Por Claudia Farfán M. Agosto 15, 2009

© Juan Pablo Sierra

Se molestó Francisco Javier Cuadra el domingo pasado, cuando abrió las páginas del diario El Mercurio y se encontró con la columna de Carlos Peña. En ella, el actual rector de la UDP criticaba duramente el nombramiento del abogado Marcelo Venegas como presidente del Tribunal Constitucional. Esto porque el recién designado, argumentaba Peña, fue director de Dinacos durante el régimen militar.

Lo que más irritó a Cuadra fue que se pusiera en tela de juicio la calidad moral de los funcionarios del gobierno de Pinochet para ejercer cargos públicas en democracia. En esta entrevista, el otrora vocero de gobierno -y ex rector de la UDP, antecesor precisamente de Peña- se interna en una defensa políticamente incorrecta hoy en día.

-Carlos Peña dijo en su columna en El Mercurio que no es un buen antecedente para un ministro del Tribunal Constitucional haber dirigido Dinacos la dictadura.  

-¿Quiénes son esas hadas madrinas que van con sus varitas mágicas diciendo quiénes sí pueden entrar y quiénes no? Al final de cuentas se transforma en una suerte de inquisición. La verdad es que esa pretensión es esencialmente antirrepublicana y antidemocrática. Entonces, da risa ver a ciertos representantes del liberalismo, entre comillas, actuar de manera totalitaria. Ahora resulta que algunos detractores del gobierno militar estiman, porque se han arrogado este derecho, que pueden definir quién es democrático. ¿A título de qué alguien se siente dueño de la ética y la moral?.

-¿No es contradictorio que alguien que dirigió Dinacos, un organismo que aplicó la censura, hoy ocupe un sillón del TC?

-En una república democrática, el ordenamiento institucional está en la Constitución y en las leyes. Y si en la Constitución y en las leyes no hay una prohibición respecto a la incompatibilidad de ejercer un cargo, nadie tiene el derecho de arrogarse la representación del espíritu republicano para hacer cuestionamientos éticos o morales. Hacer otras diferencias significa entrar en el ámbito de la discriminación, que se sabe cómo empieza, pero no cómo termina. 

-¿En qué sentido habla  usted de discriminación?

-Según ese punto de vista, habría  personas de primera y segunda clase. ¿Por qué no puede alguien como Jovino Novoa optar a un cargo de elección popular?. ¿El haber sido subsecretario general de Gobierno es  un impedimento para ello si el pueblo, donde reside la soberanía, lo ha elegido para ocupar ese cargo y sus pares, además, lo nombran presidente del Senado?. En el caso del Tribunal Constitucional, los ministros son propuestos por los poderes del Estado, y estos últimos, a su vez, son elegidos  por el pueblo. Si hay alguna dificultad, les corresponde a los poderes del  Estado dar una explicación. El punto central es ése.   

-Para muchos el tema de fondo es que personas que parecían no creer en la democracia, hoy aparezcan ocupando altos cargos públicos.

-Por la democracia luchamos varios de los que estábamos en funciones de gobierno. Me parece que hay algunos que andaban con una mochilita, cargada de libros y/o de piedras, cuya lucha vale, a lo menos, lo mismo que la de aquellos funcionarios que pusimos nuestras firmas  y nuestras caras. Son escasísimos los ejemplos de un gobierno militar que cumple sus compromisos y acepta un resultado adverso, como sucedió el 5 de octubre de 1988.

-¿Y qué ocurre, a su juicio, con los funcionarios del gobierno militar que cometieron o ampararon delitos referidos a violaciones a los derechos humanos?

-Lo mismo que con las personas que antes de 1973 y después de los 90 infringieron la ley por cualquier razón. Se someterán a los tribunales, esperarán una sentencia, y si ésta los imposibilita de ejercer un cargo público, así deberá cumplirse. 

Su relación con Venegas

-Peña y una parte importante de la opinión pública cuestionan el hecho de que Marcelo Venegas fuese designado en el TC sin que ningún diputado o senador conociera su currículo y que su elección obedeció a compromisos de equilibrios políticos.   

-Personalmente, creo que el sistema democrático chileno está deviniendo en una partitocracia, tal como ha ocurrido antes en Chile. Y el resultado de esa degeneración es siempre el mismo: una crisis económica que gatilla un conflicto institucional y el establecimiento de un gobierno autoritario.

