Por Paula Namur Y. // Fotos: José Miguel Méndez Abril 27, 2018

Cuando Peter Bakker cumplió 41 años estaba en la cima de su carrera empresarial. Luego de haber trabajado por una década en distintos cargos en TNT, una de las compañías líderes en logística a nivel global, al economista holandés le ofrecieron el puesto de CEO de la empresa.

Pero un par de circunstancias comenzaron a ayudarlo a dar un vuelco a su vida. Su entrevista de trabajo para convertirse en CEO fue justo el día del ataque a las Torres Gemelas, ese 11 de septiembre de 2001 en que la industria comenzaría a enfrentar nuevos riesgos. Más tarde fue nombrado CEO, precisamente en la semana en que estalló el caso Enron, el mayor escándalo financiero de la historia de Estados Unidos hasta esa fecha, con irregularidades en sus cuentas que terminaron arrastrando a esa compañía a la quiebra.

El sector empresarial debía tomar un nuevo rumbo. Eso para él estaba claro. Lo que pronto le quedaría más claro aún es que él tendría un rol en ese cambio.

Dos años después vino un hecho que se transformó en un punto de inflexión. Bajo su administración, TNT compró dos Boeing 747 y, casi sin darse cuenta, ese simple hecho había duplicado las emisiones de CO2 de la compañía.

—Miré esto y pensé ¿cómo pudo duplicar las emisiones? Resulta que si vuelas dos aviones 747 todos los días de China a Estados Unidos y de vuelta se generan más emisiones de CO2 que 50 mil camiones en las calles donde operábamos. Yo nunca antes había pensado en eso. Fue ahí cuando comenzamos la campaña para convertirnos en la primera compañía de transporte de emisión cero del mundo.

“No estoy en contra del capitalismo. Pero creo que hay una falla fundamental, que es pensarlo sólo desde el punto de vista financiero”.

Y dio resultado. De hecho, en 2009 la Fundación Clinton reconoció a Bakker con el Clinton Global Citizen Award por haber establecido un estándar de cómo el sector corporativo puede trabajar de manera exitosa con la sociedad civil para reducir el hambre y las emisiones de carbono, enfrentar las enfermedades y contribuir al alivio en períodos de desastres.

Al año siguiente, recibió el premio al liderazgo de sostenibilidad SAM, y en 2011 fue declarado embajador contra el hambre del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.

Luego de diez años, en 2011 dejó su puesto en TNT para transformarse en el presidente del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD, su sigla en inglés), una organización que reúne a cerca de 200 empresas de todo el mundo, que buscan soluciones desde la empresa para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU como una meta para el año 2030.

—Creo que hoy la conversación está más clara. Cuando yo desperté al tema del cambio climático ya era tarde, lo admito, pero no había tanta claridad como sí la hay ahora. Por ejemplo, no existía el Acuerdo de París. Hoy los líderes de negocios deben hacer dos cosas: primero, entender los riesgos de la inacción. En mi caso, si hubiera seguido comprando más y más 747 sin hacer nada diferente, un día la regulación climática y los precios del carbono hubieran matado mi negocio. Lo segundo es buscar oportunidades.

Representando a la WBCSD, Bakker estuvo en Chile esta semana, para participar del encuentro anual de Acción Empresas, socio local del organismo internacional. Además, se reunió con ejecutivos de distintas industrias buscando convencerlos de “convertirse”.

—¿Cómo logras convencer a otros empresarios de que se suban a la ola de la sustentabilidad?

—Cada vez más la conversación sobre sustentabilidad es una conversación sobre el éxito en los negocios. No se puede ser una empresa exitosa si no eres sustentable. Y la sustentabilidad no es sólo el medioambiente. No es sólo el agua o el cambio climático, es también social. Particularmente aquí en Chile debe haber una economía más inclusiva, trabajar en temas como educación y agenda indígena. Toda esa agenda debe estar entre las prioridades de los líderes de negocios. Los negocios deben considerar muchas cosas: lo primero son las licencias para operar, el apoyo popular, la reputación. Lo segundo es si la compañía tiene claros los riesgos a los que está expuesta. Y, de nuevo, pueden ser medioambientales o sociales. Tercero, y es lo que más entusiasma a las empresas: dónde están las oportunidades. Mi principal mensaje es: la sustentabilidad no es filantropía, no es responsabilidad social empresarial. Todas esas cosas son importantes, pero esto se trata de la estrategia de la compañía y del éxito futuro de tu empresa.

—¿Por qué las empresas le están tomando el peso a la sustentabilidad ahora?

—Porque una cantidad de compañías grandes ven que el modelo que se usa hoy no es sustentable, no se puede seguir con él. Por ejemplo, el clima ya no es lo que era. Hace algunos años, el cambio climático estaba en las conversaciones de los científicos, y se decía que el clima podría cambiar en el futuro. Ahora esto está pasando, se ve el daño que está hecho. Lo segundo es que los mercados de capitales globales han empezado a prestar atención. Entonces hay US$2,6 billones (millones de millones) de activos bajo administración que están descarbonizando su portafolio, es decir, que no están invirtiendo en los peores infractores climáticos. El tercer componente es que los consumidores empezaron a hacer preguntas, y no están dispuestos a aceptar el daño que todos hacemos. Es una mezcla de factores la que hace que los líderes de negocios presten atención.

