, poco estructurado, poco cuadrado, un tipo libre y que tiene visiones más del bosque que del detallito de la coyuntura.

-¿Si Bachelet hubiera terminado con Velasco de candidato, o con un equivalente, podríamos decir que su gestión fue completamente exitosa?

-Hay gente dentro de su gobierno que no encuentra grave que ella termine entregándole el mando a Piñera. Yo les he dicho que si Bachelet tiene alguna pretensión política con posterioridad, el efecto político de que la sucesión no esté determinada por una persona de su propia coalición, le afectará negativamente.

-En su momento dijo que una pelea presidencial entre Piñera y Lagos sería una guerra de egos. ¿Cómo define la disputa Piñera-Frei?

-Siempre he sentido que el problema de Piñera es que si gana, será el quinto gobierno de la Concertación. Él no va a poder cumplir. ¿Tú ves a Piñera peleándose con los profesores para la reforma del Estatuto Docente? No. ¿Ves a Piñera durante cuatro años jugándose por un voucher en la educación? No. Eso es cuento. Al tipo no le costará reclutar a personas para hacer un buen gobierno, pero a la usanza nuestra.

-¿A la usanza de la Concertación?

-Sí, evidente. Será un quinto gobierno de la Concertación. Y eso es a lo que él quiere jugar. Cuando dice "cambiemos todo lo malo y dejemos lo bueno", apunta a eso. Yo, en cambio, creo que Frei tiene que entender que él está arriba de un monte electoral que espera algo nuevo. El cambio de expectativas depende de nosotros. Y tenemos que ser capaces de mostrarle al país que sólo nosotros somos capaces de satisfacer esa necesidad.

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