Por Francisco Sagredo Marzo 20, 2014

El año 2004 Grecia maravilló al mundo con la espectacular infraestructura que presentó para los Juegos Olímpicos de Atenas. Santiago Calatrava, el laureado arquitecto valenciano, fue el responsable de la joya de esos juegos: el Parque Olímpico, un moderno complejo que costó cerca de seis mil millones de euros. La vanguardista infraestructura quedó como herencia para el desarrollo deportivo a los pies de la Acrópolis.

Todo lindo. Todos felices. Pero dos años después, un reportaje de la BBC le mostró al mundo el calamitoso estado del parque olímpico ateniense. Abandonado en su mantención y clausurado para su uso, la obra de Calatrava se transformó en un elefante blanco inmanejable para el gobierno griego.

A pocos días desde el cierre de Santiago 2014, la historia del parque de Calatrava invita a preguntarse cómo gestionará Chile la herencia que dejaron los ODESUR.

El Estado de Chile invirtió alrededor de cincuenta millones de dólares en la construcción o remodelación de ocho recintos.

En el Estadio Nacional, el Centro Acuático costó US$4,7 millones y el polideportivo, US$8,5 millones. En ambos casos el terreno donde se levantaron estos complejos son propiedad del IND, por lo que su mantenimiento será responsabilidad de la repartición pública dependiente del Ministerio del Deporte.

Hoy, el complejo de Ñuñoa tiene un presupuesto de $1.180 millones destinados a los gastos operativos del recinto. Sin embargo, hay que considerar que los años anteriores el Polideportivo y el Centro Acuático no estaban funcionando, es decir, la proyección real de los costos de mantención son una tarea pendiente que deberá definir a la brevedad la ministra Natalia Riffo.

Una arista distinta presenta el Parque Deportivo de Peñalolén. En este espacio se invirtieron más de US$20 millones en el velódromo, la pista de BMX, el centro de tiro con arco y las canchas de vóleibol playa.

A diferencia del Estadio Nacional, los terrenos donde se construyó son propiedad de la municipalidad, por lo que en la administración de los recintos el IND, que tiene un presupuesto de $260 millones para su mantención, deberá compartir responsabilidades con el despacho de la alcaldesa Carolina Leitao, quien tendría la intención de formar una corporación que gestione en conjunto con el IND.

En los casos del centro de entrenamiento olímpico de Ñuñoa (CEO II) y el de la Laguna Curauma en Valparaíso, la inversión de U$5 millones quedará bajo la tutela del Comité Olímpico de Chile, responsable hace años de la exitosa gestión del CEO I.

Hoy, nuestro deporte de alto rendimiento tiene el Plan Olímpico, instancia dirigida por el COCH y el IND, como la principal plataforma para definir la canalización de los recursos económicos, técnicos y de infraestructura que se ponen a disposición de las federaciones y deportistas.

En esa instancia el rol del presidente del COCH, Neven Illic, aparece como fundamental, ya que se transforma en el nexo entre las muchas veces cuestionadas federaciones y el IND, transformándose en un garante de la buena utilización de los recursos destinados al alto rendimiento.

Illic y el Plan Olímpico cumplirán también esa misión a la hora de definir quiénes y cuándo utilizarán los flamantes recintos que deslumbraron durante los ODESUR. Edificios que tras décadas de carencias ponen a Chile al nivel de los parámetros internaciones de infraestructura deportiva. Costó demasiado llegar a esto. No nos puede pasar lo mismo que a los atenienses.

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