Por Carmen Duarte Diciembre 5, 2013

La carrera de Stevie Wonder hay que mirarla de adelante hacia atrás. Partamos con que es un dios mayor del panteón del R&B norteamericano, con su figura bonachona seguida por una legión de fans, entre ellos una incondicional Alicia Keys. Retrocedamos a los 90, a su rescate de la mano de los Red Hot Chili Peppers, que con el cover de “Higher Ground” lo dejaron como el padre del revival funk de esa década. Porque lo salvaron de ese descrédito en que cayó en los 80, peinado de trenzas tropicales al cantar zalamerías como “I Just Called to Say I Love You” y de ser ungido beato al querer detener la hambruna en África, con ese who is who ochentero que fue “We Are the World.”

Antes de eso estuvo la gloria. De 1972 a 1976 Stevie Wonder lanzó tres discos que lo dejaron como un visionario que desarticuló el soul a punta de sintetizadores. Talking Book, Innervisions y Songs in the Key of Life son la combinación improbable de un genio musical de avanzada, vital en su ritmo, romántico asumido y defensor de las minorías. Prueba de tanta maravilla, ahí está en YouTube su aparición en 1973 en Sesame Street cantando “Superstition,” y provocando bailes furiosos en su audiencia preescolar. Antes de eso, en Detroit, él es un adolescente convertido en una pequeña sensación calcetinera, gracias a Motown Records y su fábrica fordiana de hits. Y al comienzo está un niño ciego de nacimiento, que lograría tocar varios instrumentos y optó por el piano, como los grandes del soul.

Stevie Wonder en vivo: 10 de diciembre en el Movistar Arena. www.puntoticket.com

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