Por Juan Pablo Garnham Noviembre 22, 2012

“Me gusta Big Bird, pero no voy a seguir gastando plata en cosas como esta para pedir préstamos a China”, dijo Mitt Romney en el debate presidencial de octubre, y a Joseph Tovares eso le dolió. El derrotado candidato republicano postulaba recortar el presupuesto de la televisión pública en Estados Unidos, pero ni la forma ni el fondo de sus dichos le gustaron a quien es el vicepresidente de la Corporation for Public Broadcasting (CPB) y que, en ese momento preciso, se encontraba en Chile invitado por la Universidad Católica.

“Es una pena politizar la programación educativa”, comenta el directivo, “además, es una pequeñísima parte del presupuesto nacional y, segundo, es un área que debemos proteger”. Tovares conoce bien el sistema de televisión pública estadounidense. Desde que salió de la universidad trabajó en estaciones locales y como productor independiente. Cuatro años atrás asumió su puesto actual, en el que vela por la diversidad y la innovación de la radio y televisión estatal. “Luego de pasar toda mi vida tratando de conseguir fondos para hacer programas de televisión, pasé a ser el que da los fondos”, comenta riendo.

La institución para la que trabaja es un modelo totalmente distinto al de la BBC, más conocido en Chile y últimamente en la polémica, donde radio y televisión es financiada por un impuesto especial y se manejan de forma centralizada. En Estados Unidos, la CPB actúa como cabeza del sistema más horizontal, evaluando proyectos de programación y entregando fondos a la televisión pública (PBS) y a la radio pública (NPR), además de las estaciones locales afiliadas a las anteriores. “Es un sistema apoyado por el gobierno, pero no controlado por el gobierno. Es independiente y es una gran combinación de fondos públicos y privados”, explica Tovares.

Hoy el sistema público de Estados Unidos, del cual las caras visibles son las estaciones afiliadas a PBS y a NPR, es una salida a programación cultural, educativa y periodística de calidad que no tiene cabida en los otros canales abiertos. Pero, para Tovares, no se trata simplemente de rellenar horas en la malla de las radios y las televisoras. “Evaluamos todo en la compañía de acuerdo a un lente muy específico y exigente. Usamos un marco llamado las tres D: digital, diversidad y diálogo”, explica. Cualquier proyecto que financien debe incluir estos aspectos: sacar ventaja de las nuevas tecnologías, representar a los distintos grupos demográficos del país y generar espacios de diálogo con la comunidad. “Si llega alguien y dice quiero dinero para hacer un documental sobre la historia de la hípica en Kentucky, no es suficiente”, explica Tovares, “en cambio, si propones una historia social de la hípica y sus implicaciones con las clases sociales y las razas y vas a usar Facebook para generar comunidad, entonces se transforma en algo más grande, un proyecto que tiene un impacto más importante”.

Todo esto ha generado una identidad que tiene gran credibilidad dentro de Estados Unidos, al punto que un 22% del presupuesto de las estaciones viene de donaciones de individuos en la misma audiencia. Esto, sumado a los aportes estatales y a una diversidad de otras entradas, ha permitido que el sistema sobreviva a todo tipo de crisis. “Existimos gracias a la alianza público-privada. Hay fondos del Estado para ayudar a mantenernos que son fundamentales para que funcionemos”, dice Tovares, “pero la mayor parte del dinero viene de gente viendo la televisión en algún lugar, que levanta el teléfono y dice ‘quiero donar 25 o 50 dólares’. Esto es muy importante, porque la gente siente que el sistema es parte de ellos”.

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