Por Sofía Errázuriz // Foto: José Miguel Méndez Octubre 14, 2016

Son excepcionales las veces en que Steven Joyce duerme más de dos noches en un hotel. Si un día está en un país hablando de educación, al otro puede estar en un nuevo continente exponiendo de empleo. Es que si un ministro común y corriente tiene una agenda ajetreada, el ministro de Todo definitivamente no tiene tiempo. Y eso es Steven Joyce, el llamado ministro de Todo de Nueva Zelanda. Administra, cual malabarista, las carteras de Desarrollo Económico, Ciencia e Innovación, Educación Terciaria, Habilidades y Empleo. Todo en una mano. “El ministro de las partes y pedazos”, como él mismo se define.

Joyce viajó a Sudamérica para la reunión anual de ministros de Finanzas, a realizarse en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Su primera parada fue el lunes 10 de octubre en Santiago de Chile —hace ocho meses también estuvo de paso por el país—; luego, el miércoles 12, se embarcó a Bogotá, Colombia, para seguir rumbo a Perú, sede de APEC.

El primer ministro de Nueva Zelanda, John Key, fue quien decidió unificar cinco carteras, nombrando, en 2011, a Steven Joyce en el cargo. Para Joyce la fórmula es acertada. “Muchas veces eso está dividido entre varias partes del gobierno y es muy difícil que puedan tener éxito, entonces decidió que si tenía a una persona a cargo de la educación terciara, habilidades, ciencia, innovación y desarrollo económico, esa persona tendría la capacidad de arreglar las cosas para que el gobierno realmente pudiera ser efectivo”, recalca Joyce.

Como buen ministro de Todo, en esta entrevista habla justamente de todo. Es reacio a entrar en política contingente, aunque sí aborda las temáticas desde su realidad, la neozelandesa.

—¿Por qué vincular estas cinco carteras y no otras?
—El desarrollo económico es el paraguas de un gobierno y las cosas más importantes para que las compañías crezcan son la innovación, las habilidades y la calidad de la fuerza de trabajo. Son la base para alcanzar el crecimiento y es por eso que están unidas.

“El desarrollo económico es el paraguas de un gobierno y las cosas más importantes para que las compañías crezcan son la innovación, las habilidades y la calidad de la fuerza de trabajo. Son la base para alcanzar el crecimiento y es por eso que están unidas”.

—¿Pero otras carteras, distintas a las que usted lidera, podrían tener un vínculo que les permita también unirse?
—Se podrían hacer cosas diferentes. Tal vez en algunos países la infraestructura es el punto y la base de la economía, por ejemplo. Pero estoy pensando un poco respecto a cómo es un país y cuáles son las cosas que van a causar una diferencia en ese país.

—¿Considera que esa fórmula, de coordinar carteras en una sola persona, podría replicarse en Chile?
—Depende completamente del país, pero se puede pensar que es bueno tener ciencia e innovación juntas y enlazadas a la economía, porque son muy importantes para el crecimiento económico. En términos generales, es bueno tener la educación terciaria y superior enlazadas a la economía también. Definitivamente, eso ha sido un aporte importantísimo en Nueva Zelanda, que ha estado creciendo fuertemente.

—En Chile se ha discutido bastante una reforma educacional que garantice educación a todos los chilenos, asegurando gratuidad y fin al lucro, ¿cuál es su visión al respecto?
—Es correcto que Chile se enfoque en la educación, porque es el pasaporte del siglo XXI para tener oportunidades. La gente que no tiene oportunidades para la educación, realmente se va a ir quedando atrás en este mundo. En Nueva Zelanda pagamos aproximadamente el 70% de los costos, y los estudiantes un 30%. Además, tienen acceso a conseguir préstamos estudiantiles para pagar ese 30%. Es necesario un sistema donde se invierta en la calidad de la educación.

—Dentro de eso, ustedes tienen un modelo de inclusión del pueblo maorí, en el cual justamente se ha trabajado en equiparar la educación de las tribus con el resto de la sociedad. En Chile tenemos el caso de los mapuches, donde existe una pugna constante, ¿cuál es su opinión al respecto?
—Existe mucho interés del gobierno chileno con respecto al enfoque que hemos tomado, pero es una situación compleja y diferente en cada país. La necesidad principal es entregar oportunidades económicas, y la forma de hacerlo la tiene que descubrir Chile.

—¿Y cómo es el modelo comercial en Nueva Zelanda?
—Hay una gran cantidad de pequeñas compañías, pero también tenemos muchas empresas de mediano tamaño que son muy buenas en capturar nichos. Y ese es el modelo de Nueva Zelanda, donde nuevas compañías están profundizando y dirigiendo sus esfuerzos a mercados nicho y aglomerados internacionalmente.

