Por María José Tapia // Ilustración: Vicente Reinamontes Octubre 21, 2016

—¿Usted sabe o le comentó el señor Toledo que él asistió el día de hoy a la oficina del Estudio Claro y Compañía?
—No me ha comentado nada.
—¿Sabe que el señor Toledo hoy día se reunió con un abogado del estudio, señor Cristián Lagos?
—No, no me dijo nada.
—¿Tampoco le comentó el señor Toledo que en esa reunión él le habría expresado a este abogado que actuaba en representación suya?
—Me imagino que él actúa en representación mía si es mi abogado.
—¿Sabe que el señor Toledo le pidió a este abogado del estudio que hablara con los abogados de CMPC, con el suscrito, indicando que, si no había algún tipo de compensación o suma de dinero, usted el día de hoy haría una declaración muy perjudicial para CMPC?
—No.

El pasado 15 de septiembre, a las 15.50 horas, Cecilia Häberle prestó, por primera vez, declaración ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia en el marco del llamado caso colusión del confort, bajo el cual la FNE denunció a CMPC y SCA de haberse coordinado en el mercado de los productos tissue. Ese día, Häberle se transformó en una de las protagonistas del escándalo. Horas antes de que llegará al lugar quien era su abogado, Pedro Toledo, se reunió con el abogado Cristián Lagos; la reunión se transformó en una pesadilla para la ex gerente comercial de CMPC Tissue. Tras el encuentro, la defensa de la firma del grupo Matte —representada por Cristóbal Eyzaguirre y José Miguel Huerta— ingresó un escrito al TDLC acusando extorsión por parte de la ex ejecutiva.

En el Tribunal, Eyzaguirre le preguntó directamente acerca del conocimiento que ella tenía de este encuentro; ella, tal como está escrito, negó conocer el tenor de lo planteado. Lo negó también días después cuando ingresó un documento ante el mismo órgano defendiéndose, asegurando que ella sólo había instruido al abogado para que negociara algún tipo de indemnización por todo el daño causado, tras su involucramiento en el caso. Toledo dijo haber hecho sólo eso. A esas alturas, sin embargo, su nombre ya estaba en todos lados, y su prestigio profesional en el suelo; prestigio que un año atrás la tenía a la cabeza de una firma extranjera; el mismo prestigio que una década atrás la llevó a ser —señaló en su testimonio— la primera mujer gerente en CMPC en 70 años.

La que hoy es una de los testigos clave del caso —su declaración ante el TDLC duró dos días y sumó 171 páginas— ha pasado del éxito al fracaso (está desempleada desde el 1 de agosto), en medio de una historia que tiene bastante más aristas.

HISTORIA DE ÉXITOS

Cecilia Häberle llegó en 1988 a CMPC. Estudió Ingeniería Comercial en la Universidad de Chile, período en el cual fue ayudante de Arturo Mackenna (ex gerente general y ex director de la firma) y Gonzalo Parot (gerente de Estudio en esa época). Fueron ellos los que le pidieron que se incorporara a la compañía, dijo en su declaración. Partió como ingeniera de estudios de la filial Productos de Papel; luego asumió como gerente general de Productos Austral S.A., y a fines de 1998 se transformó en la gerente comercial de CMPC Tissue, cargo por el cual hoy está en la palestra. “Estuve hasta el año 2005, donde presenté mi renuncia indeclinable al cargo”, relató ante el TDLC.

“La de Jorge (Morel) era una visión mucho más... de guerra, de guerrilla (...) tus dos y dos más, o sea, en la medida que tú hagas una promoción que afecte a la compañía, nosotros vamos a hacer una que te afecte el doble”. “Nos pedía que llamáramos a Pisa y lo amenazarámos con sus dos y dos más”, se lee en su testimonio.

Entre 1998 y 2005, la gerencia comercial fue responsable de la gerencia de ventas, de marketing y de distribución y logística. ¿Su misión? cautelar el objetivo que se había propuesto la compañía en un lapso de cinco años: mantener una participación de 75% en el área Tissue, ni más ni menos, señaló en su testimonio. Y, además, le encomendaron —dijo— el reingreso al negocio de pañales, del cual CMPC se había desvinculado cerca de cinco años atrás, tras venderlo a Procter&Gamble.

