Por Felipe Hurtado H. Marzo 11, 2015

El Chile Classic 2015 estuvo a poco de no jugarse. En septiembre, el presidente del Web.com Tour, Bill Calfee, calificaba de incierto su futuro. Sucedía en ese momento que el gobierno había decidido un recorte sustancial de sus aportes, de 700 mil dólares a US$ 240 mil, poco más de una décima parte de lo que cuesta levantar el certamen. No sólo el Estado redujo su participación, también varios auspiciadores locales que se bajaron aduciendo como razón la delicada situación económica.

Entonces, para que la cuarta edición estuviera lista para partir el próximo jueves en el Club Mapocho, hubo que hacer modificaciones. Se ajustó la bolsa de premios, que sufrió una merma de 50 mil dólares, el Web.com colaboró con auspiciadores internacionales y la organización debió apretarse el cinturón para, como dice Alejandro Peric, director del torneo, salir “ras ras”.

El Chile Classic es parte del Web.com Tour, algo así como la segunda división del prestigioso PGA, desde el cual hasta 50 jugadores pueden ascender cada temporada al circuito principal.

Ese premio ha permitido que por las canchas del Country Club, que recibió las tres primeras versiones, pasaran el alemán Alex Cejka, reciente campeón del Puerto Rico Open, parte del PGA Tour, y Daniel Berger, segundo en el último Honda Classic, evento de un millón de dólares ganado por el irlandés Padraig Harrington.

El torneo de 2015 es el último del contrato existente, que en la renegociación pretenden extender por otras tres temporadas.

Para que eso suceda será vital lo que venga después del domingo 22, día en que se acaba el evento. Ahí comenzará a dilucidarse si conquistó la esquiva billetera nacional, y si el Estado, a través del Ministerio del Deporte y Sernatur, cree necesario mantener y subir su apoyo.

El discurso se centrará en convencerlo sobre los beneficios de salir en el Golf Channel (cadena de cable con presencia mundial) y en el interés que despierta el certamen en el mercado estadounidense, clave para muchos actores de la economía local. Otro aspecto que buscarán se tome en cuenta es el arribo ya consumado de la Fundación First Tee, dedicada a trabajar con niños y jóvenes en la práctica del golf y sus valores.

Para los realizadores está claro que sin ese aporte es imposible llevar a cabo la competencia. Admiten que es muy difícil conseguir exclusivamente en la empresa privada los dos millones de dólares que cuesta.    

Si bien se llegó ahí por las modificaciones que se le están haciendo al campo del Country Club, la elección del Club Mapocho tiene su función en este diálogo.

Se trata de la primera cancha pública del país, de un deporte de elite, al menos en Chile y Sudamérica. Utilizarla asoma como un símbolo y un mensaje de lo que está ocurriendo por estos lados con la especialidad, que se ha ido ganando un lugar en la agenda noticiosa y cuenta con, al menos, una decena de profesionales repartidos por el planeta.

Hoy son cuatro los chilenos en los circuitos de primer orden: Felipe Aguilar y Mark Tullo, en el European Tour; Benjamín Alvarado, en el PGA; y Paz Echeverría, en el LPGA. Además, Matías Domínguez, de 22 años, consiguió entrar al próximo Masters de Augusta, el campeonato más prestigioso del mundo.

Todos ellos son razones que, según Aguilar, justifican un torneo así en Chile, donde levantar competencias de mediana envergadura mundial no es fácil. “Es importante hacer cosas de esta dimensión. Definitivamente, ver eventos de esta magnitud ha ayudado a los jóvenes que ya juegan. Y salen golfistas como Domínguez y muchos más que están en ese gran nivel”, sentencia el valdiviano.

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