—Nueva Zelanda ha sido exitosas en el desarrollo de cooperativas, modelo de asociación en el cual Chile también está avanzando. ¿Qué resultado les ha dado la creación de cooperativas?
—Nueva Zelanda tiene una historia fuerte de cooperación, pero también hay compañías privadas importantes. De hecho, hemos tenido cooperativas muy exitosas en el sector agrícola, como Fonterra (que tiene más de 10.500 asociados), y algunas no tanto. Depende mucho de la cultura del negocio y los propietarios, de lo que quieran alcanzar. Fonterra siempre ha tenido la visión de ser una compañía fuerte y se prepararon para invertir en eso. Otras empresas simplemente están felices vendiendo sus productos.

—Actualmente, Fonterra —matriz de Soprole— está analizando diferentes alternativas para el desarrollo de la exportación de lácteos desde Chile, ¿cómo impulsar este desarrollo en el país?
—Sí, es correcto. He escuchado algunas cosas, pero realmente es una compañía privada, ellos tienen que ver exactamente lo que quieren hacer.

—Pero, ¿cómo ve actualmente el sector lácteo, donde existen bastantes críticas por la caída en los precios?
—Globalmente los precios han bajado en todo el mundo durante los últimos dos años. Hay un efecto de oferta y demanda que está causando esto, lo que ha sido difícil para el área láctea en todas partes del mundo. La buena noticia es que, al parecer, se está recuperando hasta cierto grado y a largo plazo vemos un gran crecimiento en diferentes clases de consumidores en Asia.

"Hay muchísimos métodos agrícolas bastante similares. Creo que hay una gran oportunidad para que Nueva Zelanda y Chile trabajen juntos, vendiendo sus productos, yendo a lugares como China y el sudeste de Asia. Además de compartir tecnologías".

—¿Cuál es el nexo entre la agricultura de Chile y Nueva Zelanda?
—Ambos países somos muy buenos productores de alimentos y venimos de una parte similar del hemisferio Sur, entonces hay muchísimos métodos agrícolas bastante similares. Creo que hay una gran oportunidad para que Nueva Zelanda y Chile trabajen juntos, vendiendo sus productos, yendo a lugares como China y el sudeste de Asia. Además de compartir tecnologías.

—¿Qué otras sinergias ve entre ambas naciones?
—En educación también tenemos oportunidades para trabajar juntos en áreas como la educación vocacional agrícola. Ambos somos países pequeños, por lo que si trabajamos juntos, podremos obtener más para las naciones productoras de alimentos de y para el Asia Pacífico.

—En Chile se discutió largamente una reforma laboral que fue muy cuestionada en el mundo empresarial porque decían que sólo incrementaba el poder de los sindicatos y nada más, ¿cuál es su visión respecto al rol de los sindicatos en la sociedad?
—Nosotros tenemos un mercado laboral bastante flexible, pero con un apoyo laboral muy fuerte y si por cualquier razón la gente pierde su trabajo, los ayudamos. Ese es el enfoque que tenemos, lo que significa una buena participación laboral y muchas personas empleadas, pero es diferente en cada país y lo que resulte en Nueva Zelanda puedo no resultar en Chile o al revés.

SU VIDA DE EMPRENDEDOR

Steven Joyce no siempre estuvo vinculado a la política. Aun más, su aproximación a la actividad es reciente. Apenas en 2008 debutó en política como ministro de Transporte, tras lo cual saltó al cargo de ministro de Todo. Antes era un emprendedor. Estudió zoología y luego, junto a un grupo de amigos creó su propia estación de radio: RadioWorks. En 2001 su vida de empresario terminó: vendió la radioemisora a CanWest Global Communications Corporation, empresa de medios canadiense, en US$ 6 millones. Siete años más tarde aterrizó en el sector público.

“Me tomé un tiempo para buscar qué quería hacer. Siempre he tenido interés en la política, y cuando tuve la oportunidad de hacer una contribución en Nueva Zelanda, para ayudarla a crecer y a desarrollarse, la tomé”, asegura.

Joyce no descarta volver a los negocios, aunque prevé seguir del lado de la política un par de años más. De hecho, pese a su escaso tiempo libre y lo ajetreada de su agenda, espera ser reelegido el próximo año. “Parece que por ahora el primer ministro está feliz conmigo, aunque esto es política, por lo que nunca se sabe cuándo puede terminar”.

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