Por José Luis Santa María, director. Abril 16, 2015

Primero los presidentes de los partidos políticos -tanto de gobierno como de oposición- firmaron una declaración en la que realizaban un “mea culpa transversal”. Luego, el director del Servicio de Impuestos Internos, Michel Jorrat, envió un mensaje claro: que en la mayoría de los casos que involucran a políticos “no debiera haber una querella”. Al día siguiente, Jorrat fue ratificado por la presidenta Michelle Bachelet en su cargo tras finalizar el proceso de Alta Dirección Pública. Las reglas quedaban claras.

A estas alturas el mundo político hablaba de la gestación de un “acuerdo institucional”. Pero no era lo único, la presidenta Bachelet rompió su silencio y La Moneda vio una oportunidad para la próxima semana: transformar la entrega de las conclusiones de la comisión liderada por Eduardo Engel en un punto de inflexión para comenzar a hablar de futuro. Incluso se analizaba hacer un “mea culpa” a nombre del Estado. Así se pretendía retomar el liderazgo.

Pero no estaba todo dicho. En pocas horas, el diseño nuevamente tambaleó. Primero los cuestionamientos a Jorrat, luego al propio ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo. Quienes se jugaban por apurar el tranco y detener la crisis, ahora están envueltos en ella. El golpe deja heridos justamente a los que tenían que liderar y, en consecuencia, dar credibilidad. Una prueba más de que esto no va a ser tan fácil de cerrar.

José Luis Santa María O.
Director
jsantamaria@quepasa.cl

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