Por Jonás Preller Roldán Julio 28, 2017

Tratar de hacer un paralelo entre el Sename y cualquier otra política pública puede ser trivializar el tema.

Compararlo con el Transantiago no sólo es un despropósito; es una crueldad, al buscar equiparar un fallido sistema de transporte a la muerte de niños, al hacinamiento y al abandono sistemático de menores.

Ver al Sename como el nuevo botín político duele. Más aún cuando este no es un conflicto reciente, cuando los problemas se extienden por años, cuando como sociedad nos damos cuenta de que es una deuda histórica.

Los casi $9 mil millones que el Estado adeuda a los diferentes centros colaborativos privados del país son reflejo de esto. Que los tribunales o los organismos cautelares deriven a cientos de niños y niñas sin ninguna certeza de que podrán ser acogidos con las condiciones mínimas para su recuperación o reinserción, da cuenta de una desidia sin igual.

La crisis del Sename no pasa por comisiones investigadoras, por buscar culpables o por tratar de erigirse como el dueño de la verdad. El abandono pasa por la indolencia de todos, porque hoy no se produzca una discusión seria, porque no se fijen plazos de solución, porque ninguna autoridad es capaz de dar un paso al frente y decir con firmeza que la realidad nos superó, que la solución pasa por un acuerdo transversal donde nos comprometamos como sociedad a no tolerar más esta cruel realidad que afecta a nuestros niños.

Jonás Preller Roldán
Director

jonas.preller@quepasa.cl
@jonaspreller

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