Por Estela López García // Foto: José Miguel Méndez Junio 9, 2017

Cuando Matías Concha miró el teléfono, no lo podía creer; lo estaba llamando Andrés Concha, su padre, pero eso no podía ser real: el empresario había fallecido hacía cuatro años, producto de un cáncer.

Matías volvió a mirar el teléfono y contestó: lo llamaban desde la Sofofa —la organización gremial que su padre lideró por más de cuatro años— para informarle que había sido electo consejero.

—Fue muy fuerte —recuerda ahora Concha—. Yo no había borrado el registro de ese teléfono. Fue como si me hubiera estado llamando mi papá y me di cuenta de que la Sofofa sigue con él.

El hijo mayor de Andrés Concha  se sentará por primera vez en las oficinas que por casi 20 años recorrió su padre. Matías, quien todavía habla de él en presente, se emociona al recordarlo. Le hubiera gustado que lo viera siendo el nuevo consejero de la Sofofa. Sobre todo porque el camino no fue fácil. De hecho, confiesa que la votación lo sorprendió: hace dos años había aspirado a entrar al organismo gremial, pero fracasó en el intento.

—Pequé de soberbia. Me lancé a algo que no tenía idea lo que era. No me la jugué. Y cuando uno en la vida quiere algo, tiene que jugársela. Si quieres sentarte en la Sofofa, tienes que convencer al resto que estás planteando algo válido —reconoce Concha, quien hoy, con 43 años, se desempeña como gerente de Desarrollo de Hendaya, el holding corporativo del grupo Claro y director de Viñedos Emiliana.

Rol de la empresa: “Gran parte del empresariado hoy se está cayendo porque no se la está jugando. Necesitamos gente que se la juegue y crea en poder levantar temas importantes”.

Al grupo Claro ingresó cuando tenía 31 años. Fue el mismo Ricardo Claro quien, en la sala donde se realizó esta entrevista, lo convenció de forjar una carrera al interior del grupo, del que ha sido parte desde 2005. El interés particular por la historia fue lo que unió a estos dos personajes de generaciones muy distintas.

Credibilidad, transparencia y sentido del bien común son palabras que Concha, padre de cuatro hijos e ingeniero civil de la Universidad Católica, repite una y otra vez cuando transita por las razones que lo llevaron a ingresar a la Sofofa. Aunque en la inevitable comparación Matías afirma: “Soy distinto a mi padre”, no desconoce que el vínculo familiar le sumó apoyos en su segundo intento por ser consejero. —De alguna manera estoy agradecido de poder haber dado este paso en la Sofofa, en lo cual haber sido cercano a mi padre sí me jugó a favor. Pero hace dos años, por el solo hecho de colgarme de algo, me fue muy mal — recuerda.

“Déjame tomar esto solo”

El camino a la Sofofa esta vez fue distinto y en ello fue clave el empuje del actual presidente de sociedades cascada de SQM, Rafael Guilisasti. —Se me acabó el tiempo. Por los estatutos no puedo seguir y me gustaría que tú siguieras— le dijo el empresario a Matías cuando le puso sobre la mesa el desafío. La respuesta del ingeniero fue tajante. —Te lo agradezco, pero a partir de ahora déjame tomar esto solo.

Se reunió cara a cara con personas clave vinculadas al gremio. Primero con los que habían sido más cercanos a su padre, como Bruno Philippi, Manuel José Vial, Fernán Gazmuri, Félix Bacigalupo y Juan Claro. Y luego con representantes de las distintas facciones al interior. Como independiente logró un apoyo transversal al poco andar, y desde ahí la campaña fue generando eco por sí sola. Luego y tras una conversación con Alfonso Swett, decidió sumarse a la lista del actual timonel de la Sofofa, Bernardo Larraín.

—Lo primero que hice cuando apoyé a Bernardo fue hablar con los que me dieron su apoyo sabiendo que era independiente. Tenía apoyo en los dos lados, y no quería perder alguno. Para mí tuvo un costo. Pero por sobre esto está el bien de la Sofofa —comenta Concha.

Cuando fue electo consejero con la tercera mayoría —trás de Jorge Andrés Saieh, presidente de Grupo Copesa (que edita revista Qué Pasa), y Eduardo Navarro, gerente general de Empresas Copec—, se dio cuenta de que había apretado las teclas correctas. Que su apuesta había hecho clic en las personas con las que había conversado y que la posibilidad de recambio generacional era real. —Gran parte del empresariado hoy se está cayendo porque no se la está jugando. Necesitamos gente que se la juegue y crea en poder levantar temas importantes —asegura Concha.

—¿Cuáles serán tus desafíos y tu sello?