Häberle le reportaba a un comité de marketing, formado en ese momento por, principalmente, quien era el gerente general de la sociedad, Eduardo Serrano, y el ex gerente general de CMPC Tissue S.A., Jorge Morel (quien además lo presidía). Fue justamente este último quien, según su declaración, le solicitó en 2003 que asistiera a una reunión con el gerente comercial de Pisa (hoy SCA), Miguel González, en la 15ava Compañía de Bomberos de Las Condes (la bomba alemana); reunión que se transformó en pieza clave para el requerimiento de la FNE. ¿La razón? Había aparecido el producto de Lider, aCuenta, revolucionando el mercado, por sus bajos precios y había que tomar medidas, las cuales debían venir de la mano de Pisa, ya que al ser ellos quienes fabricaban la marca propia, se consideraba que eran los responsables de vender bajo el costo, se lee en su declaración. “Se me pidió que llevara un estudio de costo del producto aCuenta (...) del cual se desprendía que se estaba vendiendo bajo el costo (...) Y un modelo predictivo, que era capaz de señalar cómo se comportarían las distintas marcas del mercado en los distintos segmentos ante este inusualmente bajo precio”. Y recuerda: si el papel higiénico más barato valía $100, aCuenta valía $70.

Häberle, en ese momento, era representante de CMPC ante la AGIP y en el año 2002 habían ya presentado una consulta ante el TDLC, respecto a la venta bajo el costo en el caso de los supermercados, dijo. En esa reunión, señaló la ex ejecutiva ante el tribunal, se pensó seguir el mismo camino. De hecho, Häberle reconoció que hubo más reuniones —en el Hyatt, Intercontinental, etc.— con González para analizar cómo avanzar vía AGIP con miras a bajar el nivel de agresividad que tenían los supermercados.

La ejecutiva fue tajante en afirmar que en esas instancias nunca se acordó ni precio ni repartición del mercado. Tampoco le llamó la atención que se hicieran en lugares públicos o en una bomba. “La bomba era un lugar donde los ejecutivos de CMPC nos reuniamos muy a menudo, porque en ese entonces CMPC estaba ubicada en Puente Alto y todos nuestros clientes estaban en Santiago”, dijo. Añadió: “La idea de conversar era ver si teníamos la misma visión, porque en la medida que la visión que representaba la AGIP fuera la de muchos, teníamos más probabilidades de cambiar la conducta del supermercado”, relató.

En 2004 el TDLC falló a favor de los supermercados, asegurando —dijo la ex ejecutiva— que si se vendía bajo el costo por un período corto de tiempo y de manera promocional, no constituía un atentado a la libre competencia.
A esas alturas, la relación con Jorge Morel estaba absolutamente deteriorada, contó.

MALOS TRATOS DE MOREL

—¿Cuáles fueron las razones por las cuales terminó su...?
—Personales.
—¿Estrictamente personales?
—Estrictamente personales. Enfática, respondió Häberle a la pregunta realizada por el TDLC. En la misma audiencia, ahora frente al abogado de SCA, José Joaquín Ugarte, la pregunta se repitió. “Ya lo expliqué, por un tema personal”, repitió la ex ejecutiva.

Tras la insistencia, Häberle se explayó un poco más: “Yo tenía una muy mala relación con el que era entonces mi jefe, el señor Jorge Morel. Mi relación con él se hacía insostenible”, puntualizó.

Según se lee en su declaración, ambos tenían una visión distinta del negocio: “La de Jorge era una visión mucho más... de guerra, de guerrilla (...) tus dos y dos más, o sea, en la medida que tú hagas una promoción que afecte a la compañía, nosotros vamos a hacer una que te afecte el doble”. “Nos pedía que llamáramos a Pisa y lo amenazáramos con sus dos y dos más”, explica.

A fines de 2004, Häberle habló con Arturo Mackenna. Según dijo en el tribunal, le explicó la mala relación que tenía con Morel, y le pidió un cambio a otra filial. Mackenna le respondió que a veces uno cumplía un ciclo, que no necesariamente uno tenía igual relación con todos los jefes y que, si tenía que irse, era una decisión que respetaría.

Y así fue. En 2005 y tras 17 años, dejó CMPC. Asumió luego —según ella misma relató ante el TDLC— la gerencia general de la agencia Walter Thompson Chile; luego fue directora de marketing de Cencosud y, posteriormente, vicepresidenta de Desarrollo Estratégico para Latinoamérica de Aramark, declaró. A renglón seguido, en 2013, se transformó en la gerenta general de Hibu Chile. Hoy, con todo ese currículo, está desempleada.

En octubre de 2015 se hizó público el requerimiento de la Fiscalía Nacional Económica: CMPC y SCA se habían coludido por más de diez años, con la finalidad de repartirse el mercado y fijar precios en el negocio de productos de papel. Una de las artífices de este delito era —según la FNE— Cecilia Häberle.

