Por Patricio Jara. Julio 22, 2016

Fue de esos autores para los cuales la narrativa de ficción era una posibilidad más de la palabra escrita. Tenía 18 años Norman Mailer cuando publicó su primer relato. Entonces estudiaba ingeniería aeronáutica y luego de combatir en la Segunda Guerra Mundial desarrolló una carrera como novelista, aunque nunca dejó de lado el periodismo (fue cofundador del Village Voice) ni mucho menos el ensayo, que siempre concibió como una forma de activismo. A casi diez años de su muerte, lo último que llega de su obra es justamente una selección de lo mejor que logró en este registro: Fuera de la ley está compuesta por una treintena de textos que cubre un extenso arco temporal: va desde 1948 a 2005 y su denominador común son las manifestaciones artísticas y culturales entendidas como actos políticos. También lo son sus perfiles de personajes (desde Hemingway a Jackie Kennedy, desde Marilyn Monroe a Malcom X), cuyo foco está en demostrar que, más allá de la popularidad, éstos encarnaron la moral de una época.

Norman Mailer fue un cascarrabias de campeonato. Se peleó con muchos y también defendió a otros tantos. Hasta el final estuvo conectado con el momento que le correspondió vivir. Para él todo tiempo pasado no fue tan mejor y sus ensayos sobre el oficio narrativo o de ciertas novelas así lo demuestran.

De hecho, esta recopilación recoge una de sus piezas más emblemáticas: la que escribió sobre American Psycho, la novela de Bret Easton Ellis que a comienzos de los 90 remeció el panorama literario mundial y alentó un debate que hoy, 25 años después, aún genera controversia.

Muchos llegaron al libro atraídos por los asesinatos que cometía Patrick Bateman, ese joven y sofisticado ejecutivo de Wall Street; sin embargo, la historia era mucho más que eso: a través del protagonista se perfilaba el retrato de un modelo: el dinero, el éxito, el poder y la vanidad que propuso el germen capitalista de los 80. Bateman tenía todo lo que muchos querían tener, aunque para ser como él había que cruzar un callejón oscuro.

American Psycho se publicó en marzo de 1991 (en español apareció en septiembre de ese año), pero tuvo reseñas varios meses antes de que entrara a librerías. En días en que, salvo una o dos excepciones, nuestros críticos literarios siempre llegan tarde, resulta sorprendente el interés de Mailer por una novela y un autor que bien podría ser su hijo: después de leer el manuscrito despachó un reporte de 18 páginas.

Mailer le pega fuerte a American Psycho. A ratos se escandaliza, pero no se queda en el cacareo y aquello es lo más destacado. “Uno sigue leyendo como un adicto a un vicio que no ofrece ningún tipo de placer. A uno le gustaría arrojar lejos el libro”, escribe Mailer. “Es aburrido y es intolerable: estos son los personajes peores y más aburridos que un autor talentoso ha puesto ante nosotros en un largo tiempo, pero no podemos decidirnos a abandonar”. Y luego: “Tenemos que hacer la pregunta una vez más: ¿qué es el arte? La pista presentada por Bret Easton Ellis es su curiosa observación de la necesidad de ser aterrados”.

Mailer escarba con profundidad y llega lejos, sobre todo cuando decanta en algo que podría parecer obvio, pero no por eso menos relevante: Bret Easton Ellis tenía la libertad, el derecho literario, de escribir el libro que escribió y hacerse cargo de sus consecuencias. No lo sé, pero si la crítica literaria es algo que se puede enseñar como se enseña, digamos, a hacer galletas o a medir un planeta, entonces estas 18 páginas son un buen ejemplo de hasta dónde se puede llegar a la hora de hablar de otros, aunque no sean de nuestro bando.

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