Por Rosario Zanetta Octubre 9, 2014

El 9 de mayo, en el Museo Lord Cochrane de Valparaíso, los ocho hijos del ex senador y empresario naviero, Beltrán Urenda Zegers, se reunieron para conmemorar junto a 300 invitados el centenario del estudio jurídico familiar. Los Urenda Salamanca querían que la celebración se convirtiera en un hito y por eso decidieron invitar a connotados empresarios y políticos de la Quinta Región, y además lanzar el libro Memorias y vivencias de un siglo, que preparó el patriarca de la familia meses antes de morir, en junio de 2013.

Las fotos del evento dan cuenta de una unión familiar que hoy, cinco meses después, ya no es tal. Con acciones legales de por medio, la asesoría de terceros y la próxima contratación de un hombre de confianza para liderar el proceso de sucesión, la familia se bate en un escenario en el cual, y por primera vez, los roces entre las distintas ramas de los Urenda Salamanca ya han permeado a la siguiente generación. 

El manejo de la herencia de Urenda Zegers se convirtió en motivo de discordia entre sus hijos y sembró la desconfianza en dos de los ocho integrantes: María Elena (65) y María Carolina (53) decidieron interponer demandas contra sus hermanos Beltrán (67) y José Manuel (62) por las gestiones que ellos han realizado como representantes de las sociedades de inversión -Los Ceibos y María Elena de Inversiones- a través de las cuales se controla el patrimonio familiar. Sólo las principales empresas del grupo que se transan en Bolsa tienen un valor de aproximadamente US$ 300 millones. Los otros cuatro hijos: Macarena, María Beatriz, Gabriel y Diego, se han mantenido al margen del conflicto legal, aunque en privado han manifestado su preocupación por la escalada que ha tenido la polémica.

Consciente de estas posibles disputas, el mismo Beltrán Urenda trató en vida el delicado tema con sus hijos. En más de una ocasión les reiteró su interés en que la buena relación entre los hermanos perdurara en el tiempo. Reiteradamente les insistió sobre la conveniencia de mantener el patrimonio familiar y trabajar porque éste creciera en lugar de desprenderse de sus participaciones accionarias respectivas, sobre todo porque éstas, pensaba, serían un buen sustento económico a futuro. Incluso en más de una oportunidad se negó categóricamente a adelantar en vida parte de la herencia cuando más de un hijo, en reserva, se lo fue a solicitar.

Hombre ícono de la Quinta Región y uno de los más importantes representantes de la industria naviera en el país, Urenda Zegers llegó a ser presidente del Grupo de Empresas Navieras, holding a través del cual controlaba entre otras firmas, la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica de la cual también fue presidente. Además, fue socio principal del estudio Urenda & Cía, y senador representante de la UDI, por un periodo de 12 años. A nivel personal se caracterizaba por ser un empresario generoso con sus colaboradores más cercanos. Así lo refleja su testamento en el que estipuló legados por $ 220 millones que beneficiaron a 52 personas entre las que se cuentan su secretaria personal, ascensoristas de Interoceánica, instituciones de la Iglesia, entre otros.

En el plano familiar, cercanos a los Urenda Salamanca, aseguran que “don Beltrán” cumplía un rol central y que era él quien aglutinaba a los hijos, los que se reunían sagradamente todos los domingos a almorzar en la casona de estilo inglés de la calle Lusitania, en el barrio Miraflores, de Viña del Mar. También sostienen que por su formación “a la antigua”, siempre le exigió más a sus hijos hombres y mayores (Beltrán y José Manuel), mientras que con sus hijas siempre tuvo un trato más protector y condescendiente, lo que se traducía en aportes económicos mensuales, viajes al extranjero y apoyo en emprendimientos, entre otros beneficios.

Las preocupaciones de Beltrán Urenda se confirmarían meses después de su muerte, la que ocurrió el 22 de junio de 2013.

