Por Julio 19, 2012

La rubia me mira de frente, ojos azules delineados, melena cuadrada, puntas en ángulo exacto, colores del sol al amanecer. Paso con la rubia y sigo la revisión matinal de Twitter. Hay jolgorio desatado en las redes sociales. Las cuentas de los medios celebran: Fortune, Slate, CNN, FT, NYT, HuffPost.  Analistas, feministas, periodistas, amigas y desconocidas se suman: Marissa Mayer, de 37 años, ha sido nombrada la nueva CEO por el directorio de Yahoo!Magnífico, otra para la cortísima lista de las mujeres en la cima de las empresas tecnológicas: Sheryl Sandberg en Facebook, Meg Whitman en Hewlett-Packard, Virginia Rometty en IBM.  Los innovadores de Silicon Valley rompiendo la tradición.  Pero el dato más novedoso, y más celebrado, era el siguiente: Marissa Mayer está embarazada. 

¡Qué buena historia!  Ingeniera en Google, desarrolladora de software, creadora de Google Earth y Google Maps. Personaje de gran reputación en el valle.  Dicen que encantadora, buena para reírse, metódica.  Mentora de mujeres ejecutivas, codiciada speaker en eventos tecnológicos y académicos.  “Estén siempre visibles, rodéense de los más inteligentes, hagan algo para lo cual no estén capacitadas ni listas”, les recomienda a sus congéneres la rubia ejecutiva. 

Ésa es la letra chica, la grande es todavía mejor.  Durante el proceso de selección, el directorio fue informado por ella misma de su embarazo.  Le hicieron una oferta de trabajo que fue aceptada. “La revelación no fue tema para los miembros del directorio”, titula un blog de Fortune.  El niño nacerá en octubre. “Se ha movido mucho, dice ella, es muy activo, seguro que será como sus padres”.  Los titulares continúan: “Es la primera vez que se conoce una situación como ésta”, “Es una inspiración para las mujeres ejecutivas en todo el mundo”.

Suspiro intensamente y busco en mi cabeza una Marissa chilena. Es cierto que tampoco tenemos un Silicon Valley, pero hagamos el ejercicio.  Nuestras cifras de participación laboral de mujeres son -como bien sabemos - las más bajas del continente. Lo mismo ocurre en la política (donde la participación femenina es de un 13,9%, por debajo del promedio latinoamericano, de 19%, y global, de 22%). Las altas ejecutivas del sector privado son conocidas por lo escasas y de CEOs mejor ni hablar.  

Noto, sin embargo, que el ruido me surge de otra parte. Marissa no es la heroína, sino los directores de Yahoo! Diez hombres y una mujer para quienes “no fue tema” el embarazo de la profesional estrella que querían que dirigiera la compañía.  Ni el postnatal, ni las enfermedades infantiles, ni la “pérdida”  de horas y días laborales.

Investigo el número especial de esta revista sobre las empresas chilenas (las de mayor generación de valor, el ranking EVA). Foto a color de muchos directores.  Señores jóvenes y medianos, bien trajeados, bien peinados, satisfechos, o al menos eso parece.  No hay mujeres.  La estadística indica que la participación de mujeres en directorios de empresas IPSA alcanza apenas el 1%. ¿Dónde estarán?  ¿Será que están pariendo y criando a los muchos retoños de cada uno de estos señores que no me cabe duda superan con creces el índice de natalidad promedio del país?  ¿Serían ellos capaces de contratar a Marissa? ¿O preferirían asegurarse que sus herederos contaran con una madre tal como ellos la tuvieron y aún la conciben? ¿Qué juicio emitirían ante la decisión de Yahoo! y de Marissa? ¿Lapidario? ¿Moralista? ¿Con la consabida carta-prédica a un periódico nacional?

Las potenciales Marissas chilenas están en las universidades, en las empresas, en el gobierno, en la política. Listas y dispuestas a intervenir esos mundos. Tienen valor y quieren poder. Tanto como quieren hijos y familia. Tengan el café listo, señores directores.

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