Por Jonás Preller Roldán Mayo 26, 2017

Fue una de las promesas de campaña. Uno de los compromisos con la educación y con la descentralización del país.

“Crearemos universidades estatales regionales en donde actualmente no existen, en Aysén y O’Higgins”, rezaba el programa de gobierno de Michelle Bachelet, dando cuenta de la importancia que para esa administración tenía este proyecto.

Fue criticado y objetado transversalmente en su minuto. Fue aprobado más por empeño de las bancadas regionales que por convencimiento técnico o educacional.

Algunos aludieron al Transantiago y a una política pública incorrectamente medida, con problemas de implementación y sustentabilidad en el tiempo; pero la realidad es otra.

Estuvimos ahí, compartimos con los alumnos y profesores. Vimos sus instalaciones. Tratamos de captar sus aspiraciones. A casi tres meses del inicio de clases, lo que se percibe en las universidades regionales de Aysén y O’Higgins es un sentimiento de integración, de agradecimiento y esfuerzo.

De cómo una política —aun debatible en cuanto a alcances y costos— logra llegar a la población y atender una parte importante de sus demandas.

Jonás Preller Roldán
Director

jonas.preller@quepasa.cl
@jonaspreller

 

 

Relacionados