Por Diego Graglia Junio 13, 2013

Primero fue la hija del funcionario de defensa al consumidor que hizo inspeccionar y cerrar un restaurante una noche de viernes porque no le daban la mesa que quería.

A la semana siguiente, vino la conductora ebria que chocó a una mujer -que resultó muerta- con su Porsche Boxter y amenazó a los policías que la arrestaban con que perderían su trabajo con el famoso “sabes quién soy yo”.

El tráfico de influencias para zafar de inconvenientes de la vida diaria no es exclusivo de México. Pero aquí parece que la influencia de los poderosos se esgrime con más descaro y, en algunos casos, se acepta con más facilidad.

Por suerte ahora el fenómeno es muy visible. Están los celulares con cámara para documentar los momentos de abuso de poder,  YouTube, para difundirlos y las redes sociales, para volverlos virales. Así nacieron los “Ladies and Gentlemen” de México. Se trata de un hashtag que se compone de dos elementos. El primero es obvio: un irónico “#lady” para las mujeres y “#gentleman” para los hombres. El segundo suele ser el barrio donde sucede el abuso, usualmente aquellos frecuentados por gente de clase media alta y más allá.

El #GentlemanDeLasLomas era un empresario que en Lomas de Chapultepec, “colonia” de mansiones inmensas y empleados domésticos uniformados, golpeaba con salvajismo al encargado de un estacionamiento porque no le conseguía un gato para cambiarle un neumático a su Porsche. Las #LadiesDePolanco se resistían a una infracción de tránsito en una zona de bares y discos de ese barrio, donde hay muchos ejecutivos extranjeros y oficinas de multinacionales. Su grito de batalla contra los policías que las demoraban: “Pinche asalariado de mierda”. #LadyProfeco llegó hace poco más de un mes. La hija del director de la Procuraduría Federal del Consumidor se ofendió por cómo la atendieron en Máximo Bistrot, restaurante cotizado, pero pequeño, de la colonia Roma, que está atrayendo cada vez más la vida nocturna chic de la capital. Convocó a inspectores de la dependencia, que cerraron el lugar por unas horas. El escándalo fue la noticia del fin de semana, y días después le costó el trabajo al padre y a cuatro funcionarios que habían hecho caso al berrinche.

A pocas cuadras y pocos días después ocurrió el accidente del Porsche de las #LadiesDeLaRoma. Ebrias a las siete de la mañana de un jueves, se pasaron una luz roja, atropellaron a la mujer de 50 años y chocaron contra una camioneta estacionada. La conductora amenazó a los policías con que era pariente de un tal “Alfa 3” en la policía de la ciudad, un código que al parecer no existe. En realidad, ella y su novio resultaron tener varios antecedentes penales (y el Porsche, papeles falsos). Hoy, está presa y espera juicio por homicidio culposo, por el que puede purgar al menos cuatro años de cárcel.

La cereza del postre la aportó hace dos semanas una senadora de la nación. Luz María Beristain llegó nueve minutos tarde a su vuelo y la agarró contra los empleados de la aerolínea, en particular con una supervisora que le negaba el paso hacia el avión. Obviamente la senadora no vio lo ridículo, lo impropio de la situación. Al día siguiente, prometía demandar a la aerolínea por la “injusticia” cometida. Sin un ápice de sentido de la ironía, se quejaba de que los mexicanos demonizan a los políticos: “¿Dónde está la fiscalía especializada para el abuso contra los políticos?”, protestó. No es broma.

Pero quizás la frase más memorable de la #LadySenadora está al final del video. Cuando ya vio que perdía también su pasaje, la dama se enojó aún más con la empleada, quien estaba, en sus palabras, “poniéndose al tú con tú conmigo”. “Por eso, dijo, México no avanza”.

¿Realmente será por eso?

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