Por Michelle Chapochnick y Andrés Pozo Barceló Julio 29, 2009

El 10 de marzo del 2004, un concejal RN se encadenó a la sede central de su partido para protestar porque el entonces candidato presidencial Joaquín Lavín le había solicitado a Sebastián Piñera que renunciara a la presidencia de RN para calmar los tensos momentos que por esos días vivía la Alianza.
Pocos recuerdan quién fue el autor de esa original expresión de descontento: nada más y nada menos que Luis Plaza (58), hoy alcalde de Cerro Navia. En estos días, el edil ha dado nuevas muestras de su temperamento fuerte y combativo: promete que no permitirá que Nicolás Monckeberg, candidato a diputado de RN, haga campaña en la zona.

"Si Monckeberg mantiene su porfía de ir por el Distrito 18 -donde no podrá entrar, ni hacer propaganda, porque me voy a preocupar personalmente de eso-, renuncio a la militancia", afirmó molesto hace casi dos semanas porque el partido de Piñera, donde militaba desde hace 15 años, optó por vocero de la coletividad y echó por tierra a su candidato, Mario Desbordes.

Y cumplió. Es más. El episodio fue coronado por una agresión que recibió el diputado por San Carlos el sábado pasado por parte de pobladores de la comuna. Hoy el edil ha sido cuestionado por instigar el acto de violencia. Un capítulo más en la agitada biografía del caudillo que arrancó de Cerro Navia de las manos del poderoso clan Girardi.

Verdulero y boxeador

Plaza era el mayor de cuatro hermanos de una familia de escasos recursos de Quinta Normal que vivía de allegada en la casa de los abuelos maternos. Desde pequeño ayudó a su padre -Luis-, que  vendía verduras mientras recorría las calles de Santiago en un carretón. "Yo me encargaba de gritar para que la gente supiera qué productos ofrecíamos", cuenta el alcalde, en la oficina edilicia que ocupa desde hace más de siete meses.

Pasó su niñez entre el colegio San José de Quinta Normal y la calle. La mejor época del año, recuerda, era el verano: "Para pasar el calor nos bañábamos en las acequias de aguas servidas cercanas a mi casa. Ahí nos tirábamos piqueros", dice.

Cuando tenía 12 años y cursaba cuarto básico, su padre -un hombre de 32 años y que nunca aprendió a leer ni escribir- murió por una hemorragia duodenal, después de que se le reventó una úlcera. Entonces, el actual jefe comunal dejó el colegio y trabajó en diferentes actividades para mantener al clan Plaza Sánchez. Su primera ocupación en solitario fue a cargo de los mandados y el aseo en un puesto del Mercado Central. "Nunca permití que mi madre trabajara, ella siempre fue dueña de casa. Yo me hice cargo de la familia. Además del sueldo, les llevaba la comida que sobraba en el mercado. Eso muchas veces nos permitía comer dos o tres días", agrega.

Dos años más tarde, partió con un trabajo similar en el Mercado de Providencia. Luego, emigró a la fábrica de cecinas La Villarrica, situada en Cerro Navia. Ahí estuvo doce años como vendedor. A la par brillaba en el deporte: fue corredor de motos, autos y boxeador. En 1969 obtuvo el primer lugar en la categoría peso pluma en el Campeonato de Santiago. Compitiendo por Cerro Navia, claro está. De ahí su amistad con Martín Vargas.

El premio le llegó cuando ya estaba casado con Julieta Santibáñez, oriunda de la Población Roosevelt -también de Cerro Navia-, con quien tuvo tres hijos: Juliette, Marlene -que nació con parálisis cerebral y falleció en el año 2000- y Luis Felipe. Además, tiene otras dos hijas, Carolina y Sandra, producto de una relación extramatrimonial.

