Por Axel Christensen | Director ejecutivo BlackRock Agosto 20, 2010

El anuncio de fusión entre LAN y la línea aérea de origen brasileño TAM es el golpe noticioso de la prensa financiera en lo que va del 2010. No sólo por la escala de la operación, que de completarse crearía la mayor línea de Latinoamérica, sino también por sus ribetes políticos, al ser LAN una de las mayores posesiones que mantenía el actual presidente Piñera, cuya venta después de asumir el mando le trajo más de un dolor de cabeza.

Pero más allá del interés periodístico, lo que realmente debiera de concitar la atención -al menos para los inversionistas de LAN, entre los cuales se cuentan las AFP- son las condiciones de la fusión propuesta y otras materias relevantes para que el golpe noticioso también sea un buen negocio. Es deber de todo inversionista informarse bien, consultando en la página web de LAN más datos sobre la operación. En los hechos esenciales de www.svs.cl se pueden encontrar mayores detalles del negocio (incluyendo la nómina de personas que estaban en conocimiento del acuerdo).

A partir de la información disponible, se pueden destacar algunos puntos relevantes.

Primero, que ambas empresas han anunciado la intención de fusionar sus operaciones, lo cual se ha manifestado en un memorándum de entendimiento (MOU en jerga financiera, por las siglas en inglés de este documento) NO vinculante. Enfatizo lo anterior para aclarar que el deal aún no está completamente cerrado pues, más allá de los usuales due diligence y revisión de pactos de accionistas, aún se requiere de las aprobaciones de los accionistas de ambas compañías, incluyendo un exigente 95% de aprobación de los de TAM para canjear una acción del operador brasileño por 0.9 acciones de LAN. La transacción también debe ser aprobada por al menos 2/3 de los accionistas de la empresa chilena. Por lo tanto, los términos de la fusión, tanto en los derechos económicos como políticos, serán claves para asegurar la necesaria concurrencia de los votos de los minoritarios.

Segundo, dada la naturaleza de la industria, la transacción deberá pasar por las aprobaciones de varias autoridades, tanto aeronáuticas como aquellas preocupadas del impacto sobre la competencia que traerá, como el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia chileno y la Fiscalía Nacional Económica, entidad que precisamente abrió una investigación este miércoles. Muchos inversionistas aún tienen en la retina la fallida fusión entre Falabella y D&S, anunciada con bombos y platillos en mayo del 2007, pero que finalmente no prosperaría por el fallo adverso del TDLC.

La fusión LAN-TAM sin duda enfrentará desafíos en este ámbito, especialmente por la posición dominante de la chilena en el mercado nacional, y de TAM en los vuelos hacia y desde Brasil (sobre 80%).

Tercero: está el asunto del precio. Desde el momento en que se anunció la fusión hasta que escribo esta columna -miércoles-, el precio de las acciones de LAN ya había subido 10%. ¿Existen aún oportunidades para los inversionistas que no tenían acciones de LAN? ¿O a este precio ya están reflejadas todas las buenas noticias?

En este punto, es esencial entender las motivaciones que tuvieron ambas firmas para fusionarse y de qué manera la nueva compañía -LATAM- puede generar valor más allá de la suma de las partes, LAN y TAM. Los anuncios de la fusión identifican áreas para que se produzcan estos beneficios -o sinergias en jerga financiera-: reducción de costos, aumento de ventas en el negocio de carga y en las ventas de pasajes. En suma, totalizarían cerca de US$ 400 millones en los próximos 3 años.

Algunos bancos de inversión se aventuran a anticipar un potencial de 35% en el precio desde el anuncio de la fusión, por lo que podría quedar aún un atractivo 25% de alza según dichas estimaciones. Pero no hay que olvidar que dichos pronósticos son justamente eso: estimaciones. Y los lectores que hayan pasado por procesos de fusión compartirán que muchas de estas sinergias pueden ser más esquivas que lo anticipado.

Con todo, aunque nunca está de más analizar la transacción con cautela y prudencia, no se puede dejar de reconocer que las administraciones de ambas compañías -así como sus accionistas controladores-  han demostrado ser sumamente exitosas, por separado, en la creación de valor. Nada prohíbe que puedan hacer lo mismo en la nueva empresa conjunta.

*Director ejecutivo BlackRock.

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