-Mientras usted se desempeñó como ministro, Venegas estuvo bajo sus órdenes en la dirección de Dinacos..

-Fue una gestión impecable. Es un funcionario público que cualquier administración quisiera tenerlo entre sus cuadros técnicos: honesto, estudioso y dedicado a su trabajo.

-¿Venegas decretó censura durante el ejercicio de su cargo?

- Primero, no tengo claro que le haya tocado aplicar censura. Y segundo, habría que preguntarse si en el caso de haberlo hecho fue conforme al ordenamiento jurídico existente en ese momento. Si así fue, no veo impedimento alguno en que él desempeñe otras funciones. 

-¿Justifica la censura?

-Lo que digo es que si el ordenamiento jurídico así lo permitía, eran la reglas del juego... En caso contrario uno tendría que pensar que ciertos funcionarios de la Unidad Popular nunca más podrían haber vuelto a ejercer cargos públicos porque el acuerdo de la Cámara de Diputados de agosto de 1973 definió los incumplimientos de la Constitución Política que llevaron al pronunciamiento militar del 11 de septiembre de 1973. Sin embargo, la opinión pública que no era partidaria de la UP nunca hizo de esto una objeción.

-En 1986, el país fue convulsionado desde el gobierno con el paso del cometa Halley. ¿Tuvo algo que ver el abogado Venegas con ese fenómeno mediático creado desde La Moneda?.

-Eso es responsabilidad mía. Por lo demás, el cometa Halley existía y lo que se hizo fue una pauta comunicacional que privilegió ese dato, como se hace también en las pautas comunicacionales de hoy día. Fue un hecho cierto, sobre el cual se puso énfasis en atención a que en la agenda política había un retraso de la comisión complementaria de la Constitución. A mí de verdad me da risa que haya sido objeto de tesis doctorales, en circunstancias de que a diario los medios hacen una elección de la información a la que dan énfasis.

Salida de la UDP

-¿Cómo asume las críticas personales por haber sido ministro del gobierno militar?

-No me dedico a las actividades públicas, sino que al sector privado, así es que ésa no es una variable relevante para mí.

-¿Se siente un outsider político?

-En los años 90 no tuve ningún problema. Ministros de los ex presidentes Patricio Aylwin y Eduardo Frei me solicitaron varias veces intervenir en asuntos políticos para ayudar a que algunas cosas tuvieran mejor salida. Lo hice y recibí el reconocimiento de ellos en su momento. Con Ricardo Lagos sucedió algo similar. Lo conocí en 1994 y, desde entonces, cuando nos hemos visto, él ha tenido una enorme cordialidad conmigo. Incluso, con la presidenta Bachelet, en el ámbito donde nos ha tocado coincidir, el trato ha sido de muy buena manera.  

-En 2005 usted dio una entrevista donde dijo que, en su calidad de ministro, le salvó la vida a Ricardo Lagos en 1986, cuando la CNI lo tenía entre su lista de víctimas por el atentado que sufrió Pinochet. Esas declaraciones desencadenaron su salida de la UDP. ¿Pagó  entonces el costo como ex funcionario del régimen militar?

-Habrá una oportunidad en que hable en extenso sobre eso. Hay momentos muy ingratos, oscuros y amargos. Tengo conversaciones pendientes con algunas  personas. Con otras ya lo he hecho de manera formal, porque en momentos en que se expresan comportamientos humanos inaceptables no vale la pena reincidir en vinculaciones con esas personas.

- El abogado Carlos Peña ha cuestionado la calidad ética de los ex funcionarios del régimen militar que desempeñan cargos públicos en democracia. ¿Tuvo reparos con usted mientras coincidieron en la UDP? 

- Me da la impresión que no, porque trabajamos sin ningún problema durante un tiempo largo. Tengo buenos recuerdos de él, pues respetó mucho mi libertad académica mientras yo fui profesor  y él decano de la Facultad de Derecho. Tanto es así que lo invité a formar parte de mi equipo cuando asumí como rector y lo llevé a trabajar conmigo como vicerrector académico. Por eso es que los hechos del 2005 resultaron especialmente dolorosos para mi. Vi en algunas personas actitudes y comportamientos completamente contradictorios con los que había conocido hasta entonces.

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