De vuelta al colegio

El terremoto de 1985 destruyó la casa de la calle de Alberdi, en Quinta Normal, donde vivían 13 personas: Plaza, su esposa, sus tres hijos, su madre, sus tres hermanos, tres sobrinos y una cuñada. "El gobierno militar entregó viviendas a quienes se quedaron sin techo tras el siniestro. Yo y cada uno de mis hermanos recibimos un departamento de 36 metros cuadrados. Por primera vez accedimos a una casa propia y pudimos vivir como una familia au`ónoma", cuenta.

Los Plaza Santibáñez pasaron los siguientes años en una vivienda en la comuna de Lo Prado. "Eso me permitió ahorrar plata durante un largo tiempo. Entonces me compré una casa en el paradero 8 de Maipú. Ahí estoy ahora y espero pasar ahí también el resto de mi vida", dice.

Ese mismo año comenzó a trabajar de forma independiente y se convirtió en microempresario de la comuna. En primer lugar, instaló una tienda de venta y arriendos de motocicletas. Le puso Yazuhoka. Después incursionó con éxito en diversos negocios: fue dueño de una cancha de patinaje, de una multicancha y de un local de juegos electrónicos. Hace 10 años cambió de giro: tiene un taller de resortes para camiones y buses. El local de 800 metros cuadrados, que da trabajo a tres personas, atiende a aproximadamente seis clientes semanales y se emplaza en la calle José Joaquín Pérez, a 10 cuadras del municipio.

El edil además aprovechó su mejor situación económica para invertir en su propia educación y en la de su familia. A los 36 años se inscribió en el Liceo 42. Ahí terminó la enseñanza básica y media en clases nocturnas, a las que asistió durante seis años.

"Además, mis cuatro hijos son profesionales. Juliette es asistente social, mi hijo es arquitecto, Carolina es ingeniero civil y Sandra es contadora", cuenta con orgullo el hoy también abuelo de tres nietos.

Plaza, el alcalde díscolo

Estilo guerrero

"Lucho" o "tío Lucho" se escucha en Cerro Navia cuando el alcalde camina por las calles. La gente de la zona lo saluda cariñosamente como si se tratara de cualquier vecino o amigo. Se presentan sin previo aviso en su oficina y dan por hecho que contarán con su presencia en los bautizos, matrimonios, velorios y los bingos comunales.

Ese estilo directo le ha valido muchos amigos y le ha granjeado enemigos y numerosos problemas. "Fue un error lo que le dijo a Monckeberg. Actuó como patrón de fundo. Eso muestra su inexperiencia política", dice Mauro Tamayo, concejal PC de Cerro Navia.

Más allá de sus dichos y sus actos pocos tradicionales, Plaza es descrito por quienes lo conocen -incluido Tamayo- como un hombre tranquilo, amable y que tiene buenas relaciones con quienes trabaja y con personas de todo el espectro político. "Tiene amigos en todas partes: desde el Frente Patriótico Manuel Rodríguez hasta la UDI", sostiene el presidente regional metropolitano de RN, Mario Desbordes.

Para otros, su conducta se explica porque "no deja que lo pasen a llevar y está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias". En esa línea, el mismo reconoce que no dará su brazo a torcer. "Yo siempre hablaré con la verdad. No estoy dispuesto a aceptar a personas que entran por la ventana. No sólo no voy a trabajar por Nicolás, sino que voy a trabajar para que no lo elijan. Voy a tocar las puertas de la gente de la comuna y les voy a decir que no voten por él", enfatiza.

"Tiene cierto resentimiento de clase. Eso también hizo que le molestara y doliera aún más la actitud de Monckeberg, a quien considera un 'niño bien'. Se sintió menospreciado", comenta una dirigente de RN. Otros, dentro de esa colectividad, desestiman esta crítica con un ejemplo: "Él es cercano a Carlos Larraín y Francisco Chahuán".

"No es amigo de Piñera, pero siente mucho respeto por él. Aunque no lo culpa de lo que pasó, dice que trabajará por él, pero con menos fuerza", asegura un cercano al edil.

