Por Andrew Chernin Septiembre 17, 2010

El misterio, lo que intrigaba y no se lograba descubrir, era saber cuál podría haber sido su razón: qué llevaba a un tipo de 19 años a crear un monstruo social que después de seis años reuniría a 500 millones de personas en una cosa como Facebook, que es como una nación invisible, pero que resulta tan tangible a la vez. Mark Zuckerberg, el tipo de 19 años, no era parte de la aristocracia antigua de la costa este, ni hijo de algún genio de la realeza geek de Silicon Valley. Mark Zuckerberg era el hermano de Randi, Donna y Arielle en una casa en Dobbs Ferry, en Nueva York, que para hacerse una idea, en tren queda a casi una hora de Manhattan. Mark, en esa casa, era el hijo de un dentista que le había enseñado conceptos básicos para programar en Atari y de una psiquiatra que dejó su consulta cuando le tocó ser madre.

Pero claro, el misterio sobre su ambición no estaba ahí, sino en lo que pasó después del 5 de febrero de 2004, que es cuando se lanzó Facebook. Y en cómo un tipo con tanto carisma como una caja de cartón, que contesta mecánicamente y que exhibe en su carácter una extraña mezcla de timidez y arrogancia, logró cambiar la forma en que la gente conectaba. Zuckerberg habla poco y eso, probablemente, sólo alimentó más las ganas de saber qué pasaba por la cabeza del ex alumno de Harvard que entregaba poca información sobre sí mismo, pero que hacía pública la de los millones de usuarios de Facebook.

Un tipo que se atrevió fue Ben Mezrich, un escritor norteamericano que dice hacer novelas de no ficción, pero que fue acusado de inventar datos y de arreglar diálogos en "Bringing down the house" (2003), un libro que cuenta cómo un grupo de graduados del MIT logra una pequeña fortuna jugando Blackjack en Las Vegas, gracias a un complejo sistema de conteo de cartas. Mezrich logró hablar con Eduardo Saverin, uno de los cofundadores de Facebook, y publicó "The Accidental Billionaires", su novela sobre la red social, el año pasado. Ahí desarrolló la tesis algo maqueteada de que todo nació para conseguir tipas y de que Zuckerberg era un genio socialmente torpe, insensible y con una ambición tan voraz, que no le aproblemaba traicionar a amigos y a compañeros con tal de ser el nuevo César de Silicon Valley.

Otro que quiso hacer el intento de desentrañar el ADN del creador de Facebook fue Aaron Sorkin, el guionista de "The West Wing", que es una de las series favoritas de Zuckerberg. Sorkin adaptó la novela de Mezrich para una película que dirigió David Fincher, que se llama "The Social Network", y que se estrenará el 1 de octubre en el Festival de Cine de Nueva York. Sorkin ha dicho que no sabía nada de redes sociales y que nunca conoció a Zuckerberg. Que por eso su película no tiene la intención de atacarlo y que la historia que articuló, en los últimos cinco minutos, termina mostrándolo como un héroe caído en desgracia.

Si sucede lo obvio y la película vende todo lo que Columbia Pictures espera que venda, la imagen pública y masiva del misterioso Zuckerberg quedará congelada en eso que se verá en las salas: el retrato brutal de un complejo genio de 19 años, que quizás ayude a hacer atractivo al personaje. Pero no a entender los motores que lo mueven.

Porque para que Mark entregara pistas sobre eso, alguien tenía que preguntarle algo simple. Algo como cuál es su libro favorito fue lo que hizo el periodista José Antonio Vargas, para un perfil que publicó en el New Yorker. Y Zuckerberg le dijo que "La Eneida", esa epopeya de Virgilio que explica el nacimiento del Imperio Romano. Le dijo también que de todo el libro, podía recordar dos cosas. Y ésas, curiosamente, eran que la fortuna favorece a los audaces y que era posible un imperio, que no conociera los límites.

*Periodista de Qué Pasa.

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