Por Catalina Göpel, periodista internacional de Pulso Diciembre 2, 2016

Desde el fallecimiento de Fidel Castro el pasado viernes en La Habana, la pregunta ha sido ¿quién será el próximo sucesor de casi 60 años de administración castrista? Porque si bien Raúl se mantiene como el líder máximo, se espera que en febrero de 2018 abandone el poder.

Es cierto que es muy pronto para lanzar los dardos hacia una persona, pero por estos días Miguel Mario Díaz-Canel suena como el principal favorito.

Político cubano, de 56 años. Nació en una localidad de Placetas (un municipio ubicado en la zona central de la isla), en la provincia de Villa Clara, de profesión ingeniero electrónico, desde 2013 desempeña el cargo de primer vicepresidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros de Cuba. Además es miembro del actual buró político del Partico Comunista (PC) de ese país desde 1997.

La información que trasciende de Díaz-Canel fuera de Cuba es bastante limitada, es conocido como “el delfín” de Raúl Castro, pero su manera de pensar acerca del futuro de la isla todavía no está muy clara.
Considerado como una persona de línea dura, rígida y absoluta por todos sus años de formación en el PC. Ha ascendido básicamente por ser ortodoxo y bastante ceñido a la línea castrista y sobre todo con esa tendencia pragmática desde el punto de vista económico. Pero desde lo político, negado a una apertura o reforma democrática.

Luego de terminar sus estudios universitarios, alcanzó experiencia militar en el ejército, pasando por diferentes unidades, donde también fue oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

De bajo perfil, silencioso en público, pero agudo y mentalmente muy ágil, Díaz-Canel es el primer dirigente cubano nacido después de 1950 en alcanzar un cargo de tan alto rango en ese país. Al no haber participado de la revolución de 1959, es uno de los innovadores al interior del partido.

En 1994 obtuvo el cargo de primer secretario del comité provincial del Partido de Villa Clara, su provincia natal, donde impulsó significativos cambios del tipo cultural, como la apertura de un centro cultural, transformándose en el primer rincón bohemio en esa localidad. Después fue designado ministro de Educación, donde fue el pionero en un gran número de reformas.

También se sabe que ha sobrevivido a lo que no pudieron sus predecesores como Carlos Lage, Roberto Robaina y Felipe Pérez Roque, quienes también perfilaban como sucesores de los Castro, pero no lograron congeniar con el carácter y el carisma de Fidel, porque no pudieron mantener un bajo perfil, algo esencial para el difunto líder.

De ser el sucesor de Raúl, Díaz-Canel tendrá que equilibrar tres puntos de poder: la nueva generación, de la cual no se conocen sus opiniones y perspectivas; los históricos, que pese a la muerte de Fidel siguen en el mundo político; y el sector popular, por lo que sería como un puente de unión entre ambos sectores.

Puede ser que Díaz-Canel no tenga el apellido Castro y tampoco el carisma de Fidel, pero al parecer, cuenta con el apoyo de Raúl, quien en su designación en 2013 dijo que “no es un advenedizo ni un improvisado”.

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