—¿Cómo podrían las empresas de Chile convertirse en líderes para la región?

—Dando el ejemplo. Cambiando la práctica. Este fin de semana se lanzó un índice benchmark de minería, de las 29 mineras en todo el mundo, 16 estaban en Chile. Si las mineras chilenas pueden demostrar que en dos o cinco años más la calidad de la minería, la huella ambiental, la inclusión, etc., han mejorado más que en otras partes del mundo, van a dar el ejemplo. Segundo, para que un país o empresa sea líder, debe ser más transparente que otros. Hay que ser honesto sobre las cosas buenas y las malas y trabajar para mejorarlas. Tercero, si los líderes empresariales locales piensan en mejorar, eso les puede abrir más mercados en la región.

—Siempre se menciona como ejemplo de liderazgo en sustentabilidad a Paul Polman, CEO_de Unilever. ¿Qué otros casos te parecen destacables?

—Él se ha construido un nombre y en parte es porque fue el primero, también porque es un líder carismático y en parte porque tuvo un rol prominente en los ODS. Pero hay varias empresas, por ejemplo, Ikea está haciendo mucho. Danone también está haciendo cosas increíbles. Ahora creó un banco donde los intereses dependen del desempeño social y medioambiental. En Latinoamérica, Natura siempre es una de las compañías a mencionar.

En febrero, el gigante de los alimentos Danone Groupe y BNP Paribas redefinieron el panorama del ESG (criterios medioambientales, sociales y de gobierno) con un crédito que vincula directamente las tasas de endeudamiento a un impacto positivo verificado a nivel global.

—¿Cuál de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU como agenda para el 2030 es el que más te preocupa?

—El más apremiante tiene que ver con el agua. Estresamos a la naturaleza al punto que ella ya no tiene respuestas, y hoy nos está gritando. Y el lenguaje en el que nos grita es el agua. Porque siempre es lo mismo, ya sea que la naturaleza nos da exceso de agua (inundaciones o tormentas) o escasez (sequía). Desde el punto de vista social, el de crecimiento inclusivo es uno de los más importantes, porque todos sabemos, y Chile no es la excepción, que la desigualdad en las sociedades es más grande de lo que ha sido jamás. Si miramos la tendencia, hay muchos empleos que se van a perder a manos de la nueva tecnología relativamente pronto, y si no trabajamos para hacer ese crecimiento inclusivo, que la gente tenga ingresos o trabajo, o un propósito en la vida, la sociedad va a pasar por una gran alteración.

—Cuando viniste a Chile en 2013, en una entrevista con PULSO dijiste que el capitalismo tenía que cambiar. ¿Cinco años después, ves ese cambio?

—El ejemplo de Danone es uno. Otro es el de los bancos centrales del mundo, que se reúnen en el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, su sigla en inglés). Este busca la estabilidad de la economía global. Hace dos años, el FSB instaló un grupo de trabajo para la transparencia financiera relacionada con los temas climáticos, no es la Iniciativa de Reporte Global (GRI, su sigla en inglés, la institución independiente que creó el primer estándar mundial para la elaboración de reportes de sustentabilidad), son los bancos centrales del mundo. Esas reglas ahora se escribieron. Nosotros estamos trabajando con otras industrias para ver sus recomendaciones. ¿Va cambiando lo rápido que se necesita? Probablemente no. ¿Está cambiando rápido? Sí. Hace cinco años estuve acá: el 5% de la energía en ese entonces venía de fuentes renovables. Hoy es el 19%. Yo te apuesto que si hace cinco años yo hubiera dicho que la energía renovable se iba a cuadruplicar, la mayoría de la gente no habría creído y me habría tildado de optimista. Y ahora está pasando. Entonces, sí, veo mucho cambio, pero necesitamos más, necesitamos que sea más rápido, necesitamos que haya más diálogo entre las empresas y gobiernos y ciudades.

—El año pasado dijiste que el modelo basado en el accionista debía cambiar. ¿Crees que está ocurriendo?

—Si trabajamos en cambio climático y crecimiento inclusivo, pero permitimos a las empresas en el mundo que se preocupen sólo del valor del accionista, ninguna de esas acciones tendrá la escala que necesita. Danone es un ejemplo, el grupo de trabajo del FSB es otro, si podemos asegurarnos de que el costo de una compañía se reduce a medida que su desempeño en sustentabilidad sube, entonces estaremos cambiando el capitalismo. Estoy convencido de que sin mejorar el capitalismo nunca vamos a lograr cumplir con los ODS al ritmo que necesitamos.

—¿Viene una nueva era postcapitalista?

—No sé. Soy un empresario, no un teórico. El riesgo que se corre cuando se habla de eso es que la gente piense que estoy contra el capitalismo. No estoy en contra del capitalismo. Creo que hay una falla fundamental en el capitalismo, que es pensarlo sólo desde el punto de vista financiero, porque lo único que se premia es el retorno financiero. Nos hemos olvidado del capital medioambiental y del social. Si lo integramos en uno, habremos cambiado el capitalismo.

Relacionados