Por José Manuel Simián Abril 2, 2014

En esa carrera sin sentido en que se ha convertido la crítica musical, varios se apresuraron a calificar Lost in the Dream, de la banda de Filadelfia The War on Drugs, como uno de los mejores discos del año que apenas comienza. Con un poco de seriedad, lo correcto es mirar el disco de Adam Granduciel y Cía. en el contexto de los tres álbumes y el miniálbum que han publicado desde 2008. En su debut, Wagonwheel Blues, The War on Drugs emergió como una de esas bandas que de vez en cuando encarnan la nueva esperanza de la gran tradición del rock en inglés; agrupaciones capaces de dominar a sus poderosas influencias -Dylan, Neil Young, The Kinks, Tom Petty, Sonic Youth, por nombrar a las más obvias- y proyectarlas hacia el futuro, transformándolas en algo original. Esa promesa se hizo realidad en los discos siguientes, cuando las canciones de Granduciel comenzaron a alejarse a pasos decisivos del canon del rock clásico en dirección a un rock espacial de raíces firmes. Y esa identidad musical parece haber terminado de cuajar en Lost in the Dream, donde las canciones se estiran sin apuro por sobre los cinco minutos y más allá, como si buscaran un punto de fuga, permitiéndoles a la guitarra y la voz de Granduciel pintar con colores propios paisajes abstractos, pero llenos de texturas. Creaciones que deberían invitar a críticos y aficionados a la contemplación más que al juicio destemplado.

“Lost in the Dream”, de The War on Drugs.

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