—Hoy a nivel social tenemos una población muy poco motivada, que se compromete con causas más personales que sociales o de bien común. Me gustaría darle sentido a las cosas que hacemos desde la empresa. Hoy tienen una actitud bien pasiva como empresarios. La colusión o el comportamiento empresarial de una manera que no corresponde es algo que me da urticaria y, teniendo en cuenta eso, uno puede defenderse amparado en ciertos criterios y, al mismo tiempo, salir adelante y ser proactivo. Si bien hay elementos muy buenos que vienen del pasado, hay elementos que con la entrada de una generación distinta pueden promoverse mejor.

—¿Los últimos casos en que se ha cuestionado el actuar de las empresas han provocado una cierta distancia y silencio?

—La imagen del empresariado en el mundo está muy desprestigiada. Tienes un rol que está siendo cuestionado, porque se estigmatiza a toda la clase. A todos los que tienen de alguna forma roles similares a un empresariado con actitudes que no corresponden. El silencio en este momento es perjudicial. Para la gran mayoría estos casos son completamente ajenos a su gestión del día a día. Sin embargo, al no enfrentar la verdad tal cual es y al dar complacencia con el silencio de alguna forma, en un mundo de la posverdad, hoy termina pareciendo culpable. Y ese es el punto que hay que reenfocar.

 

Las rutas de Concha

Matías hace hincapié en que hoy los tiempos son distintos. De constante cambio, en que todo sucede tan rápido que de pronto no da espacio para tocar los temas de fondo. —El gran desafío hoy es cómo reencantar y cautivar para llegar a una credibilidad que permita discutir temas de fondo. Cuando no tienes credibilidad te cuesta llegar al fondo porque no eres un ente válido —dice.

De su generación de la universidad mantiene una estrecha amistad con Claudio Seebach, Nicolás Shea (candidato presidencial por Todos) y Cristóbal Undurraga. Sus cercanos lo definen como una persona recatada y prudente, y el mismo confiesa que tiende a controlarse. —Soy más observador. Y en estos tiempos es bueno tener la capacidad de observación —precisa. Esta característica la desarrolló desde adolescente a través de los distintos viajes. Después de la ruta de Alejandro Magno en 1998, siguió la ruta del Círculo de Hierro de Eduardo I en Gales en 2000, el camino de Armenia en el Cáucaso en 2007, y la ruta de la cruzada albigense —conocida también como la ruta de los cátaros— en Languedoc en 2010.

De aquí también se desprenden los personajes que más admira, entre ellos el explorador James Cook, la reina Victoria y Winston Churchill. Asegura que, de este último le inspiró su visión de haber empujado en 1911 el cambio de toda la flota británica de uso de carbón a petróleo. —Lo increíble fue su visión de futuro con los riesgos que en su momento implicó y con los beneficios de tener una flota más rápida y segura que le significó un dominio completo del mar.

Las diapositivas de estos viajes son su gran tesoro. Incluso puede que más que su trofeo como campeón de salto alto en 1991. Lo de atleta dice que lo heredó de su padre. Y aunque no se detiene en poner sobre la mesa sus similitudes, son quienes conocieron a Andrés Concha los que identifican más de una característica familiar.

—Hay cosas que he visto en Matías que me recuerdan mucho a su padre. La pasión por la política pública más allá de un interés particular, sino que con sentido común y también la prudencia en su opinión. Es un sello muy particular que tenía su padre. De poner pasión en lograr los objetivos, pero con prudencia y mucho diálogo —distingue Alfonso Swett.

Es desde esa visión que Concha plantea cuál es, a su juicio, el mayor problema hoy. La falta de un modelo de beneficio social para todos. —Hoy tienes muchas demandas de grupos minoritarios que a través de la cohesión alcanzan ciertos objetivos y eso no está al nivel de lograr el beneficio social que todos queremos. Por esto dice, es crítico de la reforma laboral y tributaria.

Aunque no milita en partidos políticos y dice que aún no tiene candidato presidencial, sí ejerce su derecho a voto. —Es de las pocas cosas que uno les deja a los hijos. Critiqué, pero ahí está mi voto —asegura. Por lo mismo, se cuestiona la falta de interés por participar en los procesos electorales.

—La gente esta desencantada, desmotivada, no abrazan causas comunes.

—¿Qué rol cumple el empresariado en el ánimo que describes?

—El rol de la empresa hoy está más vigente que nunca. Si quieres eliminar la pobreza, no hay manera de hacerlo sin fomentar a la empresa. Es sentido común y en este minuto merece un cambio, un punto de inflexión. No es seguir callado. Uno tiene una vida y tiene que jugársela por lo que cree.

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