Por Marco Silva Marzo 27, 2014

Unos meses después del estallido del conflicto mundial de 1914, la Armada alemana llegó a un Chile neutral y lejano. La flota compuesta por el Scharmhorst, Gneisenau, Nürmberg, Leipzig y Dresden, bajo el mando de su almirante Maximilian von Spee, navegaba aguas al sur en busca de  provisiones y el control del paso de naves británicas hacia el Atlántico. En Puerto Stanley, Islas Falkland, el contraalmirante inglés Sir Christopher Cradock recibió la orden de interceptar y eliminar a los alemanes apostados en costas chilenas. Algunos cablegramas fueron interceptados. El movimiento inglés anticipaba un enfrentamiento inminente en el recorrido al sur de Valparaíso. Los ingleses enviaron una avanzada al puerto de Coronel, a donde el crucero Glasgow llegó a abastecerse de carbón.  Entonces, Von Spee se dirigió con sigilo, enviando mensajes falsos para hacer creer a Cradock que la fuerza alemana era menor. El 1 de noviembre, a 50 millas del continente, cerca de la isla Santa María,  los alemanes destrozaron en una emboscada a los británicos. 1.654 hombres perdieron la vida y  dos barcos de la armada real inglesa fueron hundidos.

El comandante Von Spee, victorioso, entró a Valparaíso escoltado por las naves chilenas Esmeralda, O’Higgins y Latorre, el 3 de noviembre. Su plan era ir a Puerto Stanley para dar una estocada final. Los diezmados británicos reagrupaban algunas fuerzas en esa zona. La instrucción era zarpar el 9 de diciembre para combatir a los alemanes. Pero Von Spee los sorprendió una vez más, y llegó un día antes. Indefensos, vieron cómo un par de cruceros alemanes entraron a la bahía sin previo aviso ante otra masacre inminente. Pero cuando el comandante Karl von Schönberg se disponía al ataque, recibió la contraorden de Von Spee de rehusar el combate. El almirante alemán, contemplando un aumento de barcos en la flota enemiga, recalculó el ataque.  Ese error fue el punto de inflexión de la batalla. Los alemanes, al retirarse, perdieron el factor sorpresa y sufrieron la cacería de los británicos. Un solitario Dresden escapó y a la distancia contempló cómo los cuatro barcos del Imperio Alemán eran destrozados, dejando 1.871 muertos, incluido Von Spee.

Desesperados, los alemanes del Dresden buscaron escondites entre los fiordos patagónicos de Chile. Luego de semanas de acecho inglés, trataron de llegar a alta mar, combatieron a los ingleses cerca de Corral y en la fuga, fueron hundidos por la marina británica en marzo de 1915 en la isla Juan Fernández. Entre los sobrevivientes, el más reconocido fue el teniente de navío Wilhelm Canaris. Ayudado por la colonia alemana en Chile, Canaris  pasó un tiempo clandestino y luego cruzó la frontera hacia Argentina por Puyehue. Con pasaporte chileno, partió en un navío holandés, bajo el nombre de Reed Rosas. Al llegar a Alemania fue ascendido a capitán y premiado con una Cruz de Hierro Imperial. En 1930 fue jefe del Estado Mayor del Mar del Norte. Organizó a las fuerzas paramilitares Freikorps, fue miembro de la inteligencia de marina, y sirvió en Madrid para las funciones de contraespionaje y logística, para lo cual usaba su chapa de Reed Rosas. Wilhelm Canaris pasó a ser uno de los hombres clave del nacionalsocialismo. Pero aunque sirvió como emisario secreto de Hitler ante Franco y jefe de inteligencia de gran influencia, terminó siendo involucrado en actividades contrarias al Reich por la SS. En plena decadencia, Hitler envió mensajes ejemplares para mantener el espíritu disciplinado de sus fuerzas. Canaris fue llevado al campo de exterminio de Flossenbürg, donde tras sufrir torturas públicas, fue ahorcado. Su cuerpo fue incinerado el 9 de abril de 1945, días antes de que los soviéticos entraran a Berlín.

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