Entre el PC, la UCC y RN

"No es casualidad que lleve esta corbata roja. Me voy, pero volveré". Con esas dos frases -aludiendo a su ambigua simpatía con el Partido Comunista y sus intenciones de llegar algún día a ser alcalde- se despidió el entonces concejal de RN, Luis Plaza, en el 2004 al dejar su puesto en el Concejo de la comuna.

"Es caudillo de la zona. No le importa mucho RN, los partidos, ni la vida política. Lo suyo es el servicio social", señala una alto dirigente de la tienda de Antonio Varas.

De hecho, sus inicios en la vida pública se remontan a 1995, cuando creó la Agrupación Chilena de Defensa para Personas con Enfermedades Catastróficas y Terminales, de la que es presidente hasta la actualidad. La motivación: su hija que sufría parálisis cerebral y que entonces tenía 15 años.

Desde sus primeros tiempos como activista se lo pudo ver emprendiendo acciones audaces para llamar la atención de las autoridades y la comunidad por la falta de ayuda del Estado hacia las personas aquejadas por graves problemas de salud. "Acompañado de un grupo de personas, en dos ocasiones caminé desde Santiago a Valparaíso. Y una vez lo hice desde el Congreso a la capital", cuenta Plaza con orgullo.

Por ésa y otras vías logró algunos beneficios para los enfermos. El diputado Chahuán, quien ayudó en su calidad de abogado a la organización, señala que "ganamos la única demanda civil a favor de un enfermo terminal que tenía una septicemia generalizada y no era recibido por los hospitales. Presentamos un recurso y ganamos". Plaza se hizo conocido por sus movilizaciones y su capacidad de liderar a la gente con problemas. "Como buen dirigente le habla a la gente desde el corazón, es emocional, carismático y empático", cuenta un parlamentario de derecha. 

Eso llamó la atención de los dirigentes de RN, que en 1996 le ofrecieron que se presentara como candidato a concejal por el partido. Aunque no era de derecha, "le gustó la idea. Ingresó al partido y empezó a trabajar por su candidatura", cuenta un cercano al alcalde.

"Pero más tarde me avisaron que el cupo sería ocupado por otras personas. Entonces, decidí retirarme del partido y me presenté como concejal independiente por la UCC", recuerda el edil. Le faltaron 300 votos para ser elegido.

En la siguiente elección, el año 2000, logró presentarse como concejal por RN. Obtuvo 14.985 votos -la segunda mayoría- y por primera vez ocupó un puesto de elección popular. Pero sus traspiés con RN continuaron. En el 2004 quiso ser diputado. Por eso lanzó su campaña con entusiasmo. Pero lo bajaron para darle el cupo a Pedro Pablo Díaz.

"Él se mantuvo tranquilo. Pero mucha gente fue a protestar a la colectividad.  Plaza sabe movilizar a la gente y ellos lo siguen por su estilo de liderazgo. No es mano negra, para nada. Sin embargo, hay gente que se escapa a su control o que cree erradamente que actúa en su nombre, como pudo haber pasado la semana pasada tras el episodio con Monckeberg", asegura un líder de la tienda de Antonio Varas.

El jefe comunal no se dio por vencido. Se dedicó durante un período a sus negocios personales con el fin de reunir dinero para volver a la vida política. Finalmente, el 2008 logró su sueño de correr para alcalde. A pesar de que RN estuvo a punto de retirarle el apoyo tres meses antes de la elección, logró asegurarse el cupo, ganarle al fuerte candidato PPD, el ex ministro de Economía, Álvaro García, e imponerse en un clásico reducto concertacionista, tierra del clan Girardi.

Hoy Plaza está abocado, fuera de sus peleas políticas, a terminar un libro. Piensa titularlo "De obrero niño a alcalde". Quiere publicarlo a mediados del próximo año. Ahí estarán su historia y sus conflictos. "Lo bueno y lo malo", asegura.

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