TRECE REUNIONES
Beltrán hijo estaba en San Francisco y José Manuel en Nueva York. A mediados de septiembre, y en plenas vacaciones familiares, sus correos electrónicos y Whatsapp comenzaron a alertarlos de la compleja situación que tendrían que enfrentar a su regreso a Chile. Pocas semanas antes de partir, sus hermanas, María Carolina y María Elena, ya les habían advertido que la desconfianza que ellas tenían respecto del manejo de la herencia de su padre había llegado a un nivel intolerable, por lo que contratarían a un abogado que las representara de ahí en adelante.

Las amenazas se transformaron en demandas contra ambos hermanos, a través de las cuales se busca que se rinda cuentas sobre la administración de los negocios y una serie de otros antecedentes financieros y económicos de las dos sociedades de inversión de los Urenda. Las demandas, son patrocinadas por un viejo conocido de la familia: el abogado Mario Zumelzu, a quien Urenda Zegers conoció en la arena política, forjando una larga relación laboral, y a quien María Elena Urenda contactó en marzo pasado.

La demanda sorprendió a José Manuel y a Beltrán, quienes hasta septiembre habían liderado las trece reuniones que los hijos han tenido desde que el padre murió. Según conocedores de esos encuentros, a ellos acudían los ocho miembros de la familia, sin sus respectivas parejas, a excepción del de María Beatriz, el abogado Darío Zañartu, quien actuó como secretario y se preocupó de reflejar en las actas los temas tratados, que éstas fueran revisadas por todos y luego firmadas por cada uno de los asistentes. En alguna ocasión, según cercanos a Beltrán y José Manuel, a estas reuniones también acudió el albacea designado por su padre, Sergio Pinto Romaní, un estrecho colaborador de “don Beltrán”.

Durante las reuniones, fue Beltrán quien asumió como líder y explicó a sus hermanos que, si bien su padre disponía de numerosos bienes, no dejó liquidez suficiente como para dar curso a los distintos legados que incluyó en su testamento. Razón por la cual se resolvió liquidar algunas posiciones accionarias para cumplir con su voluntad. A la fecha, ya se han entregado $ 190 de los $ 220 millones comprometidos, según sostienen cercanos a Beltrán y José Manuel. 

Es justamente la falta de liquidez la que ha crispado el ambiente, ya que María Carolina y María Elena desearían disponer lo antes posible de estos bienes, según comentan miembros de su círculo. No ha sido el único punto que las ha distanciado de sus hermanos. Ellas acusan además haberse enterado a través de la prensa, que la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI), filial del Grupo de Empresas Navieras SA (GEN) recibió y aceptó una oferta de compra de su principal activo, esto es, la línea de contenedores, además del uso de la marca y contratos, por parte de la alemana Hamburg Süd.

“Nada se nos dijo con anterioridad a esta operación, no conocemos mayores detalles, ni cómo se estableció el precio de venta ni mucho menos el estado de los negocios de CCNI”, reza la demanda presentada contra Beltrán Urenda, quien además de ser presidente de Interoceánica y director de Agunsa, es también gerente general de María Elena de Inversiones SA.

La operación cuestionada fue anunciada al mercado a través de un hecho esencial enviado a la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) el 25 de julio. No obstante y según consta en el acta de la reunión número 11, realizada el 7 de julio, esta negociación fue presentada con detalle ante los hermanos, asegurando que sería beneficioso para la compañía desprenderse de esa línea de negocios.

Sin embargo, la acusación de fondo contra ambos hermanos, está centrada en un punto específico. Según acusan sus hermanas, Beltrán y José Manuel Urenda tienen tres roles en la administración del patrimonio. Por una parte, al igual que ellas, son herederos. También son gerentes generales de las sociedades de inversión, ya que mientras Beltrán lidera María Elena de Inversiones, José Manuel hace lo propio en Los Ceibos de Inversiones. Adicionalmente, María Carolina y María Elena critican que hayan asumido la gestión de los negocios en su calidad de agentes oficiosos, como se denomina a quien actúa sin tener un mandato otorgado por otros. Es esta última condición la que se les cuestiona, ya que según sus hermanas y su abogado, “no se las ha convocado a juntas ordinarias o extraordinarias de accionistas alguna, a mayor abundamiento, no conocen el estado financiero de la sociedad, sus activos, sus pasivos, su balance, ni su estado de resultados”, información que buscan obtener a través del recurso legal. 

