Por Paulo Ramírez Abril 26, 2012

Malcolm Gladwell ha hecho su carrera buscándole el cuesco a la breva. Por supuesto que no lo ha encontrado y no lo va a encontrar nunca, por el simple hecho de que la breva no tiene cuesco. Pero en esa búsqueda ha aprendido a mirar lo que no siempre salta a la vista, a revisar mil veces los datos hasta que comienzan a tomar sentido, a no quedarse tranquilo con las primeras ideas. En esa búsqueda también lo ha pasado bien, ha publicado cuatro libros -tres de ellos superventas-, ha escrito cientos de artículos apasionantes y ha viajado por el mundo relatando su experiencia y sus pequeños descubrimientos.

Una de sus paradas futuras es Chile, el próximo 30 de mayo.

Gladwell nació en Inglaterra y se crió en un área rural de Canadá. Su padre es un profesor de matemática británico y su madre, una sicoterapeuta jamaicana. Estudió historia en la Universidad de Toronto y trató de trabajar en publicidad, pero ante la escasez de ofertas de trabajo terminó convirtiéndose en periodista. Partió en la revista conservadora The American Spectator, desde donde pasó a The Washington Post (bastante más liberal), para llegar finalmente a The New Yorker, revista donde  escribe desde 1996 sobre negocios, antropología, innovación, medicina, política, educación o lo que sea.

Su especialidad es desafiar la intuición de sus lectores a través de historias que nos llevan siempre por uno de dos caminos: el de demostrarnos que nuestra primera idea sobre las cosas es correcta, pero por razones que jamás imaginamos, o el de dejarnos claro que  nuestra sensación inicial es equivocada, por motivos que ni siquiera habíamos soñado.

Una mujer es asaltada en pleno Nueva York. Treinta y ocho vecinos se asoman a mirar y ninguno hace nada… ¿Alienación de las grandes ciudades? ¿Indiferencia de las masas? No, dice Gladwell, simple naturaleza humana, que nos hace inmovilizarnos cuando creemos que otro actuará en nuestro lugar, como lo demuestra un experimento de sicología social de mediados del siglo veinte.

El Museo Getty de Los Angeles está a punto de comprar una escultura supuestamente de la antigua Grecia por 10 millones de dólares. Los expertos la analizan durante días y deciden que es auténtica. Pero llega un historiador y en menos de un segundo asegura que es falsa. Y en definitiva tiene razón.

¿Qué hizo que los Beatles llegaran a ser el grupo que fueron? ¿Puro talento, puro genio? Sí, pero también mucho trabajo, que los Fab Four pudieron realizar gracias a que el azar los llevó a Hamburgo, donde se vieron obligados a ensayar hasta el agotamiento.

Son algunas de las cientos de historias que recoge Malcolm Gladwell desde todas partes: libros, revistas científicas, papeles sueltos, conversaciones, programas de televisión y radio, y un largo etcétera. Y desde todas las disciplinas: desde las ciencias más exactas hasta las más interpretativas. Y las expone en libros como The Tipping Point (2000), que intenta explicar cuál es el momento mágico que permite que algo (una idea, un producto, una creación) alcance el éxito; o Blink (2005), que nos enseña que las primeras impresiones sí son valederas; o Outliers (2008), que nos hace ver la diferencia entre los triunfadores y todos nosotros los simples mortales. Su último título es una recopilación con sus mejores ensayos  publicados en The New Yorker, titulado What the dog saw and other adventures (2009).

En sus ensayos, libros y conferencias,  Gladwell se atreve a contar historias asombrosas a partir de asuntos aparentemente cotidianos y a sacar conclusiones muchas veces contraintuitivas, lo que le ha hecho ganarse una gigantesca masa de lectores que le agradecen que les ayude a “abrir la mente”.

Como corresponde a un buen autor de culto -y gran orador-, tiene un par de fascinantes presentaciones  en el sitio TED.org. En una de ellas -contemporánea al lanzamiento de Blink- cuenta la historia de Howard Moskowitz, un investigador de mercado  que pasó a la fama por haber estudiado en detalle la salsa de tomates. Es su punto de entrada para hablar de comida, de los mecanismos de selección del ser humano y , a fin de cuentas, de felicidad. Una clásica fábula “gladwelliana”.

Sobre su próximo libro -que se lanzará el 2013- ya ha adelantado algo: “me interesa mucho investigar qué significa ser hijo de un millonario. Todos sabemos que la extrema pobreza es mala, y que las condiciones mejoran a medida que hay más dinero. Pero ¿eso dura para siempre o hay un punto en que la riqueza te juega en contra?”, comentó hace poco.

Como buen superventas, Gladwell también se ha hecho de una buena cantidad de detractores, que lo acusan de simplista y superficial. Por ambas razones valdrá la pena escucharlo. Él dice que no ha inventado nada, eso sí. “Yo no soy quien está haciendo el trabajo original”, le  dijo a un grupo de estudiantes de Yale hace algunas semanas.  “Hay un pajarito que vive sobre el lomo del elefante y le come los parásitos… Yo soy ese pajarito”.

Malcolm Gladwell  se presentará este 30 de mayo en Centro Parque (Parque Araucano), en un evento patrocinado por  SURA y presentado por el periódico financiero Pulso.

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