Por Eric Parrado Octubre 3, 2013

Si pudiera elegir o al menos dar mi voto para seleccionar al nuevo presidente de la Reserva Federal de EE.UU. sin duda optaría por el economista Stanley Fischer. Muchos votos se sumarían desde el mundo de la banca central, las instituciones financieras multilaterales y la academia. Stanley Fischer es simplemente un peso pesado de la economía internacional que ha combinado una notable trayectoria docente junto con una experiencia práctica sin parangones. 

La globalización está representada en  él, un economista estadounidense-israelí que nació en Zambia, realizó sus estudios de pregrado en Inglaterra y luego obtuvo su doctorado en economía en EE.UU. donde hizo la mayor parte de su vida laboral, para luego irse a trabajar a Israel. Esta experiencia le ha entregado una visión global de la economía y por lo tanto, el resto del mundo miraría con optimismo que Fischer estuviera a cargo de la política monetaria estadounidense. No significaría desenfocarse de EE.UU., sino que entendería las implicancias globales de posibles medidas internas que más temprano que tarde afectarían la recuperación económica de su país. Un ejemplo es el grado de retiro, ya anunciado, del estímulo monetario por parte de FED.

Stanley Fischer ha sido exitoso en todos sus trabajos. En la academia, fue uno de los profesores más destacados del MIT, inspirando a muchos a estudiar macroeconomía. Entre sus alumnos destacados se encuentran el mismísimo Ben Bernanke, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, y el actual economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, por nombrar a algunos. Sus investigaciones han revolucionado la macroeconomía moderna; fue uno de los primeros que integró las expectativas racionales en modelos con fricciones de precios y salarios. Sus libros de macroeconomía de pregrado (con Dornbusch) y postgrado (con Blanchard) aún siguen siendo los de cabecera de muchos economistas en el mundo.  

En el ámbito de las políticas públicas y el sector privado, Fischer también ha destacado en forma brillante. Se unió primero al Banco Mundial como economista jefe, luego fue el segundo de a bordo en el Fondo Monetario Internacional (FMI), para luego pasar a altos cargos en Citigroup hasta recientemente completar una estancia con un éxito sin precedentes en el Banco Central de Israel. Cabe destacar que como economista enfrentó la crisis asiática en el FMI y luego la crisis global en el Banco Central de Israel. Su manejo de la crisis durante el periodo 2008-2009 es admirado y claramente influyó en el comportamiento contracíclico de otros bancos centrales del mundo. 

Algunos dirán: ¿de qué valen todos estos pergaminos si es que Fischer ya fue presidente del Banco Central de Israel? La buena noticia es que el mercado laboral de los banqueros centrales se está globalizando cada vez más. Un ejemplo reciente es el de Mark Carney, el ex presidente del Banco Central de Canadá, que hoy es presidente del Banco Central de Inglaterra. Y recientemente el mismo Banco Central de Israel estuvo a punto de reemplazar a Fischer con un economista argentino (que finalmente declinó) y ahora la terna incluye a otro argentino. 

Liderar un banco central requiere de alguien que no sólo sea un economista respetado intelectualmente, sino que también debe tener las buenas características de los negociadores, diplomáticos y políticos. Aunque en las apuestas de los expertos no esté ni siquiera cerca del favoritismo para encabezar la FED, yo votaría por Stan.  

 

Stanley Fischer se presentará en Santiago el 9 de octubre, invitado por el Grupo Sura.

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