Por Andrés Azócar* Octubre 8, 2010

¿Pueden las redes sociales generar movimientos tan importantes como Mayo del 68 o disparar luchas históricas como fue la defensa de los derechos civiles en EE.UU. o derribar una dictadura militar?

Éste fue el punto de partida del artículo publicado en New Yorker por Malcolm Gladwell, y que desató una tremenda discusión entre partidarios y detractores, que aún no termina. Básicamente su tesis es que es imposible confiarle la revolución a Facebook o Twitter.

Los argumentos de Gladwell, quien es periodista, sociólogo y escritor, se basan en que los movimientos sociales que han marcado la historia se organizaron siempre a través de lazos fuertes y macizos. De hecho, recuerda que tanto los movimientos universitarios en EE.UU. como las Brigadas Rojas en Alemania estaban constituidos por conocidos y amigos. Algo que no ocurre en Facebook y tampoco en Twitter, que están conformados por lazos débiles: amigos que no son amigos, conocidos circunstanciales o antiguas amistades.

Otro elemento que recoge Gladwell es que todos los movimientos sociales relevantes estuvieron formados por estructuras jerárquicas fuertes, claves para que las decisiones fueran coherentes, definidas y rápidas. Obviamente esto no ocurre en las redes sociales virtuales, compuestas por roles y posiciones similares entre sus miembros.

En resumen, hoy el activismo es un trabajo descomprometido y para acciones de muy poca relevancia.

El mundo intelectual -quizás desde la representación del Homo videns de Giovanni Sartori y el Here Comes Everybody de Clay Shirky- ha estado buscando una respuesta al rol que ejercen los medios -y su influencia- en las movilizaciones sociales. Hoy, el centro de atención es Facebook, que cuenta con más de 500 millones de usuarios y que hierve en activismo y en grupos que se levantan por alguna causa. Probablemente nunca en la historia de la humanidad hubo más personas adscritas a alguna batalla social o ambiental. Pero para Gladwell esto no significa nada. Recuerda que el grupo en Facebook Salvemos a Darfur tiene más de 1.200.000 miembros, pero apenas genera recursos para las ONG que buscan evitar el genocidio al sur de Sudán.

El gran problema de Malcolm Gladwell es que no se hace cargo de los cambios generados por la revolución tecnológica. Y pretende darle el mismo valor a dos procesos históricos completamente diferentes, sin tomar en cuenta que, de cierta manera, terminan del mismo modo. Mientras los derechos de los afroamericanos se ganaron en la calle en los 60, el ascenso de Obama se dio gracias a la participación masiva en Facebook en 2008.

Hoy las redes sociales pueden conectar más rápido a la gente, generar mayor interés y dar a conocer temas que antes no eran populares para la mayor parte de la población, como la matanza de delfines en Japón, la lapidación de una mujer en Irán o la defensa de Punta de Choros. Los sistemas de donación se han perfeccionado: así lo demostró la Cruz Roja luego del terremoto en Haití y los que luchaban contra el derrame de petróleo en el Golfo de México.

Hoy el activismo es conocimiento, masividad y menos mítico que décadas atrás. Pero sin duda, pronto tendrá su propio Mayo del 68.

*Director de Periodismo de la UDP y autor del blog www.hijodelmedio.com

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