Por quepasa_admin Julio 23, 2014

Si a Fabiola González le preguntan qué hace, ella responde “soy cantora popular”. Su respuesta cumple, pero no satisface a casi nadie. Le insisten. No entienden.

-Como la Violeta -dice al fin.

-Aaaah. Como la Violeta -se tranquilizan.

“Es una lata tener que aclararlo, y eso pasa por lo alejados que estamos de la verdad de nuestra cultura”, estima la creadora e intérprete, mujer nacida y radicada en Concepción que tiene sus razones para resistirse a otros moldes posibles, como el de cantautora o intérprete de raíz folclórica. Su segundo disco recoge en su título precisamente esa distancia, en parte en tributo a la más rigurosa de todas, pero también como expresión de sutil ironía. Todas íbamos a ser Violeta resume años de aprendizaje en torno a tradiciones del folclor chileno que La Chinganera encauza con su guitarra y su voz en formas poéticas como la décima, el soneto y, por supuesto, la cueca.

-Desde fuera, se hace difícil diferenciar hoy cultivo, rescate, proyección y cita folclórica.
-Eso pasa porque nuestra tradición se encuentra prostituida, y entonces entra cualquier persona y la permea. En la cueca, en la paya, hoy se ve mucha mediocridad. No es un asunto de talento, sino de conciencia. Yo hago esto en serio, porque lo es, y me interesa defenderlo desde el máximo rigor. Mi pelea es siempre sobre el escenario, que es un lugar sagrado que tiene una verdad, y donde no me puedo dedicar a algo que no conozco.

-Lo que domina el disco son las cuerdas: guitarra, guitarrón, chelo.
 -La canción desnuda de una cantora es con guitarra. Y entonces así, con cuerdas, siento que ya está completa. El ciento por ciento de mis canciones son con guitarra traspuesta. No tienen estribillo y suelen estar escritas en décimas. Así trabajo, y todo lo que he recorrido hasta ahora confluye en este disco.

-Ha sido un recorrido de muchas vueltas.
-Por supuesto. Soy un montón de cosas extrañas. Tengo 36 años, cuatro hijos, estudié Música en la universidad, hago clases, crecí en el campo y hoy tengo el ritmo de la ciudad; me gustan Led Zeppelin y Chico Buarque; me encanta la belleza y me carga la sicalipsis de alguna cueca. A veces me contrata gente que no me ha visto. Y llego, y me preguntan: ¿Y La Chinganera? “Yo soy, po”. No soy una cantora de vestido con vuelitos. El conjunto de mezclas que tengo, que nunca busqué, es lo que muestro y que tiene que ver con mi vida, con todo lo que me he traído hasta este disco. No me interesan las postales.

“Todas íbamos a ser Violeta”, de La Chinganera. Desde agosto en http://www.portaldisc.com.

 

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