Por Javier Rodríguez Abril 20, 2018

Escribió Marx, citando a Hegel, que la historia se repite dos veces: primero como tragedia y luego como farsa. Su frase cobra vigencia, una vez más, después de la farsa que se vivió en España la semana pasada, cuando el Real Madrid sólo pudo eliminar a la Juventus gracias a un dudoso penal cobrado en el minuto 93, cuando el resultado era una victoria visitante por 3-0 que obligaba a un impensado alargue. Hasta ese minuto, la poderosa Casa Blanca, que había goleado a la Juventus en Turín, perdía por primera vez por tres goles como local en la Champions League.

Michael Oliver,Gianluigi BuffonLa farsa no es tener que ver al Real Madrid disputando otra semifinal, sino el curso de los acontecimientos, con un equipo como la Juve que, viniendo del poco sexy Calcio, lograba un resultado histórico frente al club más ganador de todos. Los italianos, por los que nadie daba un peso, continuaban la senda de la épica que había trazado  la Roma el día anterior, goleando al Barcelona de Messi e Iniesta en la ciudad de Rómulo y Remo. Pero vino ese cruce maldito en el área del marroquí Medhi Benatia, el joven Lucas Vásquez se dejó caer y el árbitro cobró un foul que, de haber sido en mitad de cancha, se hubiera resuelto con un “juegue, juegue”.

La Juventus está acostumbrada a sufrir. Los equipos grandes necesitan estar al borde del abismo y mirarlo a los ojos para que luego, cuando la historia sea contada, tenga el giro que toda epopeya necesita. El penal, en ese sentido, era perfecto, porque no aseguraba nada. Sólo el miedo. Daba igual que su pateador fuera la versión futbolística de Mark Zuckerberg, el robótico Cristiano Ronaldo, porque en el arco estaba la leyenda Gianluigi Buffon, que con 40 años se jugaba levantar el único título que le falta: la orejona de la Champions League, la copa más linda de Europa.

Pero la injusticia lo cegó. El ídolo tuvo un momento de furia del que probablemente se arrepentirá durante años. Las imágenes que vimos por televisión funcionan como una pintura perfecta de la ira, del momento de la explosión, pero los motivos sólo los sabrán los que estaban en la cancha. Al igual que en la primera versión de esta historia, cuando el actual técnico del Real Madrid, Zinedine Zidane, cabeceó el pecho del central de la azzurra Marco Materazzi en la final del Mundial de 2006, y Buffon levantó la copa el día en que se retiraba el gran 10 del fútbol moderno. Pasó también en el último clásico chileno, cuando Jean Beausejour se volvió loco luego de ser expulsado. Ahora le tocó a Buffon, en el que probablemente fue su último partido internacional por clubes.

“Vai a cagare” fue lo que le dijo el arquero al árbitro, según La Gazzeta Dello Sport. Una frase, tres palabras, que sepultaron la posibilidad de terminar esa noche con más épica todavía. Era su primera roja en 14 Champions, en 117 partidos. Pero lo más duro no es eso, sino que Buffon pudo haber tapado ese penal. Su sola presencia intimida a cualquiera. Cristiano podría haber fallado, pegarle al palo o ponerse inesperadamente nervioso. Podría, justo en ese instante, volver a ser mortal. Pero Michael Oliver prefirió expulsar al italiano y retirarlo para siempre de la Copa de Campeones. Mandarlo a las duchas por la puerta de atrás, la que nadie quiere usar.

"Primero Zidane, luego Buffon. La tragedia y la farsa. Uno retiró al otro siento futbolista, y ahora el otro lo retira siendo entrenador”

“(El árbitro) No puede tener el cinismo de destruir el sueño de un equipo con una jugada tan dudosa y después de que en el partido de ida no nos cobraron un penal muy parecido”, declaró Giggi, aún caliente luego del partido. “Solo alguien que tiene un cubo de basura en lugar del corazón puede tomar esas dos decisiones”

¿Fue penal? Puede ser. ¿Merecía la expulsión? Por ningún motivo. Cuando expulsaron a Zidane en Berlín, todos sentimos que no era lo correcto, que las cosas se habían salido de su cauce natural. Doce años después, volvimos a sentir lo mismo viendo al gran capitán de la Juventus caminar fuera de la cancha. Primero Zidane, luego Buffon. La tragedia y la farsa. Uno retiró al otro siento futbolista, y ahora el otro lo retira siendo entrenador. Pero Buffon se fue aplaudido por todo el estadio, que, a diferencia de sus jugadores, tuvo la decencia de reconocer en la Juventus, y sobre todo en él, al ganador de esa noche.

“Acepten la injusticia, que todo se equilibra al final”, dijo años atrás Marcelo Bielsa a sus jugadores, cuando dirigía al Olympique de Marsella y perdieron con el PSG.

Los caminos del fútbol son inescrutables.

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