Por Daniel Greve, crítico de gastronomía y vinos Agosto 27, 2014

Los Despedidos vienen a saludar, y nosotros los contratamos. Este doble debut de San Pedro con cepas no tradicionales es el resultado de varios experimentos en el secano interior del valle de Itata. Los vinos: El cinsault 2013, ligero, delgado, jugoso. Fiel a las características de la variedad, es una explosión contenida -casi tántrica- de frutos rojos, limpios, definidos, aromáticos. Su invisible 14,5% de alcohol se esconde bajo la exquisita capa de una acidez bien conseguida, equilibrada y con esa fruta fresca, pero a la vez madura. La cepa país 2013, en cambio, pide comida. Su nariz es más rústica, en un cuerpo también ligero, pero un poco más profundo. Taninos más marcados, rugosos y con un alcohol más bajo (13,5%), lo que le permite no depender de la acidez, que en este caso es menor. Hay menos fruta y más firmeza, menos bodega y más campo. De esos vinos que te dicen “ve por unas mollejas, yo te cubro las espaldas”. Que así sea. Y que le escondan el sobre azul.

A $19.000 en tiendas.

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