Por Catalina Göpel, periodista internacional de Pulso. Enviada especial Septiembre 30, 2016

220 mil muertos, millones de desplazados y 1.600 días de diálogo son sólo el saldo en cifras que deja la guerra con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.

El pasado 26 de septiembre, los ojos del mundo estaban sobre Colombia. El blanco se apoderaba de las calles de ese país para representar el “día de la paz”. Esa paz que de pensarla hasta hace un par de años, luego de innumerables intentos fallidos, parecía tan lejana e inalcanzable. Sonrisas, lágrimas y abrazos completaban el dibujo en las principales zonas del territorio colombiano.
Un minuto de silencio por las víctimas caídas en las cinco décadas de combate, fue el comienzo de una ceremonia llena de simbolismos. Los asistentes al Patio de Banderas del Centro de Convenciones de Cartagena de Indias no podían contener la emoción, al tiempo que las alabadoras de Bojayá inundaban con su cántico a la multitud de 2.700 personas, entre ellas 15 jefes de Estado, 3 ex mandatarios, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el rey Juan Carlos de España y el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, participaron del evento en la ciudad amurallada. Imposible no tener la piel de gallina.

El domingo, día en que los ciudadanos definirán si dan o no su apoyo al documento, se instalarán más de 11.000 puestos de votación en Colombia y en 64 países, en los que habrá 81.925 mesas para que los electores voten en el plebiscito.

Para los asistentes al histórico momento, la firma cimentó la unión y las esperanzas sobre la democracia en Colombia, pero la verdad es que tras la cita del lunes la paz todavía no está saldada. La convocatoria del próximo domingo será el último paso, en caso de ganar el “Sí”, para el avance hacia la verdadera armonía y el desarme de las Fuerzas a través de la entrega de armamentos y el inicio de los trámites que se acordaron en el encuentro de junio en La Habana. Para que el acuerdo sea válido, en el referendo deberán votar a favor más de 4 millones de ciudadanos e imponerse sobre el “No”.

El presidente Juan Manuel Santos junto a Rodrigo Londoño, más conocido como Timochenko Jiménez, máximo líder de las FARC, firmaron con un “balígrafo”, un cartucho de fusil convertido en lápiz, el documento que según Ban Ki-moon es “una luz para el mundo”.
Sin lugar a dudas uno de los momentos más recordados será cuando Timochenko pidió perdón, y en su discurso hizo hincapié en la decisión de la guerrilla de continuar defendiendo sus ideas desde la política. “En nombre de las FARC, ofrezco perdón a todas las víctimas del conflicto”, señaló.

El martes fue el último día permitido para la publicación de encuestas en medios de comunicación, las últimas que se dieron a conocer sobre la votación del domingo señalaron que el 55% está a favor del acuerdo, mientras que un 36% dice que votará por el “No”.

El domingo, día en que los ciudadanos definirán si dan o no su apoyo al documento, se instalarán más de 11.000 puestos de votación en Colombia y en 64 países, en los que habrá 81.925 mesas para que los electores voten en el plebiscito. De ganar el “No”, según lo señalado por Santos, será el fin al proceso con las FARC.

Es cierto que las FARC perdieron su voluntad de lucha. Pronto podría comenzar el traslado de los integrantes de la guerrilla a las 27 zonas de concentración, donde se entregarán las armas, que serán fundidas para la construcción de monumentos, y la preparación para su reinserción a la vida civil.
Las cartas están echadas, pero de triunfar el “Sí”, es de esperar que en los próximos años el “balígrafo” se transforme en un nuevo souvenir para quienes decidan visitar Colombia.

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