Por David Assael* Agosto 13, 2010

Sin duda si se puede reconocer un hito evidente en el mundo de la arquitectura éste es el museo Guggenheim de Bilbao, del norteamericano Frank Gehry. Hace algunas semanas 52 reconocidos líderes del mundo de la arquitectura, convocados por la revista Vanity Fair -entre los que se contaban 11 ganadores del premio Pritzker-, eligieron a este museo como la mejor obra arquitectónica de los últimos 30 años.

Construido en 1998, desde sus inicios el Guggenheim ha sido considerado como un referente indiscutido en el mundo de la arquitectura, pero en realidad son los más de 10 años transcurridos desde su construcción los que respaldan su verdadero valor: nunca antes en la historia una obra había hecho tanto por los arquitectos y por una ciudad.

El Guggenheim puso en el mapa turístico a la ciudad de Bilbao, trayendo con él infinitos beneficios, que están a la vista y que son perfectamente cuantificables. Si bien es importante destacar que la construcción del Guggenheim es parte de un elaborado plan de regeneración de dicha urbe, desde el día de su inauguración más de 10 millones de personas han viajado a Bilbao para visitarlo. Un estudio encargado por el museo, al cumplirse 10 años de su apertura, reveló que hasta esa fecha había generado un PIB de 1.750 millones de euros y alrededor de 4.200 empleos.

Con esas cifras, da un poco lo mismo si encontramos al Guggenheim bonito o feo, demasiado caro o de formas muy caprichosas. Lo destacable es que agrega valor a la ciudad. Y mucho. ¿Quién no querría un Guggenheim en su ciudad? ¿Qué urbe no querría una obra de arquitectura que por sí misma sea capaz de atraer turistas, empleo, oportunidades, ingresos, calidad de vida?

Pero el impacto en el mundo del museo de Gehry va mucho más allá de los números. El Guggenheim demostró el verdadero valor que es capaz de generar la arquitectura mediante cambios que sobrepasan lo meramente formal. A partir de este momento, queda claro que la arquitectura -y por lo tanto los arquitectos- es capaz de generar valor con el diseño e impulsar transformaciones en una ciudad. Hoy quienes habitan Bilbao se sienten orgullosos del lugar donde viven y los turistas, atraídos por el Guggenheim, se encargan diariamente de reforzarles este sentimiento.

El Guggenheim de Bilbao abre la puerta para que entendamos cómo la arquitectura puede generar valor por sí misma. Y no me refiero solamente a crear hitos turísticos de carácter internacional, sino a que un edificio bien pensado puede traer consigo múltiples externalidades positivas, tanto para sus impulsores como para las ciudades donde se localicen.

¿Cuándo será el día que en Chile ampliemos la mirada y empecemos a invertir en generar externalidades positivas, oportunidades y calidad de vida en vez de simplemente torres y centros comerciales como los que actualmente están en construcción?

*Arquitecto. Director de PlataformaArquitectura.cl y Plataforma Urbana.cl

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