Con todos estos antecedentes arriba de la mesa y recién llegados de sus respectivos viajes, los hermanos tuvieron una reunión de emergencia en el fundo familiar en Olmué.

FALLIDAS NEGOCIACIONES
Olmué era para los Urenda Salamanca sinónimo de largos veraneos. El campo de más de 2.000 hectáreas y que hoy está orientado a la producción de kiwis, siempre fue un lugar de encuentro para el clan. Sin embargo, cuando se reunieron ahí el 25 de septiembre para recordar el cumpleaños de su madre, María Elena Salamanca, quien falleció el 29 de septiembre 2009, la disputa judicial fue el tema central de la jornada.

Históricamente ambos líderes de la familia, Beltrán y José Manuel, los únicos que se incorporaron a trabajar con su padre, han jugado roles muy diferentes en la dinámica familiar, lo que se condice con sus distintas personalidades. Mientras el mayor se caracteriza por un estilo más frontal y directo -el que en más de una ocasión ha generado roces con sus hermanos-, José Manuel, al contrario, suele ser el gran conciliador y a quienes sus hermanos acuden cuando tienen dificultades de distinta índole.

Fue por este carácter que el abogado Mario Zumelzu decidió reunirse con José Manuel para acercar posiciones. Los dos encuentros se dieron durante los últimos días de septiembre: el primero en el restaurant San Marcos de Viña del Mar y el segundo en las oficinas del estudio Urenda & Cía en Santiago. El principal objetivo que había establecido Zumelzu para esos encuentros era el de acceder a información financiera de las sociedades de inversión. El de José Manuel, en tanto, era el de lograr convencer a la contraparte de que desistiera de las acciones judiciales presentadas contra ambos hermanos.

Existen versiones dispares sobre el resultado de la reunión. Mientras desde el bando de las hermanas aseguran que la información otorgada fue escasa e insuficiente, desde el entorno contrario, la visión era positiva hasta tal punto que incluso pensaron en que ninguno de los dos hermanos sería notificado de las respectivas demandas en su contra. Sin embargo, a los pocos días y para su sorpresa y molestia, Beltrán recibió la notificación de la demanda, mientras que en el caso de José Manuel, eso aún no ocurre.

Bajo este contexto, el abogado Carlos Graf se presentó el lunes 6 de octubre en la audiencia realizada en Valparaíso en representación de Beltrán. Mario Zumelzu ratificó la demanda en todas sus partes. El tribunal entonces les propuso llegar a un acuerdo, lo que consta en la tramitación de la demanda: “llamadas las partes a conciliación, ésta no se produce”. Fue Beltrán Urenda quien se opuso a la idea de llegar a un acuerdo, convencido de que la petición carece de base, por lo que el juicio sigue en pie.

Mientras tanto hay otro asunto que preocupa a los herederos de Beltrán Urenda Zegers. Aunque la madre murió en 2009, la posesión efectiva de su herencia aún no ha salido del Registro Civil, dado su tardío ingreso. Este punto es clave para la tramitación de la posesión efectiva de “don Beltrán”, la que depende de esta última y que aún no ha sido solicitada, según el círculo cercano de Beltrán y José Manuel.

Sin estos trámites zanjados, el rol del albacea -es decir, de quien fue designado por Beltrán Urenda Zegers como encargado de su testamento-, se ha visto reducido sólo al pago de legados, de algunas deudas y a custodiar los bienes. Sin la posesión efectiva en mano, la anhelada liquidez que persiguen algunos en la familia se ve aún lejana.

Por estos días, los hermanos sondean a un ingeniero comercial de confianza de varios miembros de la familia para involucrar a un tercero a las reuniones mensuales. La idea es que sea ajeno a la familia y que tenga conocimiento financiero para despersonalizar el manejo del asunto por parte de José Manuel y Beltrán.

Desde el entorno de ellos aseguran que en paralelo estos están a la espera de novedades en el plano civil, aunque confían que la demanda no escalará a mayores. Por el contrario, desde el bando opuesto aseguran que estudian nuevas posibles acciones legales y que no descartan ejercer medidas precautorias que podrían entorpecer el millonario negocio entre los Urenda y la alemana Hamburg Süd.

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