Por Octubre 22, 2010

"Algunos extranjeros con la barriga llena no tienen nada mejor que hacer que señalar con el dedo nuestros asuntos. China no exporta revolución, ni tampoco exporta pobreza y hambre, ni les causa problemas. ¿Qué más hay que decir?", afirmó el año pasado en una visita a México Xi Jinping, el próximo presidente de China.

De estilo directo y con una visión decididamente proempresarial, Xi Jinping, de 57 años, es el hombre que dirigirá el destino de más de 1.350 millones de personas y será uno de los mandatarios más poderosos del mundo.

Ello, luego de que  el pasado 18 de octubre, el Partido Comunista de China lo nombrara vicepresidente de la Comisión Militar, puesto que tradicionalmente ha sido asumido por el que será el próximo presidente de la República Popular China.

Licenciado en Ingeniería Química y Leyes por la prestigiosa Universidad de Tsinghua -el sucesor de Hu Jintao, quien dejará el cargo en 2013-, es considerado como el mejor vocero del pensamiento del grupo de Shanghái, conocido como el Partido de los Príncipes porque son hijos de los héroes de la revolución de Mao.

Su protector, el ex presidente Jiang Zemin, es conocido por su posición rígida de apertura económica y estabilidad política. Y Xi, a pesar de no ser tan elocuente en China -paradójicamente en el exterior habla más de la cuenta y sus declaraciones son omitidas en los reportes oficiales-, ha revelado ser igualmente conservador.

Desde el año pasado, se esperaba que Xi fuera ascendido. Sin embargo, las pujas de poder entre las alas reformistas y conservadoras del PCCh parecían no concertarse. Este año, ante un panorama de tensiones dentro del partido, Xi terminó siendo el hombre del consenso para mantener la estabilidad.

El partido ha decidido un camino que va de la mano con el plan quinquenal 2011-2015, también aprobado durante esta plenaria: crecimiento económico inclusivo, que balancee las enormes diferencias que han surgido entre ricos y pobres.

La palabra inclusión se refiere al capitalismo socialista chino y nunca al concepto democrático de Occidente. Desde las épocas imperiales, China ha sabido manejar sus asuntos en una sola cabeza y el  futuro chino con Xi al mando sólo implicará una continuidad política unipartidista. Para cumplir el plan quinquenal se sigue necesitando un solo mando, como se afirma en el comunicado final de la Plenaria: "El liderazgo del Partido Comunista de China es una garantía fundamental para alcanzar los objetivos fijados de desarrollo económico y sociales". Es el mismo partido quien otra vez se autodenomina clave para el progreso chino.

Actualmente, el gigante asiático enfrenta un complejo escenario mundial. Su poderío económico sigue en ascenso, mientras recibe innumerables presiones por la falta de libertades de sus ciudadanos.

Hace algunas semanas, el activista Liu Xiaobo,  encarcelado por solicitar abiertamente el derecho a la libertad de expresión y de prensa, recibió el Premio Nobel de la Paz, e incluso el mismo primer ministro Wen Jiabao ha declarado abiertamente como necesarias las reformas políticas en una entrevista suya con CNN, que fue censurada por el Ministerio de la Propaganda.

Darle un rol político más determinante a Xi es, también, el contraataque a los intentos liberalizadores y reafirman la posición de un partido único, que permite cambios económicos pero no políticos.

Y en un país donde el pensamiento más común es el bienestar económico, el Nobel de la Paz se ignora o silencia y los sueños de grandes reformas se vuelven lejanos.

*Directora de China Files.

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