Por Rodrigo Fresán, escritor. Diciembre 30, 2014

Las fiestas de fin de año son época de sacar conclusiones, de resúmenes de lo publicado, de pensar en el futuro reflexionando sobre el pasado. Así, las discográficas y sus artistas se ponen a sacar antologías como si en ello les fuera la vida y la posteridad.  Y aquí está David Bowie, que no conforme con haber regresado de su autoexilio con el magnífico The Next Day, acompañado de exposición itinerante para su gloria e inmortalidad Psycho-fashion, ahora contraataca con una jugada que siempre se le dio muy bien: el best of, que no es lo mismo que el greatest hits, pero que, en su camaleónico y polimorfo y perverso caso, es casi lo mismo. Porque pocos rockstars han sabido conjugar y hacer comulgar mejor el avant-garde con el éxito masivo. Y, claro, Bowie es gracioso desde el vamos (su flamante retrospectiva se titula, contradiciendo rejuntes anteriores y su condición de mutante perpetuo de avanzada así como aquel gozoso “Changes”, Nothing Has Changed) y estratega desde siempre. Así -para desesperado éxtasis de fans y completistas- Nothing Has Changed aterriza entre nosotros en tres modelos diferentes con cubiertas-variaciones sobre el tema de Hombre Mirándose al Espejo: vinilo, doble CD y triple CD.  Y ninguno trae exactamente los mismos tracks o versiones de las canciones escogidas por Ziggy.

Consejo: ignorar el CD doble (que no es más que una puesta al día cronológica del Best of Bowie del 2002) y jugársela con el apenas más caro triple CD, donde se propone el juego de la marcha atrás. De este modo arrancamos con la flamante rareza “Sue (Or in a Season of Crime)” con aires de jazzy-blues à la Scott Walker para, más de cincuenta canciones después, ir a dar a la génesis de “Liza Jane” a cargo de un tal Davie Jones & The King Bees.  Por el largo y sinuoso camino, la gloriosa y reciente “Love is Lost” en formidable mix de James Murphy y la melancólica “Where Are We Now?”, las colaboraciones con los Pet Shop Boys y Queen y Pat Metheny y Trent Reznor y el imperdonable error/horror de ese “Dancing in the Street” junto a Mick Jagger, la bellísima e infravalorada “Absolute Beginners”, los himnos ochentistas “Modern Love” y “Blue Jean” y  “Let’s Dance” y “China Girl”, los clásicos como “Life on Mars” y “Heroes” y “Young Americans” y “Starman” y “The Man Who Sold the World”, tres tracks del álbum “perdido” Toy (a destacar “Toy (Your Turn to Drive”)), y la sombra del astronauta-junkie Major Tom en “Space Oddity” y “Ashes to Ashes”.

“¿Dónde estamos ahora?”, se preguntaba Bowie a la hora de su reciente e inesperado retorno. Quién puede saberlo tratándose de él. Hasta alcanzar una respuesta -abundan rumores de próxima gira, nuevo disco y retiro absoluto y muerte inminente, lo de siempre, vamos-, Nothing Has Changed nos distrae con gracia y talento respondiendo a dónde estuvo. Y, claro, faltan paradas varias y paisajes surtidos. Pero con esto alcanza para hacer tiempo hasta la próxima e inevitable antología.

“Nothing Has Changed”, de David Bowie. A US$ 19,88 en www.amazon.com.

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