Ella en su declaración responsabiliza a CMPC de haberla involucrado en esto, sin siquiera haberle pedido su visión. Esto, enfatiza, asegurando ser inocente. “Cualquier declaración de un ejecutivo que haya señalado que yo tengo una participación activa en un acuerdo de precio o en un acuerdo de colusión, está faltando a la verdad”, dijo ante el TDLC.
Fuentes al interior de la Papelera precisan que no fueron ellos lo que la involucraron, sino la FNE.

“Nosotros sólo pasamos antecedentes que fueron valorados por la Fiscalía”, dicen.
Más allá de lo anterior, Häberle pasó a ser figura pública y comenzó su tour por tribunales. Tanto por la Fiscalía de Puente Alto como en la de Colina. Y no llegó sola, sino acompañada por el abogado Carlos Balbontín, defensa costeada por la misma CMPC. Häberle reconoce que ella llegó al estudio de Balbontín, buscando a Carlos Balbontín padre, para ver si los podía asesorar. Ahí —continúa— los atendió el hijo, quien les comentó que era abogado de otros tres ex ejecutivos de la compañía; Alejandro Nasch, Eduardo Serrano y Felipe Álamos, todos los cuales salieron de la firma a raíz del escándalo de colusión por ser sindicados como parte del esquema. Pese a ello, CMPC mantiene un contrato a honorarios con cada uno desde que estalló el caso, bajo el cual les paga mensualmente un sueldo para que colaboren con la investigación. Fuentes de la firma aseguran que la FNE está al tanto de esto.

Si bien Häberle aceptó ser asesorada por el abogado, puesto que no contaba con recursos para costear su defensa, la relación terminó en agosto pasado. A la ex ejecutiva le generó dudas una de las recomendaciones de Balbontín, en cuanto a no declarar ante el TDLC para no incriminarse. “La relación no terminó muy bien, porque me dijo que el que yo viniera a declarar sin duda iba a tener consecuencias para mí. Yo no entendí mucho cuáles eran las consecuencias”. Y añadió: “Él me dijo que todas las estrategias, que todo lo que nosotros hiciéramos o dejáramos de hacer tenía que estar informado al Estudio Claro, en particular al señor que me dio su nombre, Cristóbal Eyzaguirre”, declaró.

En agosto no sólo cortó relación con el abogado, sino que también perdió su trabajo. Hibu Chile había pasado de manos británicas a colombianas y les generaba dudas esta figura. “Mi propia compañía decidió realizar una investigación interna con el fiscal de la compañía. Mi rol como gerente general y vocero era incompatible con estos hechos. Tuve que explicar cómo me habían vinculado, qué había de falso o de verdadero en lo que decía el requerimiento de la Fiscalía”, se lee en la declaración. Y añade: “Toda mi familia, mi apellido no es un apellido común, somos todos de la misma familia, una familia tradicional de clase media, que nunca ha estado metida en ningún juicio, y finalmente terminé por perder mi trabajo por esto”.

Tras los hechos su desesperación fue máxima. Ella misma reconoció ante el Tribunal haber llamado al actual gerente general de CMPC, Hernán Rodríguez, para pedirle ayuda. Habló con la secretaria. “Le dije que por favor estaba llamando a mi amigo y que me devolviera el llamado”. Nunca lo devolvió. Hizo un intento similar con el ex secretario general de la compañía, Gonzalo García, con miras a contactar al ex presidente de la firma, Eliodoro Matte. “Quería explicarle que aquí no había una ejecutivo que hubiera traicionado la confianza de la familia Matte, que hubiera traicionado a la compañía. Y que el trato que había recibido por parte de la compañía y por parte de los abogados era de una desafección y de una frialdad que yo no conocía entre los seres humanos”.

Luego de separar aguas con Carlos Balbontín, contrató al abogado Eduardo Olivares para asumir su defensa en sede penal. Además, un conocido de ella, el abogado Ramón Rojas, le recomendó a Pedro Toledo para liderar la disputa civil, que se traducía en, básicamente, lograr una indemnización de perjuicios por parte de CMPC por el supuesto daño causado. El 8 de septiembre, Toledo le solicitó la polémica reunión al abogado Cristián Lagos para abordar el tema. Se conocían, puesto que habían sido compañeros de universidad. Según lo planteado por el mismo Toledo y Häberle, vía un escrito ingresado el pasado 22 de septiembre al TDLC, la recepción del mensaje por parte de Lagos fue buena y quedó de transmitir lo conversado a los socios de Claro y Compañía. Horas después eran acusados de extorsión, agravando aún más la situación de la ex ejecutiva.

Häberle, no obstante, pretende seguir luchando e incluso no descarta dar un paso más. “No tengo ninguna acción legal interpuesta, pero estoy seriamente evaluándola”, se lee en su declaración.

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