Por Daniel Greve, crítico de gastronomía y vinos Julio 9, 2014

Malditas marchas blancas. Sólo existen para dar una visión anticipada pero deforme de cómo será un restaurante. A dos días de su estreno, el Castillo Forestal se hace un harakiri. Todo hace pensar que será un gran lugar, pero también que el rodaje le ha costado caro. Y que, en el arranque, eso de ir de menos a más no será tan fluido. Servicio atento, pero distraído. Puesta en escena preciosa e industrial. Y la cocina, aún esperando dominarlo todo desde su trono. Falta para eso. Estandarización, sabor, jerarquía. El menú cambia cada jueves, y el vigente ofrecía combinaciones de entradas, fondos y postres (entre $8.500 y $11.500). Todo tiene D.O.: el Potage de lentejas con migas de longaniza de Chillán anda bien, con sabor casero y base sencilla, retomando un formato rústico; los Gnocchis con mantequilla de cangrejo de Juan Fernández, bien de sabor pero mezquinos con el crustáceo; el Lomo de cerdo con salsa de mostaza con piñones de La Araucanía y papayas de La Serena en un buen contraste, pero llega tibio. Y la estrella, las Costillas de cordero magallánico (a caros $16.900) con mucha grasa y poco sabor -algo contradictorio- cubiertas de una salsa espesada de más. El chef saca una segunda versión, esta vez bien selladas, con jugos de cocción, más sabor y menos grasa. Una rareza. Aunque tiene el concepto y la puesta en escena, el castillo aún espera por su rey.

Av. Cardenal José María Caro 390, Santiago Centro. www.castilloforestal.cl.

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