Por Diego Graglia, desde Santa Cruz, California Julio 15, 2016

Un policía acababa de meterle tres o cuatro balazos a su novio, Philando Castile, al lado suyo en el coche. Diamond Reynolds tomó su teléfono, tocó el icono rojo de transmisión en vivo de Facebook Live y escribió una palabra como descripción: “Police”.

En ese momento, el 6 de julio, esta mujer de Minneapolis puede haber cambiado la historia de la televisión, de las redes sociales y, ojalá, de la sociedad de “castas” de Estados Unidos. Su video de casi diez minutos, que su familia y amigos sufrieron en vivo y gran parte del país vio a la mañana siguiente, mostró el poder de una tecnología que las empresas de Silicon Valley están masificando este año y que, por lo visto, no saben del todo cómo controlar.

Periscope y Meerkat estuvieron entre las pioneras de videos en vivo desde el celular desde hace unos años. La primera terminó adquirida por Twitter y la segunda perdió relevancia. Pero, como suele suceder, hace unos meses entró a escena una de las gigantes tecno y el juego cambió. Facebook lanzó Live, con una campaña muy fuerte en que incluso le paga millones de dólares a medios como The New York Times y canales de televisión para que transmitan videos a diario.

En muy poco tiempo, la nueva herramienta se volvió un fenómeno. Cuando una señora se compró una máscara de Chewbacca y, en medio de un ataque de risa, se la puso mientras transmitía en vivo, demostró su potencial: hoy el video de “Chewbacca Mom” tiene más de 159 millones de reproducciones y ella es una estrella de internet.

Es difícil pensar que Facebook se haya imaginado que pronto sería el medio por el que el país entero viviría tan de cerca la violencia policial contra los afroamericanos. El discurso de la gran red social y de su fundador, Mark Zuckerberg, siempre busca enfatizar los lentes rosa para ver la vida: el compartir, el “me gusta”, las conexiones entre gente que se quiere...

Pero Diamond Reynolds, en un momento de impotencia, en lugar de llamar al 911 prendió el Facebook Live y descubrió el poder oculto de transmitir un evento traumático al mundo. El contacto visceral que siente quien ve su video es mucho más profundo que cualquier experiencia mediática porque, justamente, no está intermediado.

El primer análisis de muchos fue que la tele de paga empezó ese día a perder su última ventaja frente a la avalancha de Netflix y YouTube: los eventos en vivo de interés nacional. La segunda conclusión fue que Facebook —por más que lo negó en la reciente polémica sobre el sesgo de sus trending topics— tiene un rol editorial muy fuerte en la distribución de información a la sociedad. Y que debería ejercerlo con responsabilidad, no asegurar —inmaduramente— que el video de Reynolds estuvo caído una hora por una “falla técnica”.

La tercera gran reflexión, la más importante, es la que todavía no llega. Estados Unidos todavía no puede aceptar que sigue maltratando y oprimiendo a sus minorías raciales. El ataque del francotirador de Dallas al día siguiente sólo logró complicar más el cuadro y plantear una oposición falsa entre estar a favor de la policía y a favor de los afroamericanos. Pero, eso sí, también tuvo su transmisión en vivo desde un celular, como la tuvo el arresto de uno de los activistas afroamericanos más famosos durante las protestas que siguieron el fin de semana.

Un par de días después, “Chewbacca Mom” (Candace Payne) publicó un video homenaje tras las muertes en Dallas en que cantó “Make a Better Place”, de Michael Jackson. Hasta este martes tenía 4,6 millones de reproducciones.

Quedó claro que el video en vivo es un fenómeno social que apenas estamos empezando a